
Es un jabón que puede ser un buen desinfectante y actúar como antibiótico natural. Está inspirado en uno que me regaló Susana, de Jabonerías Suval, cuando estuve en el curso de cosmética, me gustó tanto que le pregunté qué ingredientes llevaba. Yo lo he tuneado un poquito. Lleva aceites de oliva, coco, palma, ricino y maiz. En la traza lleva: aceite de zanahoria (lo he utilizado para darle color al jabón), aceite de aguacate y manteca de karité. También lleva una infusión de tomillo (en vez de agua) y una micronización de ciprés. Como aceites esenciales lleva sándalo, eucaliptus y clavo. Se me olvidaba poner el propóleo.
He utilizado la infusión de tomillo porque es una de las plantas antiinfecciosas y antivirales más eficaces; sirven para limpiar heridas, úlceras, etc. Diversos estudios indican que el própolis o propóleo es antibacteriano, antiinflamatorio y que estimula el sistema inmunológico.
En cuanto al clavo, su gran poder antiséptico le ha hecho famoso como antiviral en muchas culturas y se utilizaba para combatir epidemias como la peste. Es de gran utilidad en los tratamientos para combatir el acné.
El aceite esencial de eucaliptus es eficaz en el tratamiento de cicatrices y quemaduras. Los cirujanos solían limpiar las heridas quirúrgicas con una solución de eucalipto debido a su gran poder antiséptico y antiviral. También es muy útil para desinfectar la habitación de un enfermo, sobre todo si se trata de una enfermedad contagiosa o infecciosa.