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SIRENA64
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Mensaje por SIRENA64 » 27 Dic 2006 22:20

:up:

Tori21
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Mensaje por Tori21 » 27 Dic 2006 22:39

ME ACABO DE LEER EL CUENTO PRECIOSO,Y MUY OBJETIVO ME GUSTA.
Última edición por Tori21 el 06 Jun 2007 00:37, editado 1 vez en total.

SIRENA64
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Mensaje por SIRENA64 » 27 Dic 2006 23:01

gracias tori :beso: buenas noxe

SIRENA64
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Mensaje por SIRENA64 » 28 Dic 2006 19:40

SUE?OS DE SEMILLA

En el silencio de mi reflexi?n percibo todo mi mundo interno c**o si fuera una semilla, de alguna manera
pequeña e insignificante pero tambiénpletúrica de potencialidades.
...Y veo en sus entra?as el germen de un ?rbol magnífico, el ?rbol de mi propia vida en proceso de desarrollo.
En su pequeñez, cada semilla contiene el esp?ritu del ?rbol que será después. Cada semilla sabe cómo
transformarse en ?rbol, cayendo en tierra f?rtil, absorbiendo los jugos que la alimentan, expandiendo las ramas
y el follaje, llen?ndose de flores y de frutos, para poder dar lo que tienen que dar.
Cada semilla sabe cómo llegar a ser ?rbol. Y tantas son las semillas c**o son los sueños secretos.
Dentro de nosotros, innumerables sueños esperan el tiempo de germinar, echar ra?ces y darse a luz, morir
c**o semillas... para convertirse en ?rboles.
?rboles magníficos y orgullosos que a su vez nos digan, en su solidez, que oigamos nuestra voz interior, que
escuchemos la sabidur?a de nuestros sueños semilla.
Ellos, los sueños, indican el camino con s?mbolos y señales de toda clase, en cada hecho, en cada momento,
entre las cosas y entre las personas, en los dolores y en los placeres, en los triunfos y en los fracasos. Lo
so?ado nos enseña, dormidos o despiertos, a vernos, a escucharnos, a darnos cuenta.
Nos muestra el rumbo en presentimientos huidizos o en rel?mpagos de lucidez cegadora.
Y así crecemos, nos desarrollamos, evolucionamos... Y un día, mientras transitamos este eterno presente que
llamamos vida, las semillas de nuestros sueños se transformar?n en ?rboles, y desplegar?n sus ramas que,
c**o alas gigantescas, cruzar?n el cielo, uniendo en un solo trazo nuestro pasado y nuestro futuro.
Nada hay que temer,... una sabidur?a interior las acompaña... porque cada semilla sabe... cómo llegar a ser
?rbol...





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SIRENA64
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Mensaje por SIRENA64 » 28 Dic 2006 20:31

Dos imágenes en un estanque
Giovanni Papini

?Sólo para volver a ver mi rostro en un estanque muerto, lleno de hojas muertas, en un jard?n estéril, me detuve después de tanto tiempo en la pequeña capital? Cuando me aproximaba a ella no pensaba tener otro motivo que éste.
Regresando del mar y de las grandes ciudades de la costa, sentía el deseo de las cosas ocultas, de las calles estrechas, de los muros silenciosos y un poco ennegrecidos por las lluvias. Estaba seguro de hallar todo eso en la pequeña capital, en la ciudad donde había estudiado durante cinco años, con maestros de cl?sicas barbas blancas, las ciencias más germúnicas y más fantásticas.

Recordaba a menudo la querida ciudad, tan sola en medio de la llanura, c**o una exiliada (he pensado siempre que existen tambiénciudades desterradas de su propia patria), sin r?o, sin torres ni campanarios, casi sin ?rboles, pero totalmente quieta y resignada en torno al gran palacio rococ?, en el que charla y duerme la corte. En las calles, a cada cien pasos, hay un pozo y junto al pozo una fuente y sobre cada fuente un guerrero de terracota, pintado de azul y rojo p?lido.

Recordaba tambiénla casa en que viv? durante los años de mi aprendizaje cientúfico. Mis ventanas no se abr?an sobre la plaza sino sobre un gran jard?n, cerrado entre las casas, donde había, en un rincón, un estanque circuido por rocas artificiales. A nadie le importaba el jard?n: el viejo señor había muerto y la hija, aburrida y devota, consideraba a los ?rboles c**o herejes y a las flores c**o vanidosas. También el estanque había muerto por su culpa. Ning?n chorro brotaba ya de su seno. El agua parec?a tan cansada e inm?vil c**o si fuese la misma desde hacía una cantidad enorme de años. Por lo demás, las hojas de los ?rboles la cubr?an casi enteramente e incluso las hojas parec?an haber ca?do allí en oto?os míticamente lejanos.

Este jard?n fue el sitio de mis alegrías mientras viv? en la pequeña capital. Ten?a la libertad de poder visitarlo cada hora y cuando los maestros no me llamaban me sentaba con algún libro junto al estanque, y cuando estaba cansado de leer o la luz menguaba, intentaba mirar mis ojos reflejados en el agua o contaba las viejas hojas y seguía con estética ansiedad sus lentos viajes bajo el h?lito desigual del viento. Alguna vez las hojas se apartaban o se reun?an todas en el fondo y entonces veía en el agua mi rostro y lo contemplaba tan largamente que me parec?a no existir más por mí mismo, con mi cuerpo, sino ser solamente una imagen fijada en el estanque por la eternidad.

Fue por eso que corr? inmediatamente al jard?n, apenas llegu? a la pequeña capital. Hab?an pasado muchos años, pero la ciudad se mantenía igual. Por las mismas calles estrechas pasaban las mismas mujeres enanas y amarillentas, de cofias ajadas, y los guerreros de terracota, in?tiles y rid?culos, se apoyaban en el pu?o de las espadas sobre las habituales fuentes.

Y tambiénel jard?n estaba tal c**o yo lo había dejado, tambiénel estanque estaba c**o yo lo vi por última vez, antes de regresar a mi patria. Alguna mata de más en los canteros, algunas hojas más en el estanque y todo el resto c**o antaño. Quise entonces volver a ver mi cara en el agua y me di cuenta de que era diferente, muy diferente de aquella que tan l?cidamente recordaba. El encanto de ese estanque, de ese sitio volvi? a apoderarse de mí. Me sentú sobre una de las rocas artificiales y con la mano mov? las hojas muertas para formar un espejo más grande a mi rostro palidecido y transfigurado. Permanec? algunos minutos mirando mi imagen y pensando en las leyes del tiempo cuando vi dibujarse en el agua otra imagen junto a la mía. Me volví bruscamente: un hombre se había sentado a mi lado y se reflejaba junto a mí en el estanque. Lo mir? sorprendido -volví a mirarlo y me pareció que se me asemejaba un poco. Dirig? de nuevo los ojos al estanque y contempl? otra vez su imagen reflejada sobre el fondo sombr?o. Al instante comprend? la verdad: ?su imagen se parec?a perfectamente a la que yo reflejaba siete años antes!

En otro tiempo, quizás, aquello me hubiera espantado y seguramente habría gritado c**o quien se halla preso en el c?rculo de alguna invencible obsesi?n. Pero yo sabía ahora que solamente lo imposible se vuelve real algunas veces y por lo tanto no sentú el menor asomo de terror. Tend? la mano al hombre, que me la estrech?, y le dije:

-S? que tú eres yo mismo, un yo que pasó hace mucho, un yo que creía muerto pero que vuelvo a ver aquí, tal c**o lo dejé, sin cambio visible.

Y no s?, oh mi yo pasado, qué deseas de mi yo presente, pero sea lo que fuere no sabr? neg?rtelo.

El hombre me mir? con cierto estupor, c**o si me viera por primera vez, y respondi? después de unos instantes de vacilaci?n:

"Quisiera estar un poco contigo. Cuando tú creíste partir definitivamente yo permanec? aquí, en esta ciudad donde no pasa el tiempo, sin moverme, sin hacer nada, esperándote. Sab?a que regresarías. Hab?as dejado la parte más sutil de tu alma en el agua de este estanque y de esta alma yo he vivido hasta hoy. Pero ahora quisiera unirme nuevamente a ti, permanecer estrechado a ti, viviendo contigo, escuchando de ti el relato de tus vidas de todos estos años. Yo soy c**o tú eras entonces y no conozco de ti más que lo que tú conocías entonces. Comprende mi ansiedad de saber y de escuchar. Hazme de nuevo tu compa?ero hasta que partas una vez más de esta ciudad exiliada del mundo y del tiempo."

Asentú con la cabeza y salimos del jard?n tomados de la mano, c**o dos hermanos.

Comenz? entonces para mí uno de los periodos más singulares de mi vida, esta vida mía tan diferente ya de la de otros hombres. Viv? conmigo mismo -con mi yo transcurrido- algunos días de imprevista alegría. Mis dos yo caminaban por las calles mal empedradas, en medio del silencio que reinaba desde hacía tanto tiempo en la pequeña capital -?un silencio que databa del siglo decimoctavo!-, y conversaban incesantemente tratando de recordar las cosas que vieron, los hombres que conocieron, los sentimientos que los agitaron, los sueños que dejaron un amargo sabor en sus esp?ritus. Las dos almas -la antigua y la nueva- buscaron juntas la universidad, silenciosa y sepulcral c**o un monasterio monta??s -recorrieron el jard?n a la francesa, detr?s del palacio rococ?, donde las estatuas, mutiladas y ennegrecidas, no concedían más de una mirada a las alamedas infinitas- y se aventuraron hasta el Liliensee, una chacra mal excavada que por decreto de los viejos pr?ncipes había llegado a obtener el nombre de lago. ¿No puedo recordar aquellos días de paseos y de confidencias sin que desfallezca por un instante mi corazón! Pero luego de las primeras horas de efusi?n, después de los primeros días de evocaciones, comenc? a sentir un tedio inenarrable al escuchar a mi compa?ero. Ciertas ingenuidades, ciertas brutalidades, ciertos modos grotescos que continuamente exhib?a me desagradaban. Me percatú, además, al hablar extensamente conél, de que estaba lleno de ideas rid?culas, de teorías ya muertas, de entusiasmos provincianos hacia cosas y seres que yo ni siquiera recordaba. Confiaba en ciertas palabras, se conmov?a con ciertos versos, se exaltaba ante ciertos espectúculos que a mi, en cambio, me inspiraban muecas o sonrisas. Su cabeza estaba llena todavía de ese romanticismo gen?rico, desproporcionado, hecho de cabelleras desmelenadas, de montañas malditas, de bosques tenebrosos, de tempestades y de batallas con redoblar de truenos y tambores, y su corazón se deshacía en aquel pathos germúnico (flores azules, luna entre nubes, tumbas de castas novias, cabalgatas nocturnas, etc?tera) del cual viv?an los esmirriados petimetres melanc?licos y las señoritas rubias un poco obesas.

Su ingenuo orgullo, su inexperiencia del mundo, su ignorancia profunda de los secretos de la vida, que al principio me divertían, terminaron por cansarme, por suscitar en mí una especie de compasi?n despreciativa que poco a poco llegó a la repugnancia.

Durante algunos días aún supe resistir mi deseo de insultarlo o de huir, pero una mañana, luego de que hubo declamado con gran ?nfasis un lied estépidamente conmovedor, sentú que mi desprecio iba transform?ndose en odio.

"Y sin embargo, pensá, yo mismo he sido en otra época este hombre del que me burlo, este joven rid?culo e ignorante. él es todavía, de alguna manera, yo mismo. Durante estos largos años yo he vivido, he visto, he adivinado, he pensado y él ha permanecido aquí, en la soledad, intacto, perfectamente igual a ese que era yo el día en que dejé estos lugares. Ahora mi yo presente desprecia a mi yo pasado -y sin embargo en ese tiempo yo creía, más que hoy todavía, ser el hombre superior, el ser alto y noble, el sabio universal, el genio expectante. Y recuerdo que entonces despreciaba a mi yo pasado, mi pequeño yo de niño ignorante y sin refinamiento todavía. Ahora desprecio a aquel que despreciaba. Y todos estos menospreciadores y menospreciados han tenido el mismo nombre, han habitado el mismo cuerpo, se presentaron ante los hombres c**o un solo ser vivo. Después de mi yo presente, se formar? otro que juzgar? a mi alma de hoy tal c**o yo juzgo hoy a la de ayer. ¿Quién tendré piedad de mí si yo no la tengo para mí mismo?"

Mientras yo pensaba esto, el yo antiguo me hablaba y declamaba. Yo no tenía nada ya para decirle y callaba; él no tenía nada más para decirme, pero, en vez de callar, fabricaba frases y recitaba poesías horriblemente extensas. ¿Qué había ahora de com?n entre nosotros? Habiendo agotado los recuerdos del pasado lejano, yo no podía hablar con él del pasado próximo, de todo mi mundo reciente de bellezas conocidas, de corazones amados y destrozados, de paradojas improvisadas en torno de la mesa de tú, y mucho menos del sueño doloroso que ocupa ahora ?ntegramente mi alma. Era in?til decirle todo eso; él no me comprendía. El sonido de ciertas palabras que me suger?a toda una escena, las asociaciones de ideas de un perfume, de un nombre, de un rumor nada le decían a su alma. Me rogaba que le hablara, y si consentía, me escuchaba con curiosidad pero sin sentir, sin comprender, sin revivir conmigo lo que yo le narraba. Sus ojos se perdían en el vacío y apenas yo enmudecía recomenzaba sus declamaciones y sus melosidades sentimentales.

Lleg?, pues, un día en que el odio contra ese pasado yo mío no supo ya contenerse. Le dije entonces con mucha firmeza que no podía más vivir con él y que debía separarme de su compañía para acabar con mi disgusto. Mis palabras lo sorprendieron y lo entristecieron profundamente. Sus ojos me miraron suplicando. Su mano me estrech? con más fuerza.

"¿Por qué quieres dejarme -dijo con su odiosa voz de teatral apasionamiento-; por qué quieres dejarme una vez más tan solo? ?Te he estado esperando durante tanto tiempo en silencio, durante tantos años he contado las horas que me acercaban a estos momentos! Y ahora que estés conmigo, ahora que te amo, que hablamos del amor y de la belleza del mundo, de los pesares de sus criaturas, ?quieres dejarme solo en esta ciudad tan triste, tan lentamente triste?"

No respond? a sus palabras sino con un gesto de rabia. Pero cuando me adelantú para irme sentú su brazo aferrarme con violencia y escuch? de nuevo su voz que me decía sollozando:

"No, tú no partir?s. ¿No te dejar? partir! Soy tan feliz ahora de poder hablar a alguien que puede comprenderme, a alguien que todavía tiene un corazón, ardiente, que viene de las ciudades de los vivos, que puede escuchar todos mis gemidos y acoger mis confesiones. ¿No, tú no partir?s, no podrás partir! ¿No permitir? que te vayas!"

Tampoco esta vez respond? y todo el día permanec? con él sin hablar. él me miraba en silencio y me seguía siempre.

Al día siguiente me prepar? para irme pero él se plantú ante la puerta y no me dejé salir hasta que no le hube prometido que me quedaría con él durante todo el día.

Así pasaron todavía cuatro días. Yo intentaba eludirlo, pero él me perseguía constantemente, aburri?ndome con sus lamentaciones e impidióndome, aun por la fuerza, abandonar la ciudad. Mi odio, mi desesperaci?n crec?an de hora en hora. Finalmente, al quinto día, viendo que no podía liberarme de su celosa vigilancia, pensá que sólo me quedaba un medio y sal? resueltamente de casa seguido de su lamentable sombra.

También aquel día anduvimos por el estéril jard?n donde tantas horas había pasado yo con su alma, y nos aproximamos, tambiénaquel día, al estanque muerto cubierto de hojas muertas. También aquel día nos sentamos sobre las falsas rocas y separamos con la mano las hojas para contemplar nuestras imágenes. Cuando nuestros dos rostros aparecieron juntos sobre el espejo sombr?o del agua, me volví rápidamente, aferr? a mi yo pasado por los hombros y lo arroj? de cara al agua, en el sitio donde aparec?a su imagen. Empuj? su cabeza bajo la superficie y la sostuve quieta con toda la energ?a de mi odio exasperado. él intentú resistirse; sus piernas se agitaron violentamente pero su cabeza permaneci? bajo el remolino tr?mulo del estanque. Después de algunos instantes sentú que su cuerpo se aflojaba y debilitaba. Entonces lo soltú y cay? aún más abajo, hacia el fondo del agua. Mi odioso yo pasado, mi rid?culo y estépido yo de otros años había muerto para siempre. Abandon? con calma el jard?n y la ciudad. Nadie me molestú jamás por este hecho. Y vivo ahora todavía en el mundo, en las grandes ciudades de la costa, y me parece que me falta algo cuyo preciso recuerdo no poseo. Cuando me asalta la alegría con sus tontas risas pienso que soy el único hombre que ha matado a su yo y que vive todavía. Pero esto no es suficiente para que permanezca serio.


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Mensaje por Tori21 » 29 Dic 2006 00:03

hola sirena c**o estas lo as pasado bien yo voy a ver si esta noche puedo
dormir
Última edición por Tori21 el 06 Jun 2007 00:39, editado 1 vez en total.

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Mensaje por SIRENA64 » 29 Dic 2006 11:54

Tori21 escribió:hola sirena c**o estas lo as pasado bien yo voy a ver si esta noche puedo
dormir,seria la primera desde hace cuatro o cinco días,bueno voy a ver operaci?n triunfo,un beso, ah sobre el cuento a mi tambiénme gustaría matar a mi yo por jilipollas,y creerme,lo que te he contado esta mañana,
bueno un beso para tu marido otro para tus hijos y otro para ti.



tori. :beso: :beso: :beso: :beso:
Imagenamigo TORI otro tambien para tu hija ke espero ke este buena ya y para tu mujer :beso:

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Mensaje por Tori21 » 29 Dic 2006 14:41

gracias -AMIGA-ya esta todo mejor
Última edición por Tori21 el 06 Jun 2007 00:40, editado 1 vez en total.

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Mensaje por SIRENA64 » 30 Dic 2006 14:18

Estimados amigos, deseo en estas Fiestas compartir con ustedes este relato:

?Hab?a una vez un hombre que tenía una caba?a en las montañas. Cada sábado por la mañana el hombre conduc?a hasta su caba?a por un peligroso camino lleno de curvas cerradas, abismos sin vallas protectoras y engañosos virajes.

Una mañana de sábado, el hombre se dirig?a a su caba?a. Al aproximarse a una de las curvas redujo la velocidad. De repente, del otro lado de la curva surgi? un auto casi fuera de control. El auto estuvo a punto de caer por el abismo pero en el último segundo su conductor consigui? ponerlo de nuevo en el camino. El auto avanzaba zigzagueando.

?Dios mío! - pensá el hombre - ?va a estrellarse contra mí!

El auto se abalanz? sobre él estrepitosamente. Justo cuando estaba a punto de golpearlo, en el último momento, se desvi? bruscamente hacia su carril. Al pasar junto aél, una hermosa mujer asom? su cabeza por la ventanilla y le gritú a todo pulm?n ????Cerdo!!!?.

??Qué?! ? pensá él - ¿Cómo se atreve a llamarme así? Estaba exasperado por el insulto y de manera instantánea le gritú: ????Cerda!!!?.

?Yo estaba en mi línea! ?Era ella la que ven?a de un lado a otro! ? rezong?. Luego comenz? a controlar su ira; sonri? y se sinti? complacido por su pronta y aguda respuesta.

?Le di su merecido? - pensá muy altivo.

Acto seguido, pis? el acelerador a fondo, tomó velocidad alrededor de esa curva ciega?

¿Y se estrell? contra el cerdo!?


?El individualismo, la desconfianza en los otros y la competencia, sólo nos hacen escuchar amenazas cuando la vida, generosamente, nos está dando oportunidades.?
Imagen :beso: (tori :beso:

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Mensaje por Tori21 » 30 Dic 2006 14:52

PRECIOSO -a veces pensamos que la gente es peor de lo que realmente es
Última edición por Tori21 el 06 Jun 2007 00:41, editado 1 vez en total.

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