abarca escribió:tengo una

El término surimi, de origen japonés, significa "músculo de pescado picado" y es la materia prima para la elaboración de productos como palitos de pescado o sucedáneos de marisco (palitos de cangrejo, sucedáneos de angulas, colas de langosta), disponibles tanto refrigerados como congelados. La elaboración de surimi se remonta a hace miles de años en Japón. Los pescadores comenzaron a producir artesanalmente -a partir del músculo desmenuzado de algunos pescados frescos- un producto tratado por calor al que denominaron kamaboko. Así conseguían dar salida comercial a pescados que no se consumían y aumentar su período de conservación. En los años 70 Japón vio crecer la producción de surimi, que se expandió a Europa una década después, cuando se comenzó a utilizar como materia prima para elaborar sucedáneos de marisco.
Los hidratos de carbono añadidos a la materia prima (el pescado) suponen entre el 13% y el 20% el producto
El uso más habitual de este producto es como complemento de ensaladas y ensaladillas rusas, sopas, pastas o arroces, como relleno de croquetas y como ingrediente de sandwiches y aperitivos.
Para la obtención de surimi se utilizan las especies de pescado más abundantes, de escasa salida comercial o bajo costo, y los restos procedentes del proceso de fileteado. Las especies más utilizadas son abadejo de Alaska, platija, corvina, morena de Japón, hoki (de Nueva Zelanda), bacalao, caballa y merluza. La elaboración del surimi es muy compleja. Los pescados se limpian y lavan varias veces para eliminar escamas, piel, vísceras, sangre e impurezas, y así obtener el músculo limpio, al que posteriormente se elimina el agua. Se obtiene así un gel o pasta (el surimi) que se mezcla con azúcares, sal y fosfatos que permiten que la carne procesada no pierda sus propiedades de gelificación y no se deteriore durante su congelación y almacenamiento. El surimi, de color blanco y con apenas sabor y olor, ya está listo para congelarse. Cuando no se congela, se deshidrata para su mejor conservación. Para fabricar los diversos sucedáneos de marisco se parte del surimi descongelado, que se combina con diferentes aditivos, según el producto que se vaya a elaborar. Los más comunes son los aglutinantes (almidones, proteína de soja, caseinatos, etc.), que mejoran la textura, la hacen más estable y favorecen la retención de agua necesaria; los polifosfatos, para conseguir la textura que hace posible la fabricación de los sucedáneos; los potenciadores de sabor (glutamato monosódico E-621) que aumentan el sabor de los aromas utilizados para realzar la materia prima; los conservantes (sal, ácido sórbico) y, por último, los saborizantes y colorantes. La mezcla final se calienta hasta que adquiera la consistencia de gel que permite darle la forma deseada. El producto ya está listo para el envasado y refrigeración o congelación posterior.
Desde el punto de vista nutricional, estos productos elaborados con surimi aportan proteína de alto valor biológico, ya que conservan buena parte (hasta un 75%) de las proteínas de los pescados empleados como materia prima. La cantidad de grasa (siempre modesta) depende de los ingredientes añadidos y la de hidratos de carbono (un máximo del 5%) se debe a la adición de azúcares como sustancias crioprotectoras (protegen las características del producto durante la congelación) y de almidones que consiguen la textura adecuada. Con la operación de lavado se pierden vitaminas hidrosolubles y minerales, por lo que estos nutrientes en los derivados del surimi se presentan en inferior proporción que la del pescado original. El principal inconveniente de estos sucedáneos de marisco es su elevado aporte de sodio, originado por la adición de sal para favorecer la gelificación y del uso de sales sódicas de polifostatos para evitar la desnaturalización proteica durante la conservación en congelación. En resumen, la composición nutricional de estos sucedáneos es bien distinta de la del pescado: tienen más hidratos de carbono, menos proteínas, más sal y, en ocasiones, más grasa. No obstante, son una buena fuente de proteínas y pueden utilizarse como complemento de la dieta. Sólo deben abstenerse de ingerirlos quienes tengan alergia al pescado: aunque el consumidor conozca las especies concretas de pescado que le causan alergia, debe evitar consumir estos sucedáneos porque no puede conocerse la composición exacta de la materia prima utilizada. Tampoco son recomendables para quienes siguen una dieta baja en sal.