Capitulo7
Hacía ya unas horas que el padre Adrián se había marchado, y Laura aún no había podido hablar con su padre, pues este había tenido que marchar a hacer unas gestiones, y aún no había regresado.
Laura mientras tanto, ayudaba a su madre en las tareas domésticas. Estaban haciendo unas tortitas, pues se acercaba el día del santo patrón, y era tradición celebrarlo en el pueblo.
Después de la misa todos los feligreses se juntaban en el salón de la parroquia, y todos llevaban los dulces típicos de la fecha. Se reunían entre ellos y hablaban de sus cosas, también venían familiares de la ciudad, a pasar las fiestas, y de paso aprovechaban para verse.
Algunos hacia tiempo que no se veían otros, no tanto.
Laura se quitó el delantal y salió de la cocina, le había parecido oír llegar a su padre. Y no se equivocaba, allí estaba su padre junto al párroco.
Papá ¿como? ¿El padre Adrián contigo? ¿Se queda a comer?
- Padre, déme el abrigo.
- Laura, espera no te pongas nerviosa, todavía no se si el padre se quedará o no, tendrás que invitarlo tu.
- ¿Padre Adrián, nos haría usted el honor de sentarse a nuestra humilde mesa?
El padre sonrió y movió la cabeza afirmativamente, ¿como podía negarse a una invitación, de una jovencita tan encantadora?
Los dos dejaron los abrigos y pasaron a la cocina, la comida aun no estaba, y pasaron a tomar un aperitivo.
Antonio ofreció al padre unos embutidos muy buenos, y un buen vino de cosecha propia, Laura estaba muy nerviosa, y no dejaba de hacer preguntas al padre Adrián.
- Hija deja al padre, ya habrá tiempo para todo.
- No Antonio deja, a mi me gusta que se interese, tiene muchas preguntas que hacerme y yo le voy a contestar todas las que pueda.
- Gracias padre, no sabe lo tranquila que me deja.
La madre da Laura puso el guiso sobre la mesa y los 4 hicieron buen acopio de tan suculento manjar.
Cuando acabaron pasaron al saloncito, y Antonio preparó el café como siempre hacia, pero hoy era un día muy especial, pues tenían un invitado también muy especial. Laura, se sentó al lado del párroco, como si así acaparase toda su atención.
- Laura, ¿por qué quieres ingresar en las clarisas precisamente? ¿Sabes? yo hace tiempo tuve allí a una hermana, la hermana Caridad.
- Y, ¿que pasó? ¿Porque dice que tuvo? ¿Ya no está?
Al padre Adrián le rodó una lágrima por la mejilla y dijo
- No ya no está, pasó a mejor vida.
- Mi hermana contrajo una enfermedad, y murió en unas circunstancias muy extrañas, todavía no he tenido valor, para volver a ese convento.
- Padre ya me explicará, estoy deseosa de saber la historia, si a usted no le importa, claro.
El padre puso el semblante mas serio y dijo a Laura;
- yo te la explicaré, pero puede que no te guste nada escucharla.
