
Las gambas....esos bichitos rosados que son odiados y amados a partes iguales por la población...unos las idolatran y llegan a pagar cantidades más que considerables por comerlas...y otros...no pueden ni olerlas...
Yo no suelo comer gambas frescas, excepto en contadas ocasiones, porque unas gambas rojas de Garrucha, o unas gambitas recién cogidas en el puerto de Motril, esas gambas que las tocas con las manos y luego ni siquiera te huelen de lo frescas que están...esas vale la pena de vez en cuando rascarse el bolsillo y probarlas, esas si que me gustan...
Estas que os he preparado hoy, debo confesar que son congeladas, porque el tamaño de gamba que he utilizado no lo encuentro en el mercado, por supuesto éstas no se parecen en calidad ni de lejos a las que he nombrado antes....pero tendré que conformarme!!!!
INGREDIENTES
500 gr. de gamba grande pelada
5 dientes de ajo
4 cucharadas soperas de aceite de oliva
perejil picado
1 guindilla
sal
ELABORACION
En una cazuela de barro pequeñita, sofreir en el aceite el ajo cortado en láminas y la guindilla, cuando empiece a dorarse el ajo, añadimos las gambas, un poco de sal y removemos.
Cuando las gambas tengan su característico color rosado, las espolvoreamos con abundante perejil picado, retiramos la cazuela del fuego y la tapamos para que no se enfríen.
Se sirve inmediatamente, acompañadas de un buen trozo de pan para mojar en el aceite y con una cervecita fresca o un vino blanco fresquito.
Espero que os guste!!!