

Ayer se me complicó la cosa porque no contaba con nadie mas que con mi marido a comer, pero poco a poco fue apareciendo la tropa. Nos fuimos por la tarde a llevarlos a un centro comercial, y me dí cuenta de que a Samuel le estaban saliendo granos en la cara y no paraba de rascarse. Como la cosa iba a más y el niño tenía mucha desazón, lo llevamos al ambulatorio, pero ya no había pediatra y entonces nos mandaron al Infanta Sofía. A todo ésto yo, con un costipado estupendo, que todavía tengo, iba con un calenturón, pero calladita por no preocupar a mi hija, que estaba la pobre agotada del niño. Estuvimos en la sala de espera de pediatría más de tres horas, con una temperatura altísima, y yo ya sin poder ni hablar, que me estaba cociendo en mis propios jugos (qué asco) y con la fiebre subiéndome. Le dijeron al niño que era algo vírico, que es lo que se dice cuando no se sabe lo que es, y le pusieron un anthistamínico. El pobre crío le decía al médico: "Los granos son malos, me pican, yo no los quiero". Daba lastimita verle.
Volvi a las diez y media a casa, me tomé el antibiótico y el paracetamol y me acosté.
Pero esta mañana, es lo primerito que he hecho al levantarme, y aquí están las fotos.
Hay una bandeja de cristal, grabada creo que con ácido, que me vuelve loca y ya no sabía cómo ponerla para que se viera bien. Al final, la puse delante de la pantalla de una tele que he quitado, y parece que se aprecia bien el dibujo. Que conste que la limpié bien de huellas antes de hacer la foto, pero las refracciones de la luz son traicioneras. Me ha mandado un centro de mesa navideño, que ya está puesto en el salón, dos candelabros pequeños monísimos, una macetita craquelada y con motivos navideños también, un espejo PRECIOSO, con unos querubines, todo en tonos dorados y grises, servilletas ni sé cuántas, pero mogollón y preciosas, y lo más importante una carta muy cariñosa, que me ayuda a conocerla un poco mejor.has gracias Esther y lo dicho: en Alcobendas tienes alguien con quien compartir un rato



