****Record Guiness.. El post más largo del mundo xDDDDDD****:
- adabrillante
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Capítulo 4
Acabaron de comer y pasaron al saloncito, allí tomarían el café que preparaba su padre como si de un ritual se tratase. Laura prefería una infusión de té.
Papá, tú crees que tendré problemas con la entrada al convento?,
- Ya te he dicho que tengas paciencia, las cosas tienen que venir por si solas no hay que forzarlas. Acuérdate de aquella vez que fuiste a pasar unas vacaciones a Allariz, también estabas muy nerviosa y al final todo se arregló, y pudiste hacer tus vacaciones con toda normalidad.
- Espera a que llegue el padre Adrián, y ya veremos cómo va todo.
- No se, pero tengo la sensación de que algo no va a ir bien.
Mientras su padre intentaba convencerla de que todo iría bien su madre, acababa de recoger los platos y arreglar la cocina.
- ¿Madre, la ayudo?
- No hija, ya terminé.
Laura se fue a su habitación a descansar un rato y a pensar en todo lo que había sucedido aquel día. Cogió su rosario y empezó a rezar con devoción como siempre lo hacía. Sin saber porque, empezó a entrarle sueño, cosa rara en ella pues nunca ni de pequeña, había conseguido dormir de día.
Sus ojos se fueron cerrando hasta caer en el más profundo sueño que hubiese podido imaginar.
Se vio rodeada de monjes que vestían túnicas moradas, llevaban la cara tapada y de sus pechos colgaban unos crucifijos enormes.
Estaban en el patio de un monasterio, y daban vueltas uno detrás de otro. Había un gran portón y cuando acabaron sus rezos empezaron a entrar por el gran portón, Laura les siguió los pasos, tenía mucha curiosidad por ver hacia donde iban. Atravesaron otro jardín, pero este mas cuidado que el patio anterior, habían grandes rosales y un pequeño huerto lleno de plantas que ella no conocía.
Llegaron a una gran puerta de cristales uno de los monjes la abrió, y todos pasaron dentro. Era una enorme biblioteca.
- Uff que cantidad de libros exclamó Laura, nunca en mi vida vi algo así.
Los monjes parecían no verla, pero de pronto uno de ellos se percató de su presencia.
- ¡Eh! ¿Como has entrado? ¿Quien eres tú?
Laura, echo a correr hacia la puerta, que por suerte para ella había quedado abierta. Al salir al jardín, sus pies resbalaron y cayó, su corazón latía aceleradamente, quiso levantarse pero uno de los monjes la cogió del brazo y la levantó como si de una pluma se tratase.
Cuando estaba de pié miró hacia el monje y lo que vio le hizo dar un grito que atravesó las paredes del monasterio.
Aquel monje tenía la cara desfigurada sus ojos eran como dos cortes transversales, y la boca, un pequeño agujero por el cual asomaba un diente afilado y largo.
- ¿Quien te manda? Le dijo con voz de ultratumba,
Laura no podía creer lo que le estaba pasando, la cara deforme de aquel monje, cada vez estaba mas cerca de ella.
De pronto abrió su boca y Laura pudo ver que tenía dos colmillos, y que iba hacia su cuello para morderla.
Unos golpes fuertes despertaron a Laura, cuando estaba a punto de ser mordida por aquel monstruo.
- Laura, ¿puedo entrar?
- Si papá entra, entra, estaba dormida y he tenido una terrible pesadilla.
La cara de Laura, estaba empapada en sudor, y sus ojos miraban hacia ambos lados de la habitación, como si esperara ver de nuevo aquel monstruoso ser que había estado a punto de morderla, o a saber que otra cosa.
Poco a poco se fue tranquilizando, y comprendiendo que todo había sido un mal sueño.
- Papá que feliz estoy de verte
- Pero hija si no hace tanto...
Acabaron de comer y pasaron al saloncito, allí tomarían el café que preparaba su padre como si de un ritual se tratase. Laura prefería una infusión de té.
Papá, tú crees que tendré problemas con la entrada al convento?,
- Ya te he dicho que tengas paciencia, las cosas tienen que venir por si solas no hay que forzarlas. Acuérdate de aquella vez que fuiste a pasar unas vacaciones a Allariz, también estabas muy nerviosa y al final todo se arregló, y pudiste hacer tus vacaciones con toda normalidad.
- Espera a que llegue el padre Adrián, y ya veremos cómo va todo.
- No se, pero tengo la sensación de que algo no va a ir bien.
Mientras su padre intentaba convencerla de que todo iría bien su madre, acababa de recoger los platos y arreglar la cocina.
- ¿Madre, la ayudo?
- No hija, ya terminé.
Laura se fue a su habitación a descansar un rato y a pensar en todo lo que había sucedido aquel día. Cogió su rosario y empezó a rezar con devoción como siempre lo hacía. Sin saber porque, empezó a entrarle sueño, cosa rara en ella pues nunca ni de pequeña, había conseguido dormir de día.
Sus ojos se fueron cerrando hasta caer en el más profundo sueño que hubiese podido imaginar.
Se vio rodeada de monjes que vestían túnicas moradas, llevaban la cara tapada y de sus pechos colgaban unos crucifijos enormes.
Estaban en el patio de un monasterio, y daban vueltas uno detrás de otro. Había un gran portón y cuando acabaron sus rezos empezaron a entrar por el gran portón, Laura les siguió los pasos, tenía mucha curiosidad por ver hacia donde iban. Atravesaron otro jardín, pero este mas cuidado que el patio anterior, habían grandes rosales y un pequeño huerto lleno de plantas que ella no conocía.
Llegaron a una gran puerta de cristales uno de los monjes la abrió, y todos pasaron dentro. Era una enorme biblioteca.
- Uff que cantidad de libros exclamó Laura, nunca en mi vida vi algo así.
Los monjes parecían no verla, pero de pronto uno de ellos se percató de su presencia.
- ¡Eh! ¿Como has entrado? ¿Quien eres tú?
Laura, echo a correr hacia la puerta, que por suerte para ella había quedado abierta. Al salir al jardín, sus pies resbalaron y cayó, su corazón latía aceleradamente, quiso levantarse pero uno de los monjes la cogió del brazo y la levantó como si de una pluma se tratase.
Cuando estaba de pié miró hacia el monje y lo que vio le hizo dar un grito que atravesó las paredes del monasterio.
Aquel monje tenía la cara desfigurada sus ojos eran como dos cortes transversales, y la boca, un pequeño agujero por el cual asomaba un diente afilado y largo.
- ¿Quien te manda? Le dijo con voz de ultratumba,
Laura no podía creer lo que le estaba pasando, la cara deforme de aquel monje, cada vez estaba mas cerca de ella.
De pronto abrió su boca y Laura pudo ver que tenía dos colmillos, y que iba hacia su cuello para morderla.
Unos golpes fuertes despertaron a Laura, cuando estaba a punto de ser mordida por aquel monstruo.
- Laura, ¿puedo entrar?
- Si papá entra, entra, estaba dormida y he tenido una terrible pesadilla.
La cara de Laura, estaba empapada en sudor, y sus ojos miraban hacia ambos lados de la habitación, como si esperara ver de nuevo aquel monstruoso ser que había estado a punto de morderla, o a saber que otra cosa.
Poco a poco se fue tranquilizando, y comprendiendo que todo había sido un mal sueño.
- Papá que feliz estoy de verte
- Pero hija si no hace tanto...
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Capítulo 5
Siempre que Laura tenía un sueño, se despertaba muy excitada, pero es que aquel había sido un sueño muy raro, y más que excitada se despertó asustada. Su padre la llamaba para decirle que su madre había marchado a casa de Margarita, pues la mujer estaba haciendo una colcha y la madre de Laura la estaba ayudando.
- Papa, que pena de Margarita ¿verdad?
- Hija, a veces las personas eligen su destino y Margarita no ha hecho en su vida nada, para vivir mejor de lo que ahora vive.
A veces las cosas buenas te las tienes que trabajar, y según siembras así recoges.
Siempre que salía el tema de Margarita su padre le soltaba el mismo sermón.
Laura, acabó de hablar con su padre y salió para la calle. Un viento fresco le dio en el rostro, y aquello la acabó de despejar de la pesadilla que había tenido. Empezó a caminar sin rumbo fijo, cuando se dio cuenta estaba en la plaza, se sentó en uno de los bancos de madera y con la mirada perdida dio riendas suelta a sus pensamientos. Pensó como seria su vida en el monasterio, las cosas que haría, y se imaginó en su celda entregada a sus oraciones.
-¿Podré ver a mis padres? ¿O la clausura será tan severa que perderé todo contacto con el mundo exterior? no se, no quiero pensar en cosas negativas, dejare que el tiempo pase y ya se ira viendo.
- Tengo ganas de conocer al padre Adrián, ¿será tan bueno como el padre Anselmo? Suspiró y se levantó ya se disponía para marchar para su casa cuando de pronto sintió que le tocaban el hombro. Pegó un salto, pues aun estaba sobrecogida por aquel sueño, miró hacia atrás y se encontró con los grandes ojos azules de Cosme, el hijo del leñador.
- Hola Laura, hace rato que te observo, y parecías estar ausente
- Bueno estaba pensando en mis cosas, que son muchas.
-¿Todavía sigues con la idea de ingresar en el convento?
- Ahora mas que nunca.
Empezaron a caminar y cuando llegaron a casa de Laura, esta invitó a entra a su acompañante,
- ¿Cosme te quedas a cenar?
- No, tengo que irme mi padre me espera, ¿sabes? vino mi tía Rosaura, y mañana la tengo que acompañar a la estación, nos tenemos que levantar temprano. Gracias de todos modos
- Sin cumplidos Cosme, tú ya sabes que mi casa es la tuya.
Se despidieron con un beso, y Laura pensó en aquella época en que él le atraía tanto. Ahora lo miraba como a un hermano, ¿pero y el? ¿La miraba a ella igual?
Bueno de todas formas no le importaba mucho, ella tenía otros pensamientos.
Entró en casa, y sus padres ya hacían preparativos para cenar.
- Hija, ¿de donde vienes?
Fui a dar un paseo, ¿que hay para cenar?
Se sentaron a la mesa, y su madre sirvió la sopa.
Ummm, echare en falta tu sopa mamá, bueno tu sopa y algo más.

Siempre que Laura tenía un sueño, se despertaba muy excitada, pero es que aquel había sido un sueño muy raro, y más que excitada se despertó asustada. Su padre la llamaba para decirle que su madre había marchado a casa de Margarita, pues la mujer estaba haciendo una colcha y la madre de Laura la estaba ayudando.
- Papa, que pena de Margarita ¿verdad?
- Hija, a veces las personas eligen su destino y Margarita no ha hecho en su vida nada, para vivir mejor de lo que ahora vive.
A veces las cosas buenas te las tienes que trabajar, y según siembras así recoges.
Siempre que salía el tema de Margarita su padre le soltaba el mismo sermón.
Laura, acabó de hablar con su padre y salió para la calle. Un viento fresco le dio en el rostro, y aquello la acabó de despejar de la pesadilla que había tenido. Empezó a caminar sin rumbo fijo, cuando se dio cuenta estaba en la plaza, se sentó en uno de los bancos de madera y con la mirada perdida dio riendas suelta a sus pensamientos. Pensó como seria su vida en el monasterio, las cosas que haría, y se imaginó en su celda entregada a sus oraciones.
-¿Podré ver a mis padres? ¿O la clausura será tan severa que perderé todo contacto con el mundo exterior? no se, no quiero pensar en cosas negativas, dejare que el tiempo pase y ya se ira viendo.
- Tengo ganas de conocer al padre Adrián, ¿será tan bueno como el padre Anselmo? Suspiró y se levantó ya se disponía para marchar para su casa cuando de pronto sintió que le tocaban el hombro. Pegó un salto, pues aun estaba sobrecogida por aquel sueño, miró hacia atrás y se encontró con los grandes ojos azules de Cosme, el hijo del leñador.
- Hola Laura, hace rato que te observo, y parecías estar ausente
- Bueno estaba pensando en mis cosas, que son muchas.
-¿Todavía sigues con la idea de ingresar en el convento?
- Ahora mas que nunca.
Empezaron a caminar y cuando llegaron a casa de Laura, esta invitó a entra a su acompañante,
- ¿Cosme te quedas a cenar?
- No, tengo que irme mi padre me espera, ¿sabes? vino mi tía Rosaura, y mañana la tengo que acompañar a la estación, nos tenemos que levantar temprano. Gracias de todos modos
- Sin cumplidos Cosme, tú ya sabes que mi casa es la tuya.
Se despidieron con un beso, y Laura pensó en aquella época en que él le atraía tanto. Ahora lo miraba como a un hermano, ¿pero y el? ¿La miraba a ella igual?
Bueno de todas formas no le importaba mucho, ella tenía otros pensamientos.
Entró en casa, y sus padres ya hacían preparativos para cenar.
- Hija, ¿de donde vienes?
Fui a dar un paseo, ¿que hay para cenar?
Se sentaron a la mesa, y su madre sirvió la sopa.
Ummm, echare en falta tu sopa mamá, bueno tu sopa y algo más.



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