
No es broma, le doy besitos y ellos encantados.
Si mi hija tuvo un canario y mi marido le curaba el ojito que le cogio una infección y lo acariciaban todos y a mi... me daba un no se qué tocarlo... vaya, que no queria nada malo para el pero me fue imposible tocarlo... y me daba mucha penita lo malito que estaba, y vigilaba continuamente que mejorase... pero acercarme o tocarlo... ¡¡¡imposible!!!!Patito_3 escribió:Vaya par de miedosas! con lo cariñosos que son mi pajaritos. Mira si lo son que incluso se dejan dar besitos![]()
No es broma, le doy besitos y ellos encantados.
jajajajaja! Pos entonces no quiero imaginar si uno d mis pajaritos fuese hacia ti y te quitase un pendiente, como hacen con mi madre.Empiezodieta escribió:yo voy asustando a las palomas si se me acercan mucho, y si vienen en vuelo rasante me pongo detras de quien vaya conmigo sino acabaria tirada en plancha en mitad de la calle jajajajaja
Jolines qué historia!AVIVA escribió:Ufff yo no concibo la vida sin un perro!!!!! Desde bien pequeña daba la barrila en casa con el tema, pero mi padre no cedía hasta un verano que pasé en el pueblo de la abuela y empecé a cuidar a un cachorrito de la perra de la vecina. Era un perrillo de pastor, con más garrapatas que perro y que finalmente acabó en casa no sin protestas paternas. Se llamaba Bono, por el cantante de U2. Lamentablemente mi padre acabó dándole pasaporte dos veranos después. Mi segundo perro fue una herencia, literalmente. A los 16 años me fui a vivir con mi hermano y necesitaba un currillo. El tenía un paciente anciano y soltero, un militar retirado que vivía con un mastin inmenso, (88 kilos de perro) y ya no opdía sacarlo a la calle, asi que por intermediación de mi hermano me contrató amí para pasearlo. El perro se llamaba Marco Aurelio y además er ciego. El tema es que el anciano murió, los sobrinos se abalanzaron sobre sus bienes pero el destino de Marco Aurelio era una inyección letal. Así que lo "heredé" yo (no os lo perdáis, a punto estuve de tener que pagarlo, por que al manifestar mi interés pasó de ser carne de veterinario a ser un mastin de pura raza) Compartí tres años con él, hasta que murió. Después tuve a una rottweiler, anciana también y muy huraña. La habían tenido en una jaula toda su vida, haciéndola parir y cuando ya no les servía le quisieron dar pasaporte. Llegó a mí de manos del veterinario de Marco Aurelio. Estaba muy flaca (25 kilos, que para un roty no es nada)y con un pelo penoso... ¡Jo, cuanto quise a esa perra y ella a mi! Era mi sombra. Estoy segura de que hubiera desollado vivo a cualquiera que me pusiera la mano encima. La llamé Heidi y también murió conmigo a los dos años de estar a mi lado. Y ahí apareció Frodo, un cachorrín de San Bernardo que me regaló mi novio de entonces. ¡Era un amor! (El perro, el novio era un perro, valga el juego de palabras. Odiaba al pobre Frodo pero se lo quedó cuando nos separamos -Legalmente era suyo). Del actual ya os he hablado.
En casa además hay tres hurones, dos machos y una hembra, que son de mi sobrino.
Qué historias tan entrañables.AVIVA escribió:Ufff yo no concibo la vida sin un perro!!!!! Desde bien pequeña daba la barrila en casa con el tema, pero mi padre no cedía hasta un verano que pasé en el pueblo de la abuela y empecé a cuidar a un cachorrito de la perra de la vecina. Era un perrillo de pastor, con más garrapatas que perro y que finalmente acabó en casa no sin protestas paternas. Se llamaba Bono, por el cantante de U2. Lamentablemente mi padre acabó dándole pasaporte dos veranos después. Mi segundo perro fue una herencia, literalmente. A los 16 años me fui a vivir con mi hermano y necesitaba un currillo. El tenía un paciente anciano y soltero, un militar retirado que vivía con un mastin inmenso, (88 kilos de perro) y ya no opdía sacarlo a la calle, asi que por intermediación de mi hermano me contrató amí para pasearlo. El perro se llamaba Marco Aurelio y además er ciego. El tema es que el anciano murió, los sobrinos se abalanzaron sobre sus bienes pero el destino de Marco Aurelio era una inyección letal. Así que lo "heredé" yo (no os lo perdáis, a punto estuve de tener que pagarlo, por que al manifestar mi interés pasó de ser carne de veterinario a ser un mastin de pura raza) Compartí tres años con él, hasta que murió. Después tuve a una rottweiler, anciana también y muy huraña. La habían tenido en una jaula toda su vida, haciéndola parir y cuando ya no les servía le quisieron dar pasaporte. Llegó a mí de manos del veterinario de Marco Aurelio. Estaba muy flaca (25 kilos, que para un roty no es nada)y con un pelo penoso... ¡Jo, cuanto quise a esa perra y ella a mi! Era mi sombra. Estoy segura de que hubiera desollado vivo a cualquiera que me pusiera la mano encima. La llamé Heidi y también murió conmigo a los dos años de estar a mi lado. Y ahí apareció Frodo, un cachorrín de San Bernardo que me regaló mi novio de entonces. ¡Era un amor! (El perro, el novio era un perro, valga el juego de palabras. Odiaba al pobre Frodo pero se lo quedó cuando nos separamos -Legalmente era suyo). Del actual ya os he hablado.
En casa además hay tres hurones, dos machos y una hembra, que son de mi sobrino.
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