Para medio reincorporarme...
Publicado: 17 Nov 2004 21:38
Resultados, resultadosEn un pueblo había dos hombres que llevaban el mismo nombre:
Joaquín González. Uno era sacerdote y el otro era taxista. Quiere el destino que los dos mueran el mismo día. Entonces, llegan al cielo, donde los espera San Pedro. -¿Tu nombre? -pregunta San Pedro al primero.
-Joaquín González. -?El sacerdote? -No, no; el taxista.
San Pedro consulta su planilla y dice: -Bueno, te has ganado el
Para?so. Te corresponden estas túnicas de seda con hilos de oro y esta vara de platino con incrustaciones de rub?es. Puedes pasar.
-Gracias, gracias... -dice el taxista. Pasan dos personas más, y luego le toca el turno al otro Joaquín, quien había presenciado la entrada de su paisano. -¿Tu nombre? -Joaquín González. -?El sacerdote? -Sí.
-Muy bien, hijo mío. Te has ganado el Para?so. Te corresponde esta
bata de poli?ster y esta vara de plástico. El sacerdote replica.
-Perd?n, no es por presumir, pero... debe haber un error. ?Yo soy
Joaquín González, el sacerdote! -Sí, hijo mío, te has ganado el Para?so, te corresponde la bata de... -¿No, no puede ser! Yo conozco al otro señor, era un taxista, viv?a en mi pueblo, ?era un desastre c**o taxista! Se sub?a a las aceras, chocaba todos los días, una vez se estrell? contra una casa, conduc?a muy mal, tiraba los postes de alumbrado, se llevaba todo por delante. Y yo me pasó cincuenta años de mi vida predicando todos los domingos en la parroquia. ¿Cómo puede ser que a él le toque una túnica con hilos de oro y vara de platino y a mí esto? ?Debe haber un error!
-No, no es ningún error -dice San Pedro. Lo que pasa es que aquí
en el cielo ha llegado la globalizaci?n con sus nuevos enfoques
administrativos. Nosotros ya no hacemos las evaluaciones c**o
antes. -¿Cómo? No entiendo... -Claro, ahora nos manejamos por objetivos y resultados. Te voy a explicar tu caso y lo entender?s enseguida: durante los últimos cincuenta años, cada vez que tú predicabas, la gente se dormía; pero cada vez que el taxista conduc?a, la gente rezaba y se acordaba de Dios. Entonces, ¿Quién vendía más nuestros servicios? Nos interesan los resultados, hijo mío.
?Re - sul - ta - dos!
Joaquín González. Uno era sacerdote y el otro era taxista. Quiere el destino que los dos mueran el mismo día. Entonces, llegan al cielo, donde los espera San Pedro. -¿Tu nombre? -pregunta San Pedro al primero.
-Joaquín González. -?El sacerdote? -No, no; el taxista.
San Pedro consulta su planilla y dice: -Bueno, te has ganado el
Para?so. Te corresponden estas túnicas de seda con hilos de oro y esta vara de platino con incrustaciones de rub?es. Puedes pasar.
-Gracias, gracias... -dice el taxista. Pasan dos personas más, y luego le toca el turno al otro Joaquín, quien había presenciado la entrada de su paisano. -¿Tu nombre? -Joaquín González. -?El sacerdote? -Sí.
-Muy bien, hijo mío. Te has ganado el Para?so. Te corresponde esta
bata de poli?ster y esta vara de plástico. El sacerdote replica.
-Perd?n, no es por presumir, pero... debe haber un error. ?Yo soy
Joaquín González, el sacerdote! -Sí, hijo mío, te has ganado el Para?so, te corresponde la bata de... -¿No, no puede ser! Yo conozco al otro señor, era un taxista, viv?a en mi pueblo, ?era un desastre c**o taxista! Se sub?a a las aceras, chocaba todos los días, una vez se estrell? contra una casa, conduc?a muy mal, tiraba los postes de alumbrado, se llevaba todo por delante. Y yo me pasó cincuenta años de mi vida predicando todos los domingos en la parroquia. ¿Cómo puede ser que a él le toque una túnica con hilos de oro y vara de platino y a mí esto? ?Debe haber un error!
-No, no es ningún error -dice San Pedro. Lo que pasa es que aquí
en el cielo ha llegado la globalizaci?n con sus nuevos enfoques
administrativos. Nosotros ya no hacemos las evaluaciones c**o
antes. -¿Cómo? No entiendo... -Claro, ahora nos manejamos por objetivos y resultados. Te voy a explicar tu caso y lo entender?s enseguida: durante los últimos cincuenta años, cada vez que tú predicabas, la gente se dormía; pero cada vez que el taxista conduc?a, la gente rezaba y se acordaba de Dios. Entonces, ¿Quién vendía más nuestros servicios? Nos interesan los resultados, hijo mío.
?Re - sul - ta - dos!