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Sonetos para Cohen
1.
No sé si ustedes saben que anteayer
una canción pasó por Barcelona,
desde el Raval, al Prat, a Urquinaona,
nos devolvió la edad de merecer.
Insólito juglar que, en el mester
de clerecía exculpe su madonna,
tan más acá, tan zen, tan respondona,
tan buscona, tan nada que perder.
Y la parroquia viéndole oficiar
su liturgia pagana con sangrita,
ajena a los peperos del psoe,
bendice la ocasión de celebrar
cantándole estas son las mañanitas
a tus setenta y cinco, mestre Cohen.
2.
Dichosos los que el lunes veintiuno,
en el Palau San Jordi, redimidos
del tedio, de la ira, del olvido,
tuvimos corazón por desayuno.
Umbrío por la pena, casi bruno,
desde el Chelsea Hotel alzó su nido,
cambiando por gozado lo sufrido
por culpa de un desfalco inoportuno.
Lorca de Montreal, Leonardo en vena,
estrella de Morente, magdalena
de Marcel Proust, pequeño vals vienés,
oyéndote cantar tus aleluyas
me rasgué la camisa y la casulla,
llorando, sin sombrero y a tus pies.
Joaquín Sabina