Bueno, dejemos la poesia y seamos fieles a la realidad: la senyora Grinch se moria de frio mientras patinaba por esas aceras heladas y la atacaba el viento con inmisericordes perdigonazos finos de hielo.
Buscaba la senyora Grinch un regalo de Reyes muy, muy especial.
Primero porque era un regalo de los que a ella no le gusta hacer: superfluos, innecesarios, excesivos, estupidos y caros.
Y segundo porque el destinatario de tal regalo era… ella misma…
Hemos dicho “buscaba un regalo”, aunque no era el regalo lo que buscaba, lo que no encontraba era la tienda.
LA tienda, que su regalo era tan especial, que solo lo vendian en una en toda la ciudad (o al menos, eso le habian contado hacia unos dias en aquella misma tienda, cuando habia ido allí rastreando el tan codiciado Capricho. Pero entonces fue en carroza y conducia el santo varon que es el senior Grinch….)
La senyora Grinch no conduce; es carne de transporte publico y para colmo, tiene un movil sin gps ni nada, así que cuando tiene que salirse de su ruta, o confia en su instinto para encontrar el camino en las entranyas de esta su ciudad, o pregunta a cualquier viejecillo o viejecilla que pase por ahí, porque ellos casi siempre saben el camino, y porque siempre estan encantados de la excusa de poder hablar con alguien.
Pero esta vez la senyora Grinch habia cometido el error de preguntar a un chofer que no tenia ganas de colaborar porque acababa de tener un incidente con un pasajero agresivo, con lo cual, la senyora Grinch termino tres paradas mas lejos de su punto de destino, en zona cuasi industrial, y con un frio de coj…. de coger la manta y largarse uno a su casa en vez de andar pegando resbalones por las aceras y los cruces.
Al fin, después de muuuuuuuuuuucho andar (y cuando digo muuuuuuuuuuucho, quiero decir muuuuuuuuuuuuuuuuuuuucho), encontro la tienda, y de la alegria, se le quito el frio de golpe y porrazo, aunque el porrazo que estuvo a punto de darse cruzando el paso de cebra hubiera sido apoteosico de no haber podido recuperar el equilibrio en el ultimo segundo.
… y aquí viene el primer cabreo de la senyora Grinch de aquella (esta) manyana, transcribo dialogo:
-Ah, no, no, lo siento, el Capricho no lo tenemos disponible, esta agotado en todos sus modelos, lo siento mucho –comento el dependiente intentando darse la vuelta y empezar con la siguiente clienta.
-Pero este sabado nos dijo su companyero que…
-Bueno, pues no se lo que le diria mi companyero, pero los tenemos agotados desde hace semanas, ha sido un éxito de ventas estas navidades.
-…pero es que yo he venido desde el decimonoveno pino porque nos dijo su companyero que nos apuntaramos y que…
-Si, y que para principios o mediados de febrero estaria disponible alguno de los modelos del Capricho, pero todavía no. No creo que mi companyero haya dicho otra cosa que esta-y se volvio a dar la vuelta para continuar con la otra senyora.
-Pero pero pero- y el labio de la senyora Grinch temblaba, aunque no era solo por el frio que todavía la tenia tiesa.
-Pero lo unico que tiene usted que hacer es introducir aquí su correo electronico, y estar atenta a nuestra pagina web, porque para febrero vendran algunos pocos Caprichos, y si es usted de las primeras, podra reservarlo y lo tendra en su casa el dia siguiente. Tenga en cuenta que no se venden mas que por Internet o en esta tienda, eso es todo, senyora.
Pero pero pero la senyora Grinch se dio la vuelta y se fue, muertecita de la decepcion.
Primero porque se veia sin Capricho, con lo feliz que ella ya se veia con su ‘Bicho’ (senior Grinch dixit) por
Reyes.
Y segundo y no menos poderosa razon, porque ahora no le quedaria mas remedio que romperse la cabeza para encontrarse un regalo de Reyes alternativo, con le que le cuesta decidir sus propios regalos…
Así que se echo a andar por esas pistas de patinaje, camino del centro, sin darse ya ni cuenta del frio ni del peligro de la nieve congelada en las aceras, ni siquiera del hambre que ya tenia.
Sus proximos ojetivos eran el Fnac para comprar unos cuantos libros para cada ninyo, el regalo perfecto de Reyes, como no, y luego un juguetillo muy tonto pero que a ellos se ve que les hace ilusion.
Despues de perderse cinco veces por entre medio de esas cajellas medievales por culpa del despiste, el libro que iba leyendo, y las rafagas de llovizna granizada, justo al ver en lontananza la silueta del centro comercial donde esta el Fnac… se acuerda que ha salido de casa sin llevarse los bonos de regalo del Fnac que le regalaron a ella su familia politica por Navidad, y que era con lo que ella habia pretendido pagar los libros regalo de Reyes de los ninyos.
Pillada por sorpresa por su (ya milenaria) capacidad de despiste, a esas alturas no sabia si reir o llorar, ya que las dos operaciones, debido al frio, eran igual de arriesgadas para la integridad del cutis de cualquiera, y mas para el cutis de una senyora como ella, de sangre caliente y criada en otros lares menos inclementes.
Finalmente se decanto por la operación de llorar, cuando entro en la tienda de juguetes y le dijeron “no, los “Snake Eyes” se terminaron estas navidades, y ya no se cuando vendran.
Aquí como era bajo techo, no habia peligro de que las lagrimas se convirtieran en hielo y le cortaran la cara, pero como que le dio a la mujer cosa de romper a berrear en medio de una tienda, quien lo iba a entender, verdad…?
Así que se puso al cuello su autocompasión, como si fuera una bufanda, y se largo con viento fresco.
Y cuidado!, porque aquí es cuando interviene eso que los americanos llaman “el espiritu de la navidad”, aunque el senior Grinch lo ha definido como “esa capacidad que tu tienes para que te pasen cosas raras y siempre parezca que eres una bruja, o que tienes contactos con lo sobrenatural” (es que lo ha dicho, eh, lo ha dicho así.)
Resultase que iba senyora Grinch cruzando la calle sin rumbo y pensandose que iba a hacer ahora para arreglar este desastre de dia, cuando, pasando por el escaparate de una tienda muy grande pero donde nunca ha entrado, un senior muy muy mayor esta a punto de pegarse un batacazo por culpa del hielo de las aceras.
La senyora Grinch que lo ve de reojo, se gira como el rayo, y agarra al viejecillo por el codo justo antes del golpe, y todo ello en un segundo eterno en el que ocurrio de todo:
*el viejecillo grita asustado (dios, que me rompo algo!)
*la senyora Grich se gira y lo sostiene a pulso durante el tiempo suficiente para que el hombre recupere su propio equilibrio, y para que a ella le pegue un crujidon la espalda.
*el viejecillo la mira con ojos de terror, sorpresa y alivio, todo al mismo tiempo, y los ojos eran grises y tenian el brillo opaco y venoso de los ojos que han visto pasar muchos anyos y mucha vida.
*la senyora Grinch, todavía sin poder soltar al viejecillo, y sintiendo como protestaba su espalda, ve con el rabillo de su ojo derecho un cartelon amarillo con letras negras que esta puesto en el suelo del escaprate de la tienda frente a la que estan, y que ya desde ahora sabe que NO HUBIERA VISTO si no hubiera tenido que efectuar la maniobra de rescate.
*el viejecillo se recompone y, temblando como un ninyo que ha visto el coco de sus huesos rotos en el hielo, le da las gracias con solo dos palabras y un apretón de sus dos manos en los brazos de ella, que a la senyora Grinch le supieron a oro, y le calentaron el alma y hasta la medula helada.
*el viejecillo, al momento sigue su camino, y la senyora Grinch se da la vuelta poco a poco para quedar de frente al escaprarte, con aquel increible cartelon amarillo con sus letras negras que gritaban un mensaje tan surrealista, que no se podia ni describir.
“AQUÍ, EN EXCLUSIVA NACIONAL, TODOS LOS MODLELOS DE EL CAPRICHO. SOMOS LA TIENDA OFICIAL”
La senyora Grinch se sentia como un personaje de pelicula cursi de navidad, de esas que las miras y te estallan los ojos del azucar repentino.
Y, segura de que lo logico seria que en este momento ella entrara en la tienda y le dijeran “No, senyora, no tenemos ningun Capricho. Se agotaron esta navidad”, entro la senyora Grinch en la tienda y pronuncio en voz bajita las palabras que tenia miedo de pronunciar:
-Buenas, he leido que venden ustedes El Capricho…
-Pase usted por aquí, vea, aquí los tenemos. Quiere usted probar alguno de los modelos en concreto, o se los saco todos?
La cara de la senyora Grinch era seguramente un poema, pero lo cierto es que cinco minutos después, salia de la tienda con una bolsa de la tienda en la que iban dos paquetes: El Capricho, y su Funda.
La senyora Grinch tiene un ataque de culpabilitis que no puede con el, pero esta deseando que llegue el dia de abrir su regalito, su Capricho.
Pinchar aquí para un primer plano del Capricho de la senyora Grinch.
Besos.
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