Vivo en un tercero sin ascensor y estoy recluida, pero hoy van a bajarme (¿qué miedo!) entre mi marido y mi cuñado y me llevan a la finca de mi suegra, donde mañana tenemos una sardi?ada con treinta y tantos invitados y donde me cuidarén hasta que pueda andar, pues no me las apaño con Luis sin poder apoyar un pie en el suelo. Estará unos días sin poder leeros
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 .El pobre Luis, cuando fue la ca?da, no se separaba de mí y me llamaba una y otra vez y me daba besitos. Se paré una señora a ayudarme y no dejé que le levantara. No paré hasta que le dije a uno de los compa?eros de mi marido que fuera a buscarle y llegó él. Ahora, pobre, de vez en cuando me coge una rodilla y me la llena de besitos.
Os echaré de menos.
 
  


 
   
  
 
 
