Una de piratas y conejo (otra vez):

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Vanadis
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Una de piratas y conejo (otra vez)

Mensaje por Vanadis » 28 Jul 2006 23:00

Querido diario:

Vaya racha llevo, resulta que lo que yo creía inspiraci?n pues no era tal, o bueno sí no lo s?, quizás sea otro tipo de inspiraci?n la que tengo. Te hablo de mi historia de piratas. El caso es que la aventura está siendo más fuerte de lo que creía, o queéla cal?? me deja flojita y sin poder controlar. Te había dicho que estaba con una temible y aguerrida capitana pirata que hacía un prisionero. La tenía en la proa de su nave en una noche calma, iluminada por una hermosa luna llena que reflejada en el espejo de la mar tra?a recuerdos a la capitana mientras su esencia salvaje, primaria y sangu?nea, bull?a dentro luchando por salir, así que puso rumbo hacia aguas más bravas en busca de acci?n. Pero, y ya estamos con los peros, por alguna razón que se escapa a mi comprensi?n, las turbulencias que encontré, no son precisamente terribles olas en cualquiera de los Siete Mares ni en ninguno de los otros, sino que fue adquiriendo unos tonos rosados, digo yo que igual son influencia del recuerdo de mi madre rosa (tengo una madre moderna que quiso ponerse unas mechita de color rosa, ahora tengo una madre c**o una rosa, pero rosa rosa) y en estos instantes se parece más a una novela de Cor?n Tellado que a una aventura tipo: ?La capitana contra Barba Roja? o algo similar.
El barco sí que lo abord?, y el prisionero sí que lo hizo y lo tiene en las bodegas del nav?o sentado en un barril y su espalda contra la pared, con los brazos en cruz sujetos a unas argollas por fuertes sogas. c**o él era un capitán también, pues quería interrogarle despiadadamente, que para eso es una terrible pirata, y conseguir que le diera el mapa del tesoro. Entonces bajé ella sola, y se puso enfrente deél, le mir? fijamente a los ojos y el sostuvo la mirada, así permanecieron unos instantes hasta que ella la retir?.
Hab?an coincidido tiempo atrás, ninguno de los dos sabían quien era el otro en aquella ocasión. Ella le había observado detenidamente, penetr?ndole, incapaz por momentos de poder hacer otra cosa que no fuera mirarle. En alguna ocasión le sorprendi? a él en la misma actitud de mirarla fijamente, intentando entrar en ella a través de sus ojos permaneciendo así unidos por breves instantes, hasta que uno de los dos, quizás por no violentar al otro, se retiraba.
Al reconocerle, record? aquíl día que tanto la había inquietado y aunque sentía la misma necesidad de buscar su mirada, luch? con todas sus fuerzas para no encontrarla, aún así hubo un breve instante en que ambos coincidieron buscando su reflejo en los ojos del otro, fueron fugitivos, rápidos, con miedo, pero se encontraron.
Habrás observado que la historia se está endulzando un poco, que la mala malísima duda ya Mejor sigo.
Ella se repone y en un intento de recobrar su rudeza, ya que no es capaz de articular una palabra, saca su espada y en un rápido y h?bil gesto le rasga la camisa, quedando al descubierto el torso del prisionero. La intenci?n que tenía ella al principio era la de hacerle dibujitos con la espada, ara??ndole y esas cosas de piratas, para entendernos, y asíél, retorci?ndose de dolor acabara gritúndole donde estaba escondido el mapa del tesoro, pero hete aquí, que la visi?n de ese pecho descubierto la perturb? de tal forma que lo único que fue capaz de hacer fue imaginarse sentúndose en las rodillas del prisionero desabrochando su propia camisa y ofrecerle, no uno, sino los dos pechos. Se veía juntando sus cuerpos, rozando tiernamente con sus labios la cara deél, mordisqueando sus orejas, recorriendo su cuello y bajando por su talle mientras combinaba besos, tiernos mordiscos y jugueteos con la lengua. Sus dedos se deslizaban acariciando la espalda del preso y continuaban por sus extendidos brazos, retornaban hacia la cabeza para enredarse en sus cabellos y le sujetaban la cara contra sus senos?
Ya ves, me está quedando una porquería de historia de piratas, y ahí les tengo a los dos con un calentún de tres pares, bueno a ella seguro, seguro; a él estoy en la duda porque devolver, no devolvi? ningún beso pero se dejé querer y ni rechaz? ni le hizo asquitos a ninguno de los gestos, vamos que no se c**o acabar? esto. Bien pudiera ser que ella acabara soltúndole y diciéndole: ??tame! e intercambiaran los papeles, qué se yo.
Cuando fui al taller literario, este era uno de los peligros de los que nos hablaron, que la historia tomara vida propia y los personajes no nos hicieran caso.
Querido diario, de momento voy a cenar, los tendré vigilados y te mantendré informado.

Lo del conejo es una coincidencia, de verdad, palabrita ?
Un conejo
1 cebolla
dientes de ajo, al gusto
1 puñado de pi?ones
tomillo
azafr?n en hebra

Doramos el conejo con el ajo y la cebolla bien picadita un poco más tarde los pi?ones cuando está lo salamos y ponemos el tomillo y el azafr?n, revolvemos bien y cerramos, programamos menú carne y ya veis el resultado.
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