Cierta vez... le regalaron Dos Gigantescos Rodaballos... jamás se había visto nada igual.
Talleyrand reuni? a su personal de cocina. Al día siguiente daba una cena para doce invitados... personas todas... capaces de apreciar la exquisita
carne de este pescado.
¿Qué hacer ? Si serv?a los dos rodaballos...temía ser vulgar... alardear de nuevo rico

Sin embargo... los dos ejemplares halagaban su vanidad... no se resignaba a desaprovechar la circunstancia.
Cavilando..cavilando... tuvo una ocurrencia, que le hizo sonreir, tras su
chorrera de encajes.
Llegada la famosa cena, después de la sopa... el maitre abrió de par en par las puertas dando entrada a dos lacayos que llevaban ,sobre una enorme fuente de plata, el más prodigioso Rodaballo que jamás ojos humanos vieran

Al punto surgieron exclamaciones de admiraci?n ... todos los comensales se deshicieron en cumplidos, cuando, de pronto... se produjo un silencio de asombro... sólo cortado por un grito de desilusión y sorpresa.
Uno de los lacayos había resbalado sobre el piso encerado y el rodaballo... rod? por el suelo

Las miradas de todos se volvieron hacia el anfitri?n. Talleyrand, impasible, orden? :
- ? Qué traigan el otro !
A lo cual, otros dos criados entraron, en medio de la general admiraci?n, con el segundo Rodaballo...

Esta gente era tremenda... ?AH!... Quién pudiera disfrutar de intervalos de tiempo... entre sedas y encajes.
un beso
maig
