


Madre mía que trajín llevo con el vástago. Recuerdo que siempre ha sido tranquilito y desde los 6 meses hasta hace bien poco ha estado para comérselo, siempre se ha portado muy bien, además a todo el mundo que nos preguntaba siempre le decíamos que era un trozo de pan y es que es verdad.
Pero llevo unas semanas que no puedo con mi alma.
Desde que empezó a gatear ha sido un no parar y ahora ya le falta el canto de un duro para ponerse a andar y es que ese no es el problema, la cuestión es que se ha vuelto irritable, sólo quiere estar en el suelo gateando o en brazos.
Ayer fui a una óptica y estaba sola con él en el carrito y me armó una que para qué, las dos chicas haciéndole monerías, pero no sirvió de nada, se ponía a gritar como un energúmeno y a retorcerse en el carrito. Al final tuve que cogerlo porque no oía lo que me decía la chica y aún así no paraba.
Me fui al parque a que se le reventaran las energías y allí se puso a gatear y a coger todos los juguetes que veía por el suelo.
Acabé rendida, en el parque ya estaba muerta y sólo quería subirme ¡un horror!
Luego en la bañera no hacía más que ponerse de pie y resbalarse, claro. Luego le di la cena y a la cama, al menos siempre ha dormido bien y no tuve que bregar más.
¡Buf! noto que desde hace unas semanas está hecho un toro. Este fin de semana ha tenido diarrea y no se ha achicado nada, como si viera llover, los juguetes ya le aburren y tengo que cambiárselos cada semana...

