Lleg? cuando mis suegros estaban construyendo su casa. Y se quedé. Se fue acercando poco a poco y con miedo. Hab?a sido maltratada, porque veía una escoba y se echaba a temblar. No tenía raza, pero era preciosa. Ten?a una mirada increíble, con unos ojos rasgados preciosos.
Un día, mis suegros (que aún no habían hecho el cierre ni habían terminado la casa), se fueron a misa y, de repente, un bichito de cuatro patas cruz? el pasillo hacia el altar... qué apuro. Y eso sell? la adopción. Buscarlos caminando unos kil?metros y echarse a sus pies. De eso hace unos once años.
Ven?a pre?ada, tuvo siete cachorros, de los cuales una se quedé con ella, porque mis suegros no quisieron crearle sensaci?n de vacío al quitúrselos, tal era el mimo con que los trataba.
Aunque vigilaron a Dama, la otra perra, no llegaron a verle su primer celo. Tuvo ocho cachorritos. Se quedaron con otro, pero esta vez un macho, para terminar la saga familiar. Blas.
Jennie muri? ayer porque tenía c?ncer. Un montón de bultitos cruzaban su pecho, entre las tetolas. Ella, que siempre fue una mimosa, agradecía más que nunca que estuvieran a su lado, que la acariciaran, que le dieran jamoncito cocido, que era lo último que tomaba y que hacía ya un par de días no podía tomar. Temblaba, respiraba con trabajo. Blas se tumbaba a su lado y apoyaba la cabecita encima de ella, díndole calor, porque ella se iba quedando fría por momentos.
Llamamos al veterinario. No podíamos verla sufrir. Ella ya ni abr?a los ojos. Cuando llegó el veterinario, yo estaba con ella, junto a mi suegro. Se llevaron a Dama y a Blas a la casa. Blas se acerc? a su abuela y le dió un lametazo en el hocico. c**o una despedida. Jennie nos mir? con esos inmensos ojos suyos, con una increíble mirada de pena y dulzura. Yo me quedé en casa con los perros. Al veterinario le acompa?? mi cuñado. P así un rato y Dama y Blas comenzaron a aullar y a llorar. El veterinario salió del garaje.
Supieron lo que había pasado. Y mi hijo también. Estaba durmiendo. Se despertú y preguntó qué hacían allí los perritos y luego añadi? que faltaba Jennie y comentú: está en el cielo, con el abuelito y la bis.
En fin, que siento el rollo, pero no pude evitar este último recuerdo, este homenaje a una perrita increíble, cariñosa, fiel, buenísima donde las haya.
Jennie, te queremos.
