(ot) UN CHISTE
Publicado: 11 Jun 2007 20:14
MI PRIMER COND?N ?Dios mío!... Ahora que acabo de cumplir diecisiete años, me acuerdo de mi primer cond?n c**o si la cosa hubiese sido ayer. ?Ah! Ten?a entonces quince preciosos e inocentes años. Por ver si era capaz de ello, me dirig? a la farmacia que hay debajo de casa a comprar una caja de condones. Hab?a allí una dependienta preciosa que me tenía tarumba, aunque era mayor que yo. Gracias a Dios, en ese momento no había nadie en la farmacia. Era lo que yo quería, aunque me mor?a de vergüenza. Entr? muy decidido. Pero, enseguida, ella se dió cuenta de que yo era un completo novato en esas cuestiones. Cuando me entreg? la caja de preservativos, con una sonrisita maliciosa me preguntó si sabía cómo usarlos. Yo, más colorado que un coche de bomberos y con toda sinceridad le contestú que no. Entonces, ella, ni corta ni perezosa, abrió el paquete, cogi? uno de los condones y se lo puso en el pulgar de la mano izquierda. A continuación, me dijo que me asegurara siempre de que quedase bien ajustado y seguro. Yo estaba paralizado. Si en aquel momento no se me cay? la baba fue porque no tenía ni una pequeña gota de saliva en toda la boca. De repente, aquel sueño de mujer mir? bruscamente a un lado y a otro de la farmacia. "Espera un minuto, no te muevas de ahí", me dijo. A continuación, se dirigi? a la puerta, le dió la vuelta a un cartel que ponía VUELVO ENSEGUIDA y cerr? con llave por dentro. Cogi?ndome casi violentamente por una de las mangas de mi camisa, me llevé a rastras a la rebotica y allí tir? hacia arriba de su polo. ?Madre mía!... ¿No llevaba sujetador! Ante mis ojos atúnitos, dos... bueno, dos "esas" increíbles. Ni grandes ni c**o las mías. Perfectas. "¿Estás excitado?", me preguntó. Sin saber qué decir, pensá para mí: excitado, no; estoy muerto. La verdad es que yo era tan bobo entonces, que todo lo que se me ocurrió hacer fue asentir con la cabeza. "?Vamos! ?A qué esper así ?Ponte uno de esos malditos condones!", me dijo. Mientras yo me lo ponía, termin? de desnudarse del todo y se reclin? en una especie de sofá que había all?, al lado de una mesa llena de papeles y frascos extraños. "?Venga!", me dijo. "No tenemos mucho tiempo". Creo que eso fuí lo que me dijo. Me atrajo hacia ella y... Fu? fantástico. En un minuto, que para mí transcurri? en un segundo, todo había acabado. ?Ay, Se?or! ¿Cómo son las mujeres! Apoy? sus manos en mi pecho, me empuj? hacia atrás, se me quedé mirando y, con el ce?o fruncido, me preguntó airada: "?Te pusiste el cond?n?". "Claro, amor mío", le dije, mientras le enseñaba mi pulgar izquierdo. 
