A Laia le encntaba el pan, pero no de cualquier manera, menuda era ella, tenía que ser recientito recientito, le volvía loca, cualquier trocito de la mesa le val?a, pero recien hecho... Cuando me veia venir con bolsa y olia el pan, se ponía delante de mi reclamando lo suyo, antes de dírselo, ya estaba masticando, me hacia mucha gracia.
Además era el pan de pistola, el que yo hago en la panificadora, ese no.
c**o le gustaba tanto, un año en su cumple, le compramos una barra para ella sola y le pusimos un lazo, bueno, c**o si le hubiermos regalado un jamon, pero la tonta, después de chupetearlo y adorarlo durante un rato, lo parti? en dos trozos y lo enterr? por el jard?n, para cuando vinieran tiempos peores debia ser
