Para la masa:
- 100 gramos de mantequilla para cocinar (sin sal)
- 100 gramos de harina blanca
- 90 gramos de jamón serrano en cubitos pequeños
- 190 gramos de pechuga de pollo cocida
- Leche desnatada
- Sal, pimienta negra y nuez moscada
Para el rebozado:
- Harina blanca
- Quely rallada (es como el pan rallado pero hecho a base de galleta) y mezclada con perejil picado. Ésta ya viene con la mezcla hecha, pero, en su defecto se puede usar pan rallado normal y se mezcla con perejil en polvo.
- 1-2 huevos batidos
Bueno, esto parece más laborioso de lo que realmente es. Ahora os explico lo más detallado posible cómo se hacen. Ánimo a los que no lo hayan hecho nunca a que prueben esta receta, no tienen ni punto de comparación las croquetas caseras con las que se puedan comprar hechas. Ya hace tiempo que las vengo haciendo y enseguida se le coge el truco a la cosa. Vamos allá:
Primero os aconsejo que os pongáis todos los ingredientes ya pesados y en distintos recipientes bien a la mano. Más que nada porque, aunque esto no es complicado sí que es algo que se tiene que estar al 100% pendiente de la masa, de removerla para que no se nos pegue constantemente y por eso es de mucha ayuda tenerlo todo a mano.

Bien, para empezar cogemos una sartén grande y honda y a ser posible antiadherente y ponemos a fundir la mantequilla.

Cuando se funda, añadiremos el pollo y el jamón bien picados y lo dejaremos unos minutos, removiendo.

A continuación añadimos la harina y lo rehogamos bien. Es importante remover constantemente hasta que se integre bien la harina con el resto de ingredientes.

Entonces iremos añadiendo la leche poco a poco y sin dejar de remover. Esto es, que añadimos un chorrito de leche, lo removemos hasta que vuelva a espesarse. Entonces añadimos otro chorrito de leche y repetimos el proceso.

Así iremos haciendo hasta que la masa tenga la consistencia adecuada.

En cuanto a la cantidad de leche, yo cogí un cartón de litro y fui añadiendo leche hasta que calculé que ya era suficiente. Si por un casual os pasáis con la leche y os queda muy líquido, podéis espesarlo añadiendo un puñadito de pan rallado.
Ahora tenemos que dejar volcar la masa en una fuente y dejarla enfríar.

Cuando esté tibia la cubriremos con papel Albal de plástico (del que se usa para envolver los alimentos) y la dejaremos reposar toda la noche en la nevera. Porque si intentamos hacerlas ahora se nos desharán. Es importante dejar la masa que coja cuerpo.
Al día siguiente ya no tenemos más que hacer las croquetas con las manos humedecidas para que no se nos pegue a las manos y pasarlas por harina, huevo batido y la quely o el pan rallado con perejil picado. Y las freímos en una sartén con aceite bien caliente. Las dejamos escurrir sobre papel absorvente y servimos.

Os lo aseguro, están deliciosas
