jajajja pues depende.. si .. tambien es un camping, una empresa de ladrillos..
y el famoso..SUSPIRO DEL MORO.,. puerto de 860 m de altitud
Y EL SUSPIRO DEL MORO..del rey Boabdil
Tras la rendici?n de Granada
a los Reyes Catúlicos, el año de 1492,
los muslimes, familiares y servidumbre del rey Boabdil,
las mujeres del harén,
los pr?ncipes de la sangre,
los santones y faquíes del palacio,
los propios monarcas,
tuvieron que abandonar muy a su pesar
los fastuosos salones y majestuosos jardines
de los palacios de la Alhambra,
donde tanto goce terrenal habían disfrutado
durante varias bienaventuradas generaciones
Formando parte de la comitiva
que marchaba al destierro,
los j?venes guerreros,
impetuosos e intransigentes,
no se conformaban en la desgracia
y profer?an gritos amenazantes,
rebeldes y reivindicativos.
Los viejos santones,
solemnes, reflexivos,
sintiéndose sensatos ante tanta desventura,
sobreponían la tenue luminosidad
de la supervivencia de aquella casta
al orgullo humillado,
el infortunio manifiesto
y la rabiosa desesperanza
de los desterrados.
Las mujeres, incapaces
de controlar el dolor de sus congojas,
entre llantos y sollozos profer?an alaridos desgarrados,
multiplicados en millares
por el eco entre las cañadas.
Mientras el trepidante sonar
de los victoriosos clarines castellanos
estremec?an de una u otra forma
a todos y cada uno de los habitantes de Granada,
las largas filas de desheredados marchaban lentamente,
flanqueando a las díciles recuas
que transportaban lo más preciado
e indispensable de sus pertenencias,
a lo largo de los caminos y quebradas
que desde la f?rtil vega granadina
ascienden a los agrestes parajes de las Alpujarras,
en las estribaciones meridionales
de las montañas que conforman Sierra Nevada.
Atardecía cuando la comitiva,
tras sobrepasar Alhend?n a diestra
y posteriormente Otura a siniestra,
alcanz? la alta loma que define el puerto
desde el que empieza a vislumbrarse el túrmino
de Al Badul (hoy llamado El Padul)
y se pierde de vista la extensa vega granadina.
Boabdil bajé de su corcel árabe
y dió media vuelta.
Observ? con profunda amargura
la lejana silueta de los palacios y alc?zares nazar?es
coronando la rojiza colina de la Alhambra,
a la que durante toda esta jornada de viaje
había estado dando la espalda.
Los díbiles rayos del crep?sculo,
procedentes del sol poniente
tras el horizonte que forman las colinas de Loja,
apenas permitían discernir
detalles del para?so perdido.
A pesar de todo a Boabdil
le pareció la Alhambra más hermosa que nunca,
que ya es decir hermosa.
La congoja apretú su pecho,
dejéndolo sin respirar por instantes.
Una inspiraci?n muy profunda puso fin
al prolongado periodo de apnea.
Las emociones contenidas
en lo más ?ntimo de su pecho
afloraron al exterior
en forma de amargo gemido.
Testigo de excepci?n
del humano desahogo regio
la madre del sollozante Boabdil,
la Sultana Aixa al-Horra,
no pudo contener ni un momento más
la rabia contenida que la embargaba.
De alguna forma abrió una valvula de escape
para liberar al menos parcialmente
las tremendas tensiones que ven?an oprimiendo
a su angustiado esp?ritu.
S?bita, espontúnea, inesperadamente,
sin pelos en la lengua,
increp? adustamente a su hijo Boabdil
una frase desabrida,
lapidaria, humillante:
-Llora c**o mujer lo que no supiste
guardar y defender c**o un hombre.
Desde aquel aciago día
el puerto de 860 m de altitud
donde madre e hijo tuvieron tan breve pero intenso
intercambio de emociones
es com?nmente conocido c**o
?El suspiro del Moro?.
Y AHORA MI POSTRE..
