Desde aquellos momentos, cuando apenas ya podías retener y atrapar en tu memoria los hechos recientes, ya nada parec?a igual. Todo adquir?a, una nueva trascendencia. Era un tiempo de inocencia, un tiempo de inconsciencia.
Transcurr?an plácidos los días en una calma total, instalada en el deseo irreprimible de satisfacer todos tus deseos, por nimios e intrascendentes que pareciesen.
Cuantas veces viendo acercarse una tras otra, las pequeñas olas a la orilla de la playa, intentando comprender cuando podría acabar aquel incesante acontecer que nunca parec?a tener fin. Procurando atrapar los escurridizos cangrejos, por las ranuras de las rocas del malec?n, con el único objetivo de colocarlos sobre tus manos y brazos para después volver a arrojarlos al mar.
Hundiendo la huella del pie sobre la arena, volviendo sobre tus pasos, intentando que no se desvaneciese nunca esa pisada que el agua del mar quería ahogar. Vislumbrando una señal cualquiera, oteando el ancho horizonte que ante tus ojos te ofrec?a el vasto pi?lago, procurando intuir y adivinar dónde acabar?a lo que a tu vista se ofrec?a.
Recorriendo el camino abierto a través de aquel dique que separaba un mar azul, de otro, todavía más azul, sorteando pescadores afanados en su tranquila tarea sin importarte cuantas veces haréas el camino de ida y vuelta. Intentando abatir el vuelo zigzagueante de las golondrinas en sus vuelos atolondrados, pedrada a pedrada, sin importarte donde terminar?an por impactar, haciendo a veces, a?icos los cristales de las ventanas que osaban estar donde no deberían estar.
Rompiendo el silencio de una pl?cida tarde cualquiera de cualquier día, haciendo ruido con cualquier objeto que se prestase a ello, y cuanto más hacía, mucho mejor para satisfacer tu ego, y peor para tu integridad f?sica. Adivinando dónde se esconder?an aquellos con los que jugabas al escondite, yendo de acá para all?, sin saber dónde terminarías por encontrarlos, impregnando tu cuerpo de miedo, cuando ya empezabas a perder el norte y desorientado acababas en un lugar cualquiera, que apenas conocías.
Ocultúndote de la ira paterna cuando desobedecías lo que te habían ordenado, escondi?ndote en los lugares más ocultos, rec?nditos y pequeños, donde no podían osar hallarte. Y sobre todo, so?ando que el día siguiente, te trajese nuevas aventuras que vivir y travesuras que repetir.
ocurria en sitges alla por el año 1967......




