Estoy desentrenada, lo que cuento últimamente, aunque lo tengo que escribir, no me pega con ninguna receta. Además c**o tengo que escribir en dem asía, el tiempo para las recetas es excaso, así que ni siquiera con mi maravillosa "Olla GM", tengo novedades culinarias.
Hoy es mi segundo día en pijama. Esta sí es una historia para contar, pero no va con las costillas, así que la dejo para otro momento. No estuve ni estoy enferma, ni siquiera un "ach?s" de mala muerte, simplemente no sal? de casa y disfrutú del uso del pijama, que a veces conviene variar un poco del disfrute del no uso del pijama. no me enrollo más porque hoy me apetece dejaros otro poema.
Cuando estoy en sequña de juntar palabras, vuelvo a leer y releer y sigo encontrando cosas que me sorprenden.
Hoy mientras metía las costillas de cerdo después de salarlas, en una cazuela con vino, un jerez, Pedro Ximenez para ser más exactos , record? una de las secciones de mi foro de literatura y me apeteci? releerla. Está dedicada a Quevedo; Don Francisco, que me gusta llamarle. Así que me fuí a repasarla y tard? c**o una hora o algo más.
Reencontré esta s?tira que aquí os traigo y que encuentro de una genial, espectacular y fantástica mala leche.
A UNA DAMA PEQUE?A
Mi juguete, mi sal, mi ni?er?a,
dulce muñeca mía,
dad atenci?n a cuatro desvar?os
y sed sujeto de los versos míos;
pero sois tan nonada, que os prometo
que aún no sé si llegais a ser sujeto.
Dicen que un tiempo tan cobarde anduve,
que por vos muerto estuve;
y yo digo de mi, que, si os quería,
por poquésima cosa me mor?a;
pero s?, que aunque me he visto loco,
que cuando os quise a vos, quise muy poco.
La alma un tiempo os di; que da, señora,
la alma quien adora;
pero hall?base en vos tan apretada,
que os la quitú por verla maltratada,
y aún le dura el temor, y dice y piensa
que si no estuvo en pena, estuvo en prensa.
Para un juego de túteres sois dama,
que no para la cama,
pues una vez que la merced me hicisteis,
cuando menos, pensaba que os perdisteis;
y dos horas después, envuelta en risa,
en un pliegue os hall? de la camisa.
Dama del ajedrez, dama de cera,
dama de faltriquera,
si queréis ver ocultas vuestras faltas,
dejad de acompañar mujeres altas;
que malogróis así vuestros deseos,
porque fuerais enana entre pigmeos.
Pero quiero dejaros, mi confite,
mi dedo margarite,
mi diamente, mi alj?far, mi rocío,
pues será no guardaros, desvar?o;
que es una pulga poco mas pequeña,
y, si es que pica, dígalo una dueña.
Cuando finalic? de leer, saquí las costillas del vino, las puse en la bandeja del horno a 200ºC para que se doraran muy lentamente, hasta que consider? el color adecuado. Después comprobamos con deleite que el Pedro Ximenez, les deja un sabor dulce y delicado.
Espero que os guste
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