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SIRENA64 - Jefa de cocina

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por SIRENA64 » 21 Feb 2007 16:30
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SIRENA64 - Jefa de cocina

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por SIRENA64 » 21 Feb 2007 16:42
Vengo a decirme que razón es la que alimenta la vena de hacer poemas.
No hay razón de la lógica. Es desmesura que ocupa invadiendo mi mente en los últimos días.
Emociones que rebrotan anonadando mi ser. Machacando el sentido recordando sinsentidos.
No me siento dada al arte de la versificaci?n. A veces suena la flauta y recorro el grafo sin control. Repaso las líneas que hormiguean en pantalla y recoloco los versos y pienso, ?cuantos verbos? ¿Qué he de hacer si mi estilo es verbificar las cosas y accionarlas así?
Se me sugieren remiendos y a ellos me dirijo. No encuentro equilibrios. Olvido acentuar. La acentuaci?n no me la arregla el word. ¿Qué sabe él de lo que pienso, si presente o pasado en la forma que acomodo en el p?rrafo?
Me disculpo para mí en que los que publican no son quienes controlan la graf?a de la ortograf?a.
Me apunto mil chorradas en libretas, hojas sueltas o cuadernos, con una letruca fina que ni yo después encuentro.
De las comas, no digamos. Qué dilema del sentido que le da una aquí u otra all?.
Lo importante y principal es dejar la mente volar y cazarlas al vuelo no es fácil si te atienes a tiesuras de ornamentos gramaticales.
?A qué te sabe la poesía? A miel, un suspiro, tierra, la esperanza, el aire. ?A qué te sabe el mundo cuando luchas por auparte hasta lo más alto?, el triunfo, ?a qué te sabe?, lo hueles, lo agarras, ?a qué te sabe?.
Gr?tame, gr?tamelo fuerte, ?a qué te sabe cobarde?, traidor, ?a qué te sabe alcanzar el cielo?, ?grita!, sal corriendo pobre desgraciado. ?A qué te sabe?. A qué te sabe la música, los violines, las corcheas, las blancas, las negras. A qué te sabe el humo de la calle, el frío del cemento, la humedad de la noche.
Reacciona, tienes miedo, cobarde desgraciado, huye. Has perdido el rumbo, la noci?n del tiempo. ?A qué te sabe el triunfo si has muerto?
Poeta armado, lo tuyo no es poesía, es un llanto vacío, una voz sin sonido.
No te reconozco, dime, grita, h?zmelo saber, pobre desgraciado, ?a qué te sabe la lluvia sobre tus hombros mojados?, vuelves a estar solo, poeta.
Tus libros son tu c?rcel, la pluma tu arma, tu mente el carcelero de tu alma.
Mira la luna, se está riendo. Poeta, poeta.
Toca el mar, bebe las nubes, camina por el aire sobre una alfombra de estrellas, habla con las piedras. ?A qué te sabe eso ahora?, no tienes nada cobarde desgraciado. Amarguras, furia, rabia, lo tuyo no es poesía, es la guerra.
¿Esperanza, truh?n? T? me la robaste. Segaste la poesía con tu hoz del demonio, cobarde, ?a qué te sabe el triunfo?
¿Una poesía? ¿Qué es poesía?, tú la mataste.
No te tengo odio, ni pena, ya no siento frío, ni calor, no corre la sangre por mis venas, ya no hay nada, silencio.
Vamos, da la cara, deja que te vea, cobarde desgraciado. Estás muerto, ?muerto!, ?me oyesí. Y te la llevaste. ?Vamos, mensajero del infierno!, ?a qué te sabe?.
Ya no habrá más poesía, tú la mataste.

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SIRENA64 - Jefa de cocina

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por SIRENA64 » 23 Feb 2007 11:32
?rase una vez, más allí del país que se esconde tras la línea del horizonte, una extraña regi?n nunca visitada por presencia humana. En ese lugar rec?ndito no existían las fronteras de ningún tipo, no había vallas ni barreras que separaran una porci?n de tierra de otra distinta, y todos los animales que habitaban este país perdido en la bruma del mar y del cielo, podían pasear por todos los parajes que se les antojara. Pero claro, en un lugar tan peculiar, los habitantes no podían ser c**o los animales que se pueden encontrar en este lado del horizonte. Allí, todos y cada uno de ellos, tenían una caracter?stica peculiar que casi rozaba la línea que pinta de plata la magia y la alquimia. Estaban, por ejemplo, los unicornios que se escapan de los sueños, con su reluciente cuerno azul plateado y su galopar de cascabeles. También viv?an allí los dragones derrotados por los pr?ncipes de los cuentos, dragones muy especiales porque sus lagrimillas apagaban el fuego de su nariz y ya no podían hacer daño a ningún ser viviente. Y bueno, tambiénviv?an gnomos, s?lfides, ondinas, salamandras, el burro con alas del que tanto hablan, y un sin fin de seres nunca imaginados por la fant asía más poderosa de un ser humano.
Un buen día, un borrego normal y corriente, de este lado del horizonte, jugaba con sus compa?eros en un prado de verde y jugosa hierba fresca. Dieron saltos y volteretas mientras su pastor dormía pl?cidamente a la sombra de un avellano violeta regado de primavera.
El borreguito, tras darse un buen tropez?n con una piedra juguetona que se interpuso en su camino, quedé tirado en el suelo, notando la caricia tibia del sol de media tarde. Paraél, el cielo era un país de ensueño destinado solo a los borregos privilegiados, veía pasar cientos de nubes blancas y esponjosas c**o la lana que a él le cubr?a en los momentos más fríos y solitarios, y creía que esas nubes de algod?n eran los borregos mígicos del país del cielo.
- Esos borregos afortunados comerén pasto azul, dulce y luminoso -dijo el borreguito- Además, sentir?n las caricias del sol y del viento de forma mucho más cercana.
Mientras pensaba, el borrego no se dio cuenta de que ningún compa?ero suyo estaba pastando cerca de all?, y cuando quiso reunirse con ellos, se encontré totalmente perdido. Dio un par de vueltas por la ladera de las flores amarillas con sabor a dulce caramelo de n?ctar y clorofila, subi? hasta la piedra gris que serv?a de balc?n al acantilado de las mil rocas puntiagudas, y sigui? caminando y caminando hasta caer rendido sobre una hierba desconocida y nunca probada por el apetito de su rebaño.
- ¿Qué voy a hacer ahora? -dijo entre lagrimitas- estoy perdido y me encuentro muy solo.
Hundi? su hocico en la caricia h?meda del pasto de aquel lugar extraño e intentú protegerse del frío acurruc?ndose en el manto de su cuerpo. De repente notú una leve calidez cubriendo su cuerpecito tembloroso y levantando la cabeza descubri? una luna enorme color cobre, que deslizaba su calor sobre el borreguito desolado. Cuando el borrego estaba ensimismado mirando la luna, una nube redonda y espesa se cruz? entre el abrazo imaginario de ambos.
- ¿Esto sí que no lo consiento! -dijo enfadado- Está bien que esos malditos borregos caprichosos se coman el pasto azul y que reciban las caricias del aire antes que yo, pero ésto, ésto no lo consiento. La luna me estaba abrazando a mí y ningún borrego a?reo me apartar? de su caricia.
El borreguito pensá y pensá la manera de poder subir hasta el cielo y convertirse en uno de esos borregos de algod?n p?lido que pueden besar a la luna sin que nadie se interponga en el momento mígico. Tras darle mil dos vueltas a la cabeza, se le ocurrió una brillante idea, perseguir?a a la línea del horizonte hasta encontrar la escalera que sube al cielo.
Pasaron los años, y el borreguito seguía caminando y caminando en busca del horizonte. Le habían salido canas pero c**o su lana era blanca lo disimulaba bastante bien, pero no había encontrado el l?mite del horizonte y todas las noches algún borrego volador le robaba las caricias de la luna.
Un buen día, el borreguito sonri? una sensaci?n muy extraña, se le ensordecieron los o?dos por un segundo y una capa de plata cubri? el iris de sus ojos. Sin darse cuenta había llegado a ese país de más allí de la línea del horizonte, y descubri? un prado con lucecitas de plata en cada brizna de hierba.
- ¿Qué sabrosa tiene que estar esta hierba, nunca había visto nada parecido! -pensá. Y con un hambre voraz comenz? a comer y comer hasta que cay? rendido de sueño.Cuando despertú tuvo que levantarse de un brinco porque un ser con cuatro orejas puntiagudas y alas de lib?lula le hacía cosquillas en el hocico. Mira a su alrededor y descubri? que estaba rodeado por miles de animales extraños que él nunca antes había visto, y comenz? a sentirse realmente asustado.
- ¿Qué haces aquí? -preguntó un duendecillo- ¿no sabes que ningún animal de la otra orilla del horizonte puede pisar nuestros prados?
- Lo siento mucho -se explicó el borrego- No, yo no lo sabía. además, yo no pretendía llegar hasta aquí, lo que yo quería era encontrar la escalera que sube hasta el cielo y convierte a los borregos normales en borregos a?reos.
- No existe tal escalera -dijo el duende menos enfadado- Ninguno de nosotros hemos o?do hablar de ella, pero¿por qué quieres encontrarla?
- Para conseguir el abrazo de la luna.
Todos los seres de aquel lugar comenzaron a re?r a carcajadas. Algunos rieron con todas las notas musicales, otros con todos los colores del arco iris, y otros con todos los olores imaginables. El borreguito se sinti? ofendido, no sabía por qué re?an y un sentimiento de rabia empez? a subirle por la punta de sus copitos de lana hasta el último poro de su piel.
- ?Basta! -gritú con todo su torrente de voz- ?de qué re?s?, yo no me r?o de vuestros extraños cuernos ni de vuestras alas de colores,¿por qué os re?s vosotros de mí?
- Nadie ha conseguido el abrazo de la luna -replic? el duende- ninguno de nosotros ha conseguido ese deseo desde que este país existe, y no creo que un borrego sucio y viejo c**o tú vaya ahora a conseguirlo. Así que, lo mejor es que abandones nuestros parajes esta misma noche. De lo contrario, morir?s.
- ?Pens?is hacerme daño? -pregunto el borrego.
- No es eso, lo que pasa es que ningún ser de tu país es capaz de sobrevivir aquí, os falta algo muy importante.
- ¿Y qué es? -preguntó intrigado el borreguito.
El duende guard? silencio un momento, mir? dubitativo a sus compa?eros y por fin respondi?.
- Os falta el sueño, el sueño en la imaginación, en los poros de la piel, en cada gota de sangre, la fant asía encantada del sueño, ¿no lo entiendes?
Mientras repetía un eco extraño todas estas palabras, los seres de aquel lugar fueron desapareciendo dejando solo al borreguito. Casi sin darse cuenta, en un abrir y cerrar de ojos, el cielo comenz? a cambiar de color, abriendo paso a la noche. Al borreguito le temblaban las patas recordando lo que le había dicho el duende, pero algo le impedía marcharse, el color plata de aquellos prados tenía que ser una señal, no podía marcharse de allí c**o un cobarde.
- ?Vete, vete! -le gritaban los seres extraños que él ya no podía ver -?vete o ya será demasiado tarde!
El borrego sinti? miedo, un púnico feroz. En un arrebato ech? a correr hacia el horizonte, corr?a c**o nunca antes lo había hecho, ni siquiera cuando le perseguía el lobo en aquellos días en los que viv?a con su rebaño y su pastor. Sigui? corriendo más y más hasta que una fuerza mígica le paraliz?. No podía mover ni un c**o de lana, estaba justo en el filo del horizonte. Se asusted pensando que se cumpl?a lo que el duende le había avisado que ocurrir?a. Estaba a punto de echarse a llorar pero apenas tenía fuerzas, y entonces, una caricia c?lida de bronce lo acun? elev?ndole hacia el cielo con su abrazo.
Desde aquel día, todas las noches, cuando la luna siente el frío de la inmensidad del cielo, un borrego volador con sueños en cada c**o de lana de algod?n, arropa su cuerpo tembloroso y se funden en un abrazo.

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Tori21 - Subjefa/e de cocina

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por Tori21 » 23 Feb 2007 11:49
ESPERO QUE
LO DIGAS POR UN MALISIMO POETA TANTO c**o MATARLA CREO QUE NO
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Tori21 el 06 Jun 2007 02:01, editado 1 vez en total.
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SIRENA64 - Jefa de cocina

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por SIRENA64 » 23 Feb 2007 18:59
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SIRENA64 - Jefa de cocina

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por SIRENA64 » 24 Feb 2007 10:57
A un paso de los sueños
*Una noche c**o la de ayer*
Ayer sentú fri?, vi al mundo caer conmigo.
Las palabras de otros perdieron su sentido, y la luz que iluminaba mi caminar se a extinto.
Hoy ya no tengo esperanzas de seguir viviendo, hoy la palabra ?sueños? se ha desvanecido conmigo.
*El sol ya no tiene luz*
Mis pensamiento se hunden en un triste vaci?, no puedo hablar sin confiar en lo que digo.
El gris del día, empa?a mis sentimientos haci?ndolos huir al abismo?hoy no tengo nada entre las manos, no tengo nada que perder.
No hay luz, el sol se ha apagado en mi mundo. No reconozco rostros, solo veo sombras de sufrimiento que caminan sin rumbo.
*?D?nde quedan las esperanz así*
Se fueron corriendo, y no las pude ver. No hay luz en esta habitaci?n, no hay luz en el mundo entero. Hoy nadie sueña, y nadie correr detr?s de las esperanzas que se escapan.
Estoy cansado, no quiero pararme y seguir. Hoy todo ha muerto a mí alrededor, y estoy esperando un segundo más para que la muerte venga por mí.
Esperanzas ?A dónde huyeron? Que no dejaron huellas sobre la arena ni tampoco un mapa, para ir a su encuentro.
*Esperar?*
Ni siquiera la muerte se ha asomado por mi puerta, ya no la quiero esperar.
Creo que tenga otra opción, salir en busca de la luz que nunca encontrar?, la que vi en mis sueños aquella vez.
El piso sigue tan frío c**o ayer, y mis manos tiemblan por el miedo a pararme esta vez.
*Paso a paso lo conseguir?*
Estoy parada, no lo puedo creer. Mis rodillas tiemblan, se quieren caer.
Algo en mi me motiva a dar un paso, quizás mañana continu? con el camino, mañana lo haré.
*Hoy quiero correr*
Despertú en el suelo otra vez, acompañando sueños todavía no materializados.
Trato de abrir de par en par mis ojos, pero algo me impide hacerlo, y es esa luz a lo lejos.
Mis manos se extienden, quieren ir por ella y no dejarla escapar.
Mi cuerpo se levanta, y comienza a correr?hoy e visto las esperanzas tocar mis sueños, y en ellas algo que me motiva a correr y encontrar mis sueños.
*En busca de los sueños*
Paso a paso, me voy acercando. La luz me cega, pero yo aún sigo caminando.
No se que camino seguir?, me dejo guiar por mi corazón que me dicta por donde ir?.
Mis manos se extienden, cogen la esperanza que el mundo ha perdido.
Hoy un sueño mío se ha cumplido.
Tengo en mi, las esperanzas que estaban desechadas. No tuve camino, no tuve esperanzas de salir vivo.
Pero ahora estoy de pie, viendo la luz del sol reflejando el olvido. Todo el mundo esta de pie, observando la luz que traje conmigo.
Sue?a, y correr detr?s de tus sueños. Sigue mis pasos, los deje marcados sobre la arena para que sigas mi camino.
Nunca dejes de soñar.
Muchas veces la vida nos pone obstúculos, pero todo es para mejorar.
Yo me ca?, me golpee pero veme aquí hoy soy mejor que ayer, tengo sueños y voy a correr detr?s de ellos.
Ten mi mano, me tienes a tu lado. Si te hacen falta esperanzas para encontrar ese camino que dejé marcado, ten encuenta que yo te estará apoyando.
Los sueños viven dentro de ti, y solo tú eres quien para encontrarlos.
>>Espero que este pequeño escrito les de fuerza a todos para seguir... y luchar por sus sueños. Muchas veces se nos olvida, pero espero que al leerlo les recuerde que nunca es tarde para correr e ir detras de lo que siempre so?amos. GuiiTo! sigue adelant amigo...sabes que tienes todo mi apoyo. Se mucho que cuesta levantarse...pro hay que hacerlo, las pruebas de la vida estan para hacernos mejores. Kiero verte feliz,Te quiero demasiado!<<

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Tori21 - Subjefa/e de cocina

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Mensaje
por Tori21 » 24 Feb 2007 11:22
PRECIOSO SIRENITA,
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Tori21 el 06 Jun 2007 02:02, editado 1 vez en total.
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SIRENA64 - Jefa de cocina

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por SIRENA64 » 24 Feb 2007 11:36
DICEN KE TENGO EL CORAZON GRANDE

SERA PORQUE SOY MUY DEPORTISTA
AUNQUE ALGUNAS VECE PIENSO QUE SE LO DEBO TODO A MI MARIDO EL ME A ENSE?ADO HACER c**o SOY

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SIRENA64 - Jefa de cocina

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por SIRENA64 » 26 Feb 2007 10:14
No sí por qué tuvo que contarme aquella historia. Tal vez le pesara en la conciencia, c**o me pesa ahora a mí. La única diferencia es que yo utilizo un papel en blanco para descargar este peso y no el o?do de un confidente.
En fin, el caso es que mi amigo Juan me contó, después de avisarme para que fuese a su casa porque tenía algo que contarme, que estando de vacaciones este último verano, en una urbe tur?stica de la costa mediterr?nea, una mañana en la que paseaba cerca de la vaa del ferrocarril que une los pueblos costeros, encontré algo entre la hierba de la cuneta del camino; se trataba de una míquina fotogr?fica, de las de carrete de toda la vida, visiblemente estropeada. Parec?a haber sido golpeada contra el suelo y por su aspecto debía llevar bastante tiempo all?.
Mi amigo, que es un manitas y le domina la costumbre de llevar tarros a su casa, pues piensa que la gente tira las cosas por capricho, pensá que aquello podía ser reciclable y se la llevé para su apartamento.
Una vez all?, revisando la míquina, se dio cuenta que contenía un carrete de pel?cula que ya había sido utilizado, lo rebobin? con cuidado de no exponerlo a la luz y se lo guard? sin darle más importancia. Luego puso manos a la obra e intentú arreglar la míquina fotogr?fica, hasta que al cabo de dos horas lo dejé por imposible, aunque no la tir?, por si acaso podía aprovechar las piezas.
A la tarde, mientras veía pasar turistas oculto tras sus gafas oscuras, sentado tranquilamente en la terraza de un bar del paseo mar?timo, busc? el encendedor en los bolsillos del pantal?n corto para encender un cigarrillo. Sus dedos se toparon con el carrete, lo dejé sobre la mesa y sigui? buscando el mechero hasta que lo encontré.
Mientras fumaba se quedé mirando aquel pequeño cilindro negro y le pic? la curiosidad de saber qué habrían fotografiado antes de tirar la míquina. Pens? que nada más fácil para revelar el misterio era revelar aquel negativo, así que dando un pequeño paseo se acerc? hasta una tienda de material fotogr?fico, dejé allí los negativos para que los revelaran en una hora, tal y c**o rezaba un gran letrero en la puerta.
Mi amigo Juan dejé pasar el tiempo en otra terraza, viendo desfilar las muchachas, la mayoría rubias, de aspecto extranjero y ligeras de ropa, que estaba claro que ven?an de la playa. Mientras tanto, c**o me dijo, él tambiéndisfrutaba de otra rubia, fría y espumosa.
Volvi? a la tienda a recoger las fotos. Me contó que se dirigi? a su apartamento sintiendo un apetito morboso que esperaba satisfacer viendo a solas aquellas fotograf?as.
Al llegar al apartamento cerr? la puerta tras de si y después de coger una cerveza de la nevera se sentú en el sofá. Encendi? la luz de la l?mpara, pues ya estaba oscureciendo, y abrió el sobre que contenía las fotograf?as.
Llegando a este punto de la historia cogi? un sobre grueso del revistero que había junto al sofá en el que estébamos sentados y me lo entreg? para que lo abriera y viera por mis mismos ojos las fotograf?as.
Así lo hice y vi que las primeras fotos eran del interior de un autobús, con chicos j?venes que hacían muecas y alguna que otra mujer, muchos de ellos con inequévocos rasgos anglosajones. Hab?a una foto tomada en la muga que separa o une la pen?nsula Ib?rica con el resto del continente y otra sacada desde la ventanilla al toro-cartel de Osborne, tambiénuna de la fachada de un hotel de esa poblaci?n tur?stica en la que se encontraba mi amigo, no era necesario ser muy observador para ir hilvanando aquella historia y así se lo hice entender aél, que asentía y afinaba mis deducciones.
Hab?a una en un parque de atracciones cercano, otras hechas desde lo alto de una especie de montaña rusa, otra de una gran paella rodeada de caras conocidas del autobús, después los mismos individuos con jarras de cerveza y botellas con líquidos de diversos colores brindando alegres. Fotos en la playa, en sus chiringuitos, en las terrazas de los bares del paseo mar?timo, en pubs de estilo ingles y los rostros cada vez más deformados, no por el objetivo de la míquina sino por los efectos del alcohol. Hab?a unas fotos de unas chicas que se alejaban, otras de unos cuantos enseñando el culo, más fotos de pubs? Las últimas fotograf?as estaban descuadradas: cornisas de edificios, señales de tráfico, de las afueras de la poblaci?n, del suelo, de sus propios pies, del camino que va a la estaci?n del ferrocarril y por último de lo que parec?a un tren a lo lejos.
Mi amigo permaneci? un momento en silencio y yo me quedé un poco a expensas de que me contase qué había de especial en esa historia. Sacá entonces una fotograf?a de una caja que tenía sobre la mesa y me la entreg? sin decir nada.
Después de mirarla durante unos instantes se me hel? la sangre?
No sí por qué tuvo que enseñérmela, ya no se podía hacer nada, y ahora sueño con la cara horrorizada del maquinista.

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