Hoy estoy avergonzada, he ca?do en la tentaci?n de juzgar y condenar sin saber, y he maldecido a unas pobres inocentes, victimas de la urgente necesidad y de un c?mulo de circunstancias. Te cuento:
Ayer no estuve en mi pueblo, por motivos largos, largos, largos de contar y aún incomprensibles para mi, a pesar de que llevo haci?ndolo al menos una vez al mes durante los últimos 4 años, me desplacá a un pueblo pequeño, alejado del mío y con mala combinación, para acudir al dentista. Pero esta no es la cuestión, sino que cuando por fin llegó la hora de la vuelta al hogar, por razones que tampoco vienen al caso, porque son personales (?A que esto os desconcertú un poco? realmente era para dar algo de intriga y emoción a mi visita al dentista y al deambular sin rumbo hasta la hora en que por fin, tengo combinación de transporte) y porque me da la risa cada vez que me acuerdo. Estaba con que en la estaci?n de autobuses, sentú una urgente necesidad, así que presta, acud? al baño. Justo en el momento en el que yo entraba, salía una ex- necesitada. También justo en ese momento se apaga la luz y yo le doy al botoncito ese que hay en muchos baños, s?, ese que le das, se hunde y poco. A poco vuelve a su posici?n original para desconectar el sistema y entro en lo que ya es el vater propiamente dicho. Ahí ya fue la primera porque nada más pisar ya puse yo una serie de calificativos, no muy agradables, dicho sea de paso, a las anteriores usuarias, o sea, a las que tuvieron la urgente necesidad antes que yo. En lugar de las sandalias que yo portaba en aquellos momentos, lo más apropiado era unas botas de esas que usan los poceros. En un ataque de no se qué, desisto de continuar camino hasta el desahogo y me voy al de caballeros (chissss, no se lo dig?is a nadie, es una pequeña perversión que tengo) pero en esta ocasión estaba en parecidas condiciones que el de las #### damas, así que volví al redil, porque por lo menos si entraba alguien mientras tanto al menos no tendría que salir gritando: ¿Que salgo, que salgo! a la vez que discretamente pasaba la mano por los ojos para que no me diera la risa, (ya está el lapsus) quería decir para no ver.
Otra vez a oscuras, así que vuelvo a darle al botoncito para hacer luz y vuelvo a acordarme de las guarras (ya no me pude contener) que dejan los baños en esas condiciones. Así que ahí me veis, andando de puntillas y despacito para no hacer olas que salpiquen y a la vez tirando de las perneras de los pantalones hacia arriba, Cierro la puerta y empieza el espectúculo, la puerta sin pestillo y de las que le faltan dos centímetros para llegar al marco, con lo que tampoco tienes la suerte de que se aguante así sin más y no es que a una le importe demasiado, que si le importa, pero es que si además la puerta de la antesala al baño no existe y la taza te queda justo enfrente del patio de desembarco de los buses, pues c**o que se te puede cortar la faena al comprobar c**o los pasajeros que descienden, te tienen a ti c**o primera imagen de la villa a la que acaban de arribar.
En estos casos la cosa suele ser sencilla, con sujetar la puerta con la mano, piensas tu, ?ilusa! pensá el arquitecto. Resulta que la puerta te queda medio metro más alejada de lo deseable, así que empiezas a medir que es lo que más lejos te llega, si las manos o los pies, descubres que los pies, pero si pones uno de los pies, hay algo, de vital importancia para la acci?n que intentas desarrollar con la mayor dignidad posible, que se queda a mitad de camino entre la puerta y el vater, así que dices, utilizar? todos los recurso de la preparación al parto, esos donde te enseñan a controlar los másculos de la de la vejiga, a la vez que realizas un pequeño balanceo, me explico: ¡Contraes y aguantas, a la vez que te inclinas un poco hacia delante para dar a la puerta un ligero toque hasta que haga tope, justo en ese momento retrocedes y relajas el másculo. Gracias a dios, sigues pensando y recuerdas las broncas de las comadronas en pleno parto por no haber ido nunca a las clases de preparación, total que buscas otra soluci?n y la encuentras en descolgarte la mochila y sujetarla con una mano balance?ndola para que golpee la puerta y la haga llegar hasta donde debiera permanecer cerrada a la vez que con la mano libre, tiras de las dos perneras hacia arriba y del tiro del pantal?n y de las bragas ( a estas alturas ya habían dejado de ser braguitas) hacia abajo.
Por fin todo controlado y justo antes de que explotes te colocas en posici?n y?se apaga la luz, buscas a tientas el botoncito de marras, no lo encuentras, guardas silencio, c**o si con eso adquirieras visi?n nocturna e intentas vislumbrar una pequeña lucecita que te indique donde c**o se metió el botón de los cojones. a pesar de no encontrarlo, decides seguir luchando por mantener la calma y piensa que no necesitas luz para lo que vas a hacer, calculas, y sin sentarte porque nunca te sientas, porque cuando eras pequeñita te grabaron a fuego en el subconsciente que no debes sentarte en los baños públicos porque puedes coger terribles enfermedades que podrían matarte , así que de pie y en puntillas en las coordinas orientativas, por fin das rienda suelta a lo que llevas dentro y ?y el sonido no te es familiar, ?que raro! piensas, aguantas un poco y sigues, pero el sonido sigue siendo distinto, mas, has llegado al punto de no retorno y acabas. Te vistes y con cierta ansiedad sales a la antesala, donde distingues la lucecita indicadora de interruptor que estabas buscando, le das al botón y c**o por arte de magia la luz te ilumina y a la vista del dantesco panorama, comprendes la cruel realidad: Has contribuido a la crecida de la inundaci?n, tus pantalones están sospechosamente mojados y calentitos, descubres que en todo el baño sólo hay un botón para la luz, que es de los que se apaga automáticamente y que está afuera, por eso no lo encontrabas y que con tanta preparación, no viste que el vater tenía la tapa puesta. Entonces sientes c**o te hundes en el abismo, te avergüenzas de haber pensado que tus antecesoras eran unas guarras de tomo y lomo, comprendes que has juzgado sin tener conocimiento de causa y te vas para tu casa con la duda de quien es mas ?hijoputa? si el que no distribuy? bien los espacios, el que puso un solo interruptor automático y fuera de alcance, el que no pone pestillo en la puerta o el que ya ni siquiera se molesta en llevar papel, porque esa es otra.
Y la cara que se te queda cuando por fin sales y tus cachorros que te esperan se quedan mirando y te preguntan: ?Mami, que te pasó en los pantalones?
¿Y la receta? Si es que siempre acabo igual, ahora tendré que poneros algo rápido y facilito.

Cebolla
ajos
Unas cucharadas de salsa de tomate
un chorrito de vino blanco (mejor seco)
orégano o tomillo
y por supuesto un conejo
Lo doramos, le ponemos el ajo y la cebolla bien picaditos y sofre?mos, añadimos el tomate, y cerramos, ponemos menú carne y a disfrutar.
Lo acompa?? con una col china y guisantes.
Espero que os guste
