Sueños (Cuento para la noche de Reyes)
LO LEI ME GUSTO Y OS LO DEDICO PARA TOD@S
La espera se estaba haciendo larga. Hacía frío. Las calles estaban abarrotadas de gente. Prisas. Compras de última hora. Los escaparates brillaban más que nunca queriendo atraer la atención de los viandantes. De la boca del metro salía y entraba una muchedumbre apurada y ruidosa.
Tras el cristal de la juguetería una muñeca de latón ponía en marcha su viejo mecanismo para ejecutar una danza que atraía la mirada de los más pequeños.
-¿Si le pido que baile otra cosa lo hará?
-No mi niña. Sólo sabe bailar eso.
-¿Y por qué?
-Porque sólo le han enseñado ese baile.
-¿Y a ella le traerán regalos?
-Ella será un regalo, seguro. Tal vez para alguna niña preguntona.
En las aceras, niños y mayores esperaban el paso de los Magos de Oriente.
-Papá, Melchor trae regalos, Gaspar caramelos y Baltasar sueños.
-¿Quién te ha contado eso Cecilia?
-No sé. Pero yo quiero que venga Melchor.
-¿Y Baltasar? Es maravilloso que te traigan sueños. Con ellos puedes tener todo lo que deseas. Viajar a lugares lejanos, tener amigos maravillosos, vivir en un mundo mágico.
-Ya.
-Estoy seguro de que Baltasar te traerá unos fabulosos sueños. Pero no los encierres jamás, déjalos libres. Que vuelen. Que te lleven donde desees.
Ya asomaba la cabalgata. Los Magos hacían su aparición majestuosamente. Camellos, pajes, personajes de cuento. Los caramelos volaban sobre las cabezas para acabar estrellándose sobre los adoquines. Los niños gritaban, reían, lloraban. Los adultos volvían a ser niños, y alguna lágrima acompañaba su vuelta a la infancia.
Todo estaba preparado. Los zapatos limpios y algo de comer para que los Reyes Magos repusieran fuerzas. Iba a ser una noche muy larga para ellos. También para los niños.
-Cariño, es hora de dormir.
-Pero es que quiero ver a los Reyes.
-Si estás despierta no pasarán por aquí.
-Pero es que quiero ver cómo entran en casa. ¿Cómo lo hacen?
-Recuerda que son magos. Duerme cielo.
Abrió la pequeña caja de música que había sobre la mesita de noche y Cecilia cerró los ojos mientras la dulce melodía la llevaba al país de los sueños.
De pronto despertó. Los sueños de Cecilia eran sus sueños. Nada había sido realidad. Cecilia no existía. O tal vez sí. Tal vez los Magos de Oriente, a los que este año no esperaba, habían pasado por su casa. Baltasar le había dejado un bello sueño. Un sueño que le devolvió a la infancia, a la mágica noche de Reyes. Un sueño que le hizo volver a ser un niño. data-ad-format="auto" data-full-width-responsive="true">