En esencia es otro de esos ricos placeres gastronómicos, que heredamos de nuestros mayores, en aquellos tiempos en que la inteligencia se ponía al servicio de la cocina tradicional para poder aprovechar el pan de días anteriores.
Se dice que este manjar de origen humilde, por su alto poder calórico, se utilizaba precisamente en el tiempo de cuaresma y Semana Santa, ante la imposibilidad de comer platos a base de carne por cuestiones religiosas.
La tradición basa este postre básicamente en una rebanada de (habitualmente de varios días) que es empapada en leche o vino y, tras ser rebozada en huevo y es frita con aceite,y finalmente, se aromatiza con diversos ingrediente:canela y se endulza con miel o azúcar.
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