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- Jefa de cocina
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exa pero el portatil todavia nada de nada no puedo abrir mi correo me sale error y me va muy lento todo tengo ke esperar a k un cuñado mio venga a sacarme las firma eletronica para poder formatear ufff ke gana tengo de tenerlo bien
la comida exa mis garrapati por aki tengo uno malo el keesta en cadiz en un centro e alto rendimiento de natacion y lo estoy mimando un pokillo

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- Subjefa/e de cocina
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que le pasa al nadador,resfriado,estoy haciendo una cosa sobre machismo, y sobre la marginacion infantil y sobre c**o educamos a los hijos,todo mezclado,veremos lo que sale, (y que se mejore el garrapati)
Última edición por Tori21 el 06 Jun 2007 01:23, editado 1 vez en total.
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EL PLANETA DE LOS MOSTRUOS
El sol arranc? fugaces destellos plateados a la pulida forma de azul metal que atraves? la c?lida mañana primaveral. Los impulsores rotaron para bajar la velocidad de entrada, y luego volvieron a sus posiciones para posibilitar el avance y suave descenso sobre aquella plataforma.
Los sonidos procedentes de la metr?polis cercana parecieron cesar, y al cabo de unos deconios dos veloces veh?culos se aproximaron hasta la nave espacial que comenzaba a abrirse con un zumbido apagado. Sobre la rampa mecúnica apareció un hombrecillo delgado de rostro entristecido.
El tono verdoso de su piel era similar al del grupo que se le acerc? a recibirlo, pero él no pareció notarlos. Calmadamente se dejé caer de rodillas, y ante la sorpresa de los presentes bes? el suelo bajo él...
-¿Cómo estuvo el viaje, Dom? -interrogaron, ayud?ndolo a levantarse.
-Cu?ntanos, amigo... ?Lleg?ste a esa estrella? ¿Cómo te recibieron?
El aludido los vio con tristeza, los ojos empañado s por las lágrimas que no podía contener, mientras se dejaba llevar del astropuerto hasta la Sala de Gobierno. Cuando logró serenarse, observ? con atenci?n los rostros serios y expectantes de los hombres más importantes del mundo.
-Cuando llegu? a ese hermoso planeta pensá que podría congeniar con la especie que lo habitaba. Su grado de evoluci?n era muy primitivo en comparaci?n al nuestro. Sobrevol? sus urbes sin ser registrado, y pude estudiar sus lenguas y costumbres. Ocultú mi nave en un lago y usando el camuflador del traje eleg? al azar un nativo que viv?a distanciado del resto, e hice contacto. Ingenuamente creí que me ayudaréa a tratar con su especie, llevéndome con sus gobernantes, mas no fue así. Cometú el error de defenderme, de verme fuerte, y no pudieron soportar eso...
-Por tus palabras, Dom, no traes buenos recuerdos de tu largo viaje.
-Los tengo, pero son contados, c**o pronto descubrir?n. La pesadilla comenz? cuando cometú el error de confiar en un nativo que dijo querer ayudarme. Creí en su sinceridad, hasta que descubr? sus intenciones...
Hurg? en su memoria buscando aquello que mientras existiera nunca lo dejar?a dormir. Todo había comenzado una hermosa mañana de sol, cuando se aproxim? a una rudimentaria construcción perdida entre la foresta.
-¿Quién eres, intruso? ?De dónde sales? -oy? preguntar a su espalda.
-Ll?mame Dom, amigo -dijo, girando para ver al hombre con un hacha.
-Bien, Dom. Repito: ?De dónde cuernos has salido? ¿Cómo has entrado? Estás en propiedad privada, mi propiedad, y aquí odiamos las visitas.
-Lo siento -se disculp? -. Vengo en paz. No fue mi deseo importunar.
-¿No te ir?s, fisg?n! ¡Lobo! ?Furia! ?Atrapen al intruso! -vocifer?.
Dos feroces c?nidos emergieron de la vivienda y saltaron encima del recién llegado rugiendo y mostrando sus filosos dientes. Al tocarlo se convirtieron en polvo, y el aire se enrareci? con un olor penetrante.
-Lo siento, pero me va forzado a activar los escudos de energ?a para no ser herido por esas fieras. Vengo en son de paz, pero no dejar? que jueguen conmigo -aclar?, y el rudo monta??s llam? a su prole a gritos, enarbolando el hacha. Sus hijos no tardaron mucho en entrar a escena.
-?Aquí estamos, p?! ¿Quién es este tipo? ?En dónde están los perros?
-?El los matú! -aull? -. ¡Los hizo polvo! ¿Es un hombrecillo verde!
-¿Qué cosa? -resping? uno de los j?venes, vi?ndolo con detenimiento.
-Un hombrecillo verde, idiota... ¿Que no lo estés mirando? -Inquiri?.
-?Aguarden! Puede ser beneficioso. El Gobierno pagar?a bien por esta criatura. ¿No lo lastimen! Lo encerraremos hasta pensar cómo venderlo.
-¿Y qué hacemos con las pieles, p?? Si nos pescan, nos van a llevar.
Dom retrocedi?. Aquel no era un buen comienzo. No deseaba ser cazado c**o un animal, y el arma primitiva que lo apuntaba se veía peligrosa. Cuando lo acorralaron no esperé más. La hebilla de su cintur?n irradi? un haz verde contra el agresor armado, quien dispar? al desplomarse...
-?Matú a mi hijo! ?Maldito bastardo! ?Atrap?moslo! ¿Que no se vaya!
No se quedé a esperar que el joven tomara el arma. Ech? a correr en dirección a los ?rboles, y no tard? en ser perseguido por una andanada de proyectiles. Sin detenerse encendi? el camuflador y se desvaneci?.
Un ramdor adelante detuvo su carrera. La poblaci?n surgi? de pronto, cortúndole el paso. Sab?a perfectamente que no podían registrarlo, por lo que tomó un respiro. Sus cazadores tardaron en llegar, evidenciando la gran ventaja que les había sacado y que acababa de perder. No pudo evitar que avisaran de su presencia. Los hombres armados se agruparon, multiplic?ndose, prepar?ndose para la cacer?a. La presa era él mismo.
Aquel conocimiento lo hizo estremecer de espanto. Hab?a matado a uno de ellos, aunque mas no fuera para protegerse, pero los demás nunca lo perdonar?an. A sus ojos era un asesino del espacio que debían castigar prontamente. Escuch? sus planes y trag? saliva, sintiéndose incómodo.
Trep? a uno de los añosos ?rboles temiendo ser olfateado por los canes sueltos que rondaban. Sus ladridos podrían delatarlo a sus enemigos...
-Trae a tus perros, Sig. Se haré invisible para nuestros ojos cuanto quiera, pero no burlar? el olfato de un sabueso. Lo cazaremos c**o una rata. Veremos cuánto resiste. Lo mantendremos en constante movimiento.
-Pobre infeliz. No imagina lo que espera. Jamás debi? venir aquí.
No necesitú o?r eso para saber que había sido un error intentar ser amigable con tan violentas criaturas. Las calles no eran seguras, y el delito era moneda corriente en el planeta. Su raza no necesitaba tener amistades c**o esas. Era prioritario volver a su nave y alejarse veloz por donde viniera. c**o prueba llevar?a grabaciones de los hostiles...
Saltú a tierra, y cuando se preparaba para poner distancia entre los cazadores y su persona un c**o de ladridos lo hizo volverse. Los canes olieron su perfume y ven?an por él cual si lo estuviesen viendo. Todas las armas dispararon al un?sono en su dirección. Los proyectiles no le acertaron, a resguardo tras un ?rbol. Sab?a que los perros indicar?an su posici?n si conseguían rodearlo, y sin titubear optú por anularlos.
-¡Los perros! -oy? gritar -. ?Matú a los perros! ¿Nos estuvo oyendo!
Huy? del lugar sin volverse, y sus furiosos perseguidores subieron a sus veh?culos. Los motores rug?an, atronando el aire. Sus fuerzas iban mermando con los ramdors, y consciente de que no podía mantener mucho ese paso se detuvo a tomar aire al pi? de la montaña. Su disco volador estaba en sentido contrario, y no tenía aliento para rodear el peligro y alcanzarlo. Los rodados se detuvieron cerca y los hombres bajaron...
-¿No debe estar muy lejos! -dijo el monta??s -. ?Debe estar agotado!
-¿Es un atleta formidable! ?Corre c**o un potro, p?! ?Ya es nuestro!
-(A?n no, criatura -pensá para s?, observ?ndolos. El bullicio de una ciudad cercana le dio fuerzas -. No mientras mis equipos me protejan.)
Tal vez fue casualidad y no mala suerte, pero de repente se hizo muy obvia su visibilidad. Hab?a alcanzado las primeras casas cuando vio su sombra en el asfalto. Desesperado, sintiendo su pulso acelerarse, hizo lo que pudo, mas el camuflador no encendi?. Su escudo protector estaba anulado. Se estremeci? al descubrir que no tenía energ?a, ni formas de conseguirla, pero mucho más cuando escuch? aquel grito de los nativos.
-?Allí está el invasor verde! ?Vamos por ese asesino, muchachos! ?De prisa, antes que se esfume! -rugi?. Algunos proyectiles lo alcanzaron.
Sinti? los impactos en su carne, destrozando su negro traje, y brotú su sangre verde que intentú contener. Con esfuerzo se cubri? del fuego enemigo, llegando hasta el hall más próximo. Los escuch? venir cautos, rugiendo maldiciones, y tembl?. Presinti? su muerte próxima y decidi? no irse solo al más all?. Se prepar? para enfrentarlos y de improviso la puerta se abrió tras él. Una mano firme lo jal? hacia el interior.
-?C?lmese! -le pidió alguien -. ¿Está herido! ¿Está a salvo, pero no por mucho tiempo! ?Tendremos que irnos de aquí! ?Cree poder caminar?
-¿No van a matarme? -se sorprendi? -. ?Porqué prolongar esta agon?a?
-Somos cientúficos, y su llegada nos movi? a buscarlo. Captamos hace días su ingreso a la atmásfera, pero perdimos su rastro. El incidente en la caba?a nos gui? hasta aquí. El rastro de sangre los atraer? cual moscas. Nuestro veh?culo está atrás, esperéndonos. Venga con nosotros.
Dud? un instante, pero al cabo accedi?. En cuanto ascendieron todos al rodado escucharon destrozarse la puerta principal de la casa. Unos proyectiles los siguieron en tanto partían velozmente con desconocido destino. Sus salvadores le hablaban con calma, intentando disipar todo temor en él. Inocentemente, crey? que en sus manos iba a estar seguro.
-Lo curaremos -prometió quien conduc?a -. Las heridas no son graves, pero ha perdido demasiada sangre... ?Cree resistir hasta el hospital?
-No necesito ayuda -sonri? -. Puedo curarme solo. Sólo necesitaba un poco de tiempo. Los proyectiles salieron sin tocar mis ?rganos -avisó.
Dom se ilumin? dentro de la cabina, sorprendiendo a los tres hombres que lo acompañaban. Su piel se regener? lentamente, y deconios después sólo quedaba su traje perforado y ensangrentado c**o prueba del ataque sufrido. Ante el azoro de sus rescatadores se dedic? a ver el paisaje.
-Asombroso -dijo uno -. Soy el doctor Chambers, exobi?logo... ¿Y tú?
-Dom, de Vurnia... ?Adónde nos dirigimos? -los interrog?, inquieto.
-A nuestro cuartel secreto subterr?neo... ¿Qué lo trajo a mi mundo?
-Soy un emisario del mío. Deseamos conocer otras razas, conocer sus costumbres, compartir nuestra ciencia y tecnología, nuestra existencia sin enfermedades, pero a juzgar por los hechos es un sueño imposible.
-No te adelantes, Dom. Estamos de acuerdo contigo. Tus conocimientos nos serán muy ?tiles. T? nos dirés sólo lo que a nosotros beneficie.
Esas palabras parec?an encerrar otro significado, mas el llegado del espacio no pareció advertirlo. Confi? en aquellas engañosas sonrisas y tuvo la ilusión de ver a su raza compartiendo su sabidur?a con quienes no lo trataron bien en un principio. Los que le presentaron más tarde lo colmaron de atenciones. Le dieron una rec?mara para descansar, y no pudo imaginar lo que tramaban a su espalda. Varios ojos electrúnicos y humanos sondearon sus movimientos, vigilando su sueño sin perturbarlo:
-Es bastante ingenuo -comentú el hombre de oscuros anteojos -. Habrá que mantenerlo sedado para examinarlo. Bajo hipnosis nos contaré cosas que despierto no diréa sin sospechar. Cuando tengamos la posici?n del nav?o iremos por él. Grabaremos todo lo que diga. Es increíble cómo ha aprendido nuestra lengua. El poder de autosanación nos dejé perplejos.
-El equipo que portaba está siendo examinado: Un imponente cintur?n.
-Ganaremos su amistad si somos amables. Cuando despierte hablaremos.
Le consiguieron un traje nuevo, que no se parec?a al suyo, mas no le importú pues era bastante cómodo. Sin que lo notara le extrañan cuando dormía min?sculas muestras de tejidos y flu?dos corporales. Poderosos instrumentos analizaban sin descanso a la nueva forma de vida. Algunos técnicos intentaron hacer funcionar su equipo, pero no pose?a energ?a.
Les hizo varios comentarios sobre su raza, sus costumbres y leyes, su tecnología, su flora y fauna, sus recursos, dejéndolos satisfechos. En su última cena, que fue de su agrado, lo narcotizaron y trasladaron a su laboratorio. Allí, desnudo en una camilla, procedieron a estudiar su organismo por dentro y fuera. Los cientúficos lo atacaron con unos filosos bistur?es quir?rgicos, desesperados por saber sus secretos. El organismo de Dom se veía humano, mas los llevé de una sorpresa a otra.
El cuerpo se recuperaba pronto de las min?sculas heridas, pero todas las muestras se disolv?an en el aire antes de poder ser estudiadas. Lo siguieron cortando una y otra vez sin piedad, pues necesitaban saber, y ya no les importaba cómo lograrlo. Lo congelaron para detener todas las funciones orgúnicas con la esperanza de poder realizar más pruebas a riesgo de su vida y hallar respuestas, pero hallaron más preguntas. Dom, de Vurnia, parec?a un cad?ver sobre la camilla de pulido metal...
No pudo sospechar que al dormirse tardaréa en despertar, y fue mejor no estar consciente para evitar el sufrimiento. La crueldad de quienes lo habían salvado de la multitud enardecida no tenía sentido. No pudo sentir sobre su carne verde los filosos cuchillos cortando sin cesar, ni cómo absorv?an su sangre extraña o retiraban trozos de sus ?rganos sorprendentes y su piel lampiña. Congeladas al frío máximo fue posible analizar las muestras con resultados positivos. Sus captores se vieron felices, aunque su mente ocultaba aún la información más importante...
Cuando se aburrieron de estudiarlo decidieron despertarlo del helado sueño en el que estaba inmerso, suponiendo que al recuperarse volvería su cuerpo a regenerar las heridas, las que en su mayoría parec?an ser mortales. Su entusiasmo los había hecho pasar los l?mites. Al advertir que no reaccionaba por sí solo trataron de reanimarlo utilizando todos los recursos a su alcance, mas al tiempo desistieron y lo abandonaron...
En el silencioso recinto asíptico nada se mov?a. Los equipos seguían conectados a Dom, y uno de ellos indic? que su corazón empez? a latir. Inadvertidamente para ellos el ser del espacio despertú de aquel sueño artificial. Abri? sus ojos p?rpura y se vio desnudo, cubierto el pecho de heridas de distinta profundidad. El dolor no le impidió re?rse. Una luz lo envolvi? algunos deconios. Sus tejidos sanaron y se incorpor?.
Encontr? su traje perforado y se visti?, temblando de frío. Logr? el acceso a los equipos computarizados, y revis? los videos, enteréndose de lo que le habían hecho sus falsos amigos. Borr? todo sin pensarlo, y tratú de hallar su cintur?n, pues sin él nunca hallar?a su nave. Era preciso hu?r de ese lugar de pesadilla, escapar de aquellos monstruos que lo habían utilizado para sus diab?licos experimentos sin avisarle.
Sab?a lo que hacía cuando sobrecarg? las computadoras. Las consolas estallaron al absorver energ?a superior a la acostumbrada. Un incendio fue registrado por los detectores en el techo y son? la alarma. Entre el humo que inund? los ambientes se desliz? hacia los pasillos, pero no tardaron en notar su desaparici?n. El personal de seguridad cubri? la única entrada, en tanto llov?a en forma copiosa. Hubo gritos cuando la luz se extingui?, mas no tard? en regresar. Las llamas crecieron en deconios y el humo se torn? espeso. Hall? una puerta, y la traspuso...
La casualidad quiso que hallara allí su cintur?n, aunque desarmado. Sus manos lo ensamblaron con celeridad. Arranc? un cable y recarg? las baterías temiendo fundirlas, que no ocurrió: El camuflador funcion?...
Pase? entre los que corr?an c**o si fuera un fantasma, eludiendo por momentos a los hombres armados que gritaban ?rdenes y maldiciones. Con tranquilidad recorri? otros recintos, descubriendo en un laboratorio a cientos de espec?menes animales en recipientes de cristal adecuados a sus tamaños. En un líquido amarillento conservaban a pequeños anfibios e insectos. En una extensa mesa iluminada estaban esparcidos junto con sus vasceras los miembros de pequeños reptiles desconocidos para él...
A sus ojos, quedaba claro que aquella especie inteligente jugaba con la vida de especies inferiores, experimentando con todo ser que cayera en sus manos, y él había sido una de las tantas vactimas inocentes. Al salir de aquel infierno, desintegrando la blindada puerta con un rayo cegador, fue advertido, y comenz? otra feroz persecuci?n por tierra...
No titube? en eliminar al ser que con su veh?culo formaba parte del grupo que custodiaba el lugar. El motor estaba en marcha, y poco tard? en descubrir cómo hacerlo avanzar. No condujo muy expertamente por los caminos, pero al menos logró distanciarse de sus furiosos cazadores. A su lado pasaban los proyectiles, y algunos chocaron contra el poderoso escudo que lo proteg?a. El automotor recib?a la mayoría de las balas.
Aceler? lo más que su pericia le permiti?, accionando el localizador que lo llevar?a a su nave, que aguardaba bajo la superficie de un lago bastante profundo. Eludi? con poca suerte a otros rodados que iban en sentido contrario, ocasionando accidentes de gran importancia y algún vuelco imprevisto. Las columnas de humo guiaron a sus perseguidores, y estos intuyeron que pretendía retornar a su disco volador oculto cerca para hu?r del planeta, y no estaban dispuestos a permitir su escape...
Le parec?a increíble haber recorrido semejante distancia, primero a pi? y luego en un veh?culo automotor. Su nave se encontraba tan lejos que crey? que jamás llegaráa. Los descubri? en el espejo retrovisor, y dese? no tenerlos tan cerca. El reflejo del sol en el agua le hizo dar un grito de alegría. Ya sobre la cenagosa orilla intentú detener aquel rodado en veloz carrera, y antes de imaginarlo se encontré sumergido.
Salió por la ventanilla abierta con dificultad cuando el agua inund? la cabina por completo, y al alzar la cabeza vio a sus enemigos afuera aguard?ndolo. Ellos no sabían que podía contener la respiración tanto o más que muchas especies de mam?feros acu?ticos. Descendi? al turbio fondo enred?ndose con las algas, hasta que dio con el disco volador en pleno centro de la profunda laguna. La compuerta se abrió al acercarse y no dud? al entrar. Activ? los sistemas en tanto se mudaba de ropas.
Los paneles cobraron vida y el ambiente se entibi? lentamente. Rojas luces de alarma le advirtieron que estaba en peligro. Inici? el conteo de despegue tras tomar asiento. En los monitores vio a los buzos que se acercaban peligrosamente. Arpones explosivos impactaron en el casco sin causar daños. Ascendi?, impulsores a míxima potencia, arrastrando a los hombres desprevenidos hasta la superficie, veinte yardhz arriba.
Desde un aparato volador que sobrevolaba el sector le dispararon un proyectil que acertú a estribor, conmocion?ndolo. Estableci? el curso, y ante la mirada atúnita de los nativos se perdi? en el firmamento con un salto espacial que ningún ojo humano pudo seguir. Burlados en pleno rostro, sus cazadores mascullaron de rabia e impotencia a sus dioses.
-Es realmente aterrador, Dom -comentú uno de los seres de piel verde cuando el aludido concluy? su relato -. En verdad son seres terribles.
-Vaya que lo son -agreg? otro -. Es una suerte que vivas para contar esa horrible experiencia. Nosotros nunca pisaremos ese verde paraiso.
-Eso ni dudarlo, Rem. Estamos prevenidos, gracias a Dom. Lamentamos el cruel destino de otros que elijan ese mundo para misiones de paz...
--Pocos seres vivientes del Universo deben poseer nuestros increíbles organismos, Yam, capaces de regenerar a voluntad los tejidos dañado s.
-Cierto, Rem. Es inimaginable el sufrimiento de esas criaturas bajo los instrumentos de esos despiadados e insensibles seres. Si todos los que caen en su poder tienen ese destino, esos seres no tienen perdón.
-No tienen derecho a usar de excusa la ciencia para justificarse...
-Tendr?amos que reunir al Congreso Gal?ctico y al de las galaxias en torno a la nuestra para estudiar el asunto. c**o seres racionales nos debemos oponer. Dom nos ha informado que cocinan a criaturas animales.
-No debemos intervenir, Ixe: Lo sabes. No somos quienes para decidir lo que otras civilizaciones deben hacer, aunque nos parezcan b?rbaros.
-Tienes razón, Dom, pero lo que hacen esos humanos es imperdonable.
-Lo es, Rem... ¿Cómo se llamaba ese planeta de seres infames, amigo?
-Se llama Tierra, Ixe: El planeta de los monstruos se llama Tierra.
F I N

El sol arranc? fugaces destellos plateados a la pulida forma de azul metal que atraves? la c?lida mañana primaveral. Los impulsores rotaron para bajar la velocidad de entrada, y luego volvieron a sus posiciones para posibilitar el avance y suave descenso sobre aquella plataforma.
Los sonidos procedentes de la metr?polis cercana parecieron cesar, y al cabo de unos deconios dos veloces veh?culos se aproximaron hasta la nave espacial que comenzaba a abrirse con un zumbido apagado. Sobre la rampa mecúnica apareció un hombrecillo delgado de rostro entristecido.
El tono verdoso de su piel era similar al del grupo que se le acerc? a recibirlo, pero él no pareció notarlos. Calmadamente se dejé caer de rodillas, y ante la sorpresa de los presentes bes? el suelo bajo él...
-¿Cómo estuvo el viaje, Dom? -interrogaron, ayud?ndolo a levantarse.
-Cu?ntanos, amigo... ?Lleg?ste a esa estrella? ¿Cómo te recibieron?
El aludido los vio con tristeza, los ojos empañado s por las lágrimas que no podía contener, mientras se dejaba llevar del astropuerto hasta la Sala de Gobierno. Cuando logró serenarse, observ? con atenci?n los rostros serios y expectantes de los hombres más importantes del mundo.
-Cuando llegu? a ese hermoso planeta pensá que podría congeniar con la especie que lo habitaba. Su grado de evoluci?n era muy primitivo en comparaci?n al nuestro. Sobrevol? sus urbes sin ser registrado, y pude estudiar sus lenguas y costumbres. Ocultú mi nave en un lago y usando el camuflador del traje eleg? al azar un nativo que viv?a distanciado del resto, e hice contacto. Ingenuamente creí que me ayudaréa a tratar con su especie, llevéndome con sus gobernantes, mas no fue así. Cometú el error de defenderme, de verme fuerte, y no pudieron soportar eso...
-Por tus palabras, Dom, no traes buenos recuerdos de tu largo viaje.
-Los tengo, pero son contados, c**o pronto descubrir?n. La pesadilla comenz? cuando cometú el error de confiar en un nativo que dijo querer ayudarme. Creí en su sinceridad, hasta que descubr? sus intenciones...
Hurg? en su memoria buscando aquello que mientras existiera nunca lo dejar?a dormir. Todo había comenzado una hermosa mañana de sol, cuando se aproxim? a una rudimentaria construcción perdida entre la foresta.
-¿Quién eres, intruso? ?De dónde sales? -oy? preguntar a su espalda.
-Ll?mame Dom, amigo -dijo, girando para ver al hombre con un hacha.
-Bien, Dom. Repito: ?De dónde cuernos has salido? ¿Cómo has entrado? Estás en propiedad privada, mi propiedad, y aquí odiamos las visitas.
-Lo siento -se disculp? -. Vengo en paz. No fue mi deseo importunar.
-¿No te ir?s, fisg?n! ¡Lobo! ?Furia! ?Atrapen al intruso! -vocifer?.
Dos feroces c?nidos emergieron de la vivienda y saltaron encima del recién llegado rugiendo y mostrando sus filosos dientes. Al tocarlo se convirtieron en polvo, y el aire se enrareci? con un olor penetrante.
-Lo siento, pero me va forzado a activar los escudos de energ?a para no ser herido por esas fieras. Vengo en son de paz, pero no dejar? que jueguen conmigo -aclar?, y el rudo monta??s llam? a su prole a gritos, enarbolando el hacha. Sus hijos no tardaron mucho en entrar a escena.
-?Aquí estamos, p?! ¿Quién es este tipo? ?En dónde están los perros?
-?El los matú! -aull? -. ¡Los hizo polvo! ¿Es un hombrecillo verde!
-¿Qué cosa? -resping? uno de los j?venes, vi?ndolo con detenimiento.
-Un hombrecillo verde, idiota... ¿Que no lo estés mirando? -Inquiri?.
-?Aguarden! Puede ser beneficioso. El Gobierno pagar?a bien por esta criatura. ¿No lo lastimen! Lo encerraremos hasta pensar cómo venderlo.
-¿Y qué hacemos con las pieles, p?? Si nos pescan, nos van a llevar.
Dom retrocedi?. Aquel no era un buen comienzo. No deseaba ser cazado c**o un animal, y el arma primitiva que lo apuntaba se veía peligrosa. Cuando lo acorralaron no esperé más. La hebilla de su cintur?n irradi? un haz verde contra el agresor armado, quien dispar? al desplomarse...
-?Matú a mi hijo! ?Maldito bastardo! ?Atrap?moslo! ¿Que no se vaya!
No se quedé a esperar que el joven tomara el arma. Ech? a correr en dirección a los ?rboles, y no tard? en ser perseguido por una andanada de proyectiles. Sin detenerse encendi? el camuflador y se desvaneci?.
Un ramdor adelante detuvo su carrera. La poblaci?n surgi? de pronto, cortúndole el paso. Sab?a perfectamente que no podían registrarlo, por lo que tomó un respiro. Sus cazadores tardaron en llegar, evidenciando la gran ventaja que les había sacado y que acababa de perder. No pudo evitar que avisaran de su presencia. Los hombres armados se agruparon, multiplic?ndose, prepar?ndose para la cacer?a. La presa era él mismo.
Aquel conocimiento lo hizo estremecer de espanto. Hab?a matado a uno de ellos, aunque mas no fuera para protegerse, pero los demás nunca lo perdonar?an. A sus ojos era un asesino del espacio que debían castigar prontamente. Escuch? sus planes y trag? saliva, sintiéndose incómodo.
Trep? a uno de los añosos ?rboles temiendo ser olfateado por los canes sueltos que rondaban. Sus ladridos podrían delatarlo a sus enemigos...
-Trae a tus perros, Sig. Se haré invisible para nuestros ojos cuanto quiera, pero no burlar? el olfato de un sabueso. Lo cazaremos c**o una rata. Veremos cuánto resiste. Lo mantendremos en constante movimiento.
-Pobre infeliz. No imagina lo que espera. Jamás debi? venir aquí.
No necesitú o?r eso para saber que había sido un error intentar ser amigable con tan violentas criaturas. Las calles no eran seguras, y el delito era moneda corriente en el planeta. Su raza no necesitaba tener amistades c**o esas. Era prioritario volver a su nave y alejarse veloz por donde viniera. c**o prueba llevar?a grabaciones de los hostiles...
Saltú a tierra, y cuando se preparaba para poner distancia entre los cazadores y su persona un c**o de ladridos lo hizo volverse. Los canes olieron su perfume y ven?an por él cual si lo estuviesen viendo. Todas las armas dispararon al un?sono en su dirección. Los proyectiles no le acertaron, a resguardo tras un ?rbol. Sab?a que los perros indicar?an su posici?n si conseguían rodearlo, y sin titubear optú por anularlos.
-¡Los perros! -oy? gritar -. ?Matú a los perros! ¿Nos estuvo oyendo!
Huy? del lugar sin volverse, y sus furiosos perseguidores subieron a sus veh?culos. Los motores rug?an, atronando el aire. Sus fuerzas iban mermando con los ramdors, y consciente de que no podía mantener mucho ese paso se detuvo a tomar aire al pi? de la montaña. Su disco volador estaba en sentido contrario, y no tenía aliento para rodear el peligro y alcanzarlo. Los rodados se detuvieron cerca y los hombres bajaron...
-¿No debe estar muy lejos! -dijo el monta??s -. ?Debe estar agotado!
-¿Es un atleta formidable! ?Corre c**o un potro, p?! ?Ya es nuestro!
-(A?n no, criatura -pensá para s?, observ?ndolos. El bullicio de una ciudad cercana le dio fuerzas -. No mientras mis equipos me protejan.)
Tal vez fue casualidad y no mala suerte, pero de repente se hizo muy obvia su visibilidad. Hab?a alcanzado las primeras casas cuando vio su sombra en el asfalto. Desesperado, sintiendo su pulso acelerarse, hizo lo que pudo, mas el camuflador no encendi?. Su escudo protector estaba anulado. Se estremeci? al descubrir que no tenía energ?a, ni formas de conseguirla, pero mucho más cuando escuch? aquel grito de los nativos.
-?Allí está el invasor verde! ?Vamos por ese asesino, muchachos! ?De prisa, antes que se esfume! -rugi?. Algunos proyectiles lo alcanzaron.
Sinti? los impactos en su carne, destrozando su negro traje, y brotú su sangre verde que intentú contener. Con esfuerzo se cubri? del fuego enemigo, llegando hasta el hall más próximo. Los escuch? venir cautos, rugiendo maldiciones, y tembl?. Presinti? su muerte próxima y decidi? no irse solo al más all?. Se prepar? para enfrentarlos y de improviso la puerta se abrió tras él. Una mano firme lo jal? hacia el interior.
-?C?lmese! -le pidió alguien -. ¿Está herido! ¿Está a salvo, pero no por mucho tiempo! ?Tendremos que irnos de aquí! ?Cree poder caminar?
-¿No van a matarme? -se sorprendi? -. ?Porqué prolongar esta agon?a?
-Somos cientúficos, y su llegada nos movi? a buscarlo. Captamos hace días su ingreso a la atmásfera, pero perdimos su rastro. El incidente en la caba?a nos gui? hasta aquí. El rastro de sangre los atraer? cual moscas. Nuestro veh?culo está atrás, esperéndonos. Venga con nosotros.
Dud? un instante, pero al cabo accedi?. En cuanto ascendieron todos al rodado escucharon destrozarse la puerta principal de la casa. Unos proyectiles los siguieron en tanto partían velozmente con desconocido destino. Sus salvadores le hablaban con calma, intentando disipar todo temor en él. Inocentemente, crey? que en sus manos iba a estar seguro.
-Lo curaremos -prometió quien conduc?a -. Las heridas no son graves, pero ha perdido demasiada sangre... ?Cree resistir hasta el hospital?
-No necesito ayuda -sonri? -. Puedo curarme solo. Sólo necesitaba un poco de tiempo. Los proyectiles salieron sin tocar mis ?rganos -avisó.
Dom se ilumin? dentro de la cabina, sorprendiendo a los tres hombres que lo acompañaban. Su piel se regener? lentamente, y deconios después sólo quedaba su traje perforado y ensangrentado c**o prueba del ataque sufrido. Ante el azoro de sus rescatadores se dedic? a ver el paisaje.
-Asombroso -dijo uno -. Soy el doctor Chambers, exobi?logo... ¿Y tú?
-Dom, de Vurnia... ?Adónde nos dirigimos? -los interrog?, inquieto.
-A nuestro cuartel secreto subterr?neo... ¿Qué lo trajo a mi mundo?
-Soy un emisario del mío. Deseamos conocer otras razas, conocer sus costumbres, compartir nuestra ciencia y tecnología, nuestra existencia sin enfermedades, pero a juzgar por los hechos es un sueño imposible.
-No te adelantes, Dom. Estamos de acuerdo contigo. Tus conocimientos nos serán muy ?tiles. T? nos dirés sólo lo que a nosotros beneficie.
Esas palabras parec?an encerrar otro significado, mas el llegado del espacio no pareció advertirlo. Confi? en aquellas engañosas sonrisas y tuvo la ilusión de ver a su raza compartiendo su sabidur?a con quienes no lo trataron bien en un principio. Los que le presentaron más tarde lo colmaron de atenciones. Le dieron una rec?mara para descansar, y no pudo imaginar lo que tramaban a su espalda. Varios ojos electrúnicos y humanos sondearon sus movimientos, vigilando su sueño sin perturbarlo:
-Es bastante ingenuo -comentú el hombre de oscuros anteojos -. Habrá que mantenerlo sedado para examinarlo. Bajo hipnosis nos contaré cosas que despierto no diréa sin sospechar. Cuando tengamos la posici?n del nav?o iremos por él. Grabaremos todo lo que diga. Es increíble cómo ha aprendido nuestra lengua. El poder de autosanación nos dejé perplejos.
-El equipo que portaba está siendo examinado: Un imponente cintur?n.
-Ganaremos su amistad si somos amables. Cuando despierte hablaremos.
Le consiguieron un traje nuevo, que no se parec?a al suyo, mas no le importú pues era bastante cómodo. Sin que lo notara le extrañan cuando dormía min?sculas muestras de tejidos y flu?dos corporales. Poderosos instrumentos analizaban sin descanso a la nueva forma de vida. Algunos técnicos intentaron hacer funcionar su equipo, pero no pose?a energ?a.
Les hizo varios comentarios sobre su raza, sus costumbres y leyes, su tecnología, su flora y fauna, sus recursos, dejéndolos satisfechos. En su última cena, que fue de su agrado, lo narcotizaron y trasladaron a su laboratorio. Allí, desnudo en una camilla, procedieron a estudiar su organismo por dentro y fuera. Los cientúficos lo atacaron con unos filosos bistur?es quir?rgicos, desesperados por saber sus secretos. El organismo de Dom se veía humano, mas los llevé de una sorpresa a otra.
El cuerpo se recuperaba pronto de las min?sculas heridas, pero todas las muestras se disolv?an en el aire antes de poder ser estudiadas. Lo siguieron cortando una y otra vez sin piedad, pues necesitaban saber, y ya no les importaba cómo lograrlo. Lo congelaron para detener todas las funciones orgúnicas con la esperanza de poder realizar más pruebas a riesgo de su vida y hallar respuestas, pero hallaron más preguntas. Dom, de Vurnia, parec?a un cad?ver sobre la camilla de pulido metal...
No pudo sospechar que al dormirse tardaréa en despertar, y fue mejor no estar consciente para evitar el sufrimiento. La crueldad de quienes lo habían salvado de la multitud enardecida no tenía sentido. No pudo sentir sobre su carne verde los filosos cuchillos cortando sin cesar, ni cómo absorv?an su sangre extraña o retiraban trozos de sus ?rganos sorprendentes y su piel lampiña. Congeladas al frío máximo fue posible analizar las muestras con resultados positivos. Sus captores se vieron felices, aunque su mente ocultaba aún la información más importante...
Cuando se aburrieron de estudiarlo decidieron despertarlo del helado sueño en el que estaba inmerso, suponiendo que al recuperarse volvería su cuerpo a regenerar las heridas, las que en su mayoría parec?an ser mortales. Su entusiasmo los había hecho pasar los l?mites. Al advertir que no reaccionaba por sí solo trataron de reanimarlo utilizando todos los recursos a su alcance, mas al tiempo desistieron y lo abandonaron...
En el silencioso recinto asíptico nada se mov?a. Los equipos seguían conectados a Dom, y uno de ellos indic? que su corazón empez? a latir. Inadvertidamente para ellos el ser del espacio despertú de aquel sueño artificial. Abri? sus ojos p?rpura y se vio desnudo, cubierto el pecho de heridas de distinta profundidad. El dolor no le impidió re?rse. Una luz lo envolvi? algunos deconios. Sus tejidos sanaron y se incorpor?.
Encontr? su traje perforado y se visti?, temblando de frío. Logr? el acceso a los equipos computarizados, y revis? los videos, enteréndose de lo que le habían hecho sus falsos amigos. Borr? todo sin pensarlo, y tratú de hallar su cintur?n, pues sin él nunca hallar?a su nave. Era preciso hu?r de ese lugar de pesadilla, escapar de aquellos monstruos que lo habían utilizado para sus diab?licos experimentos sin avisarle.
Sab?a lo que hacía cuando sobrecarg? las computadoras. Las consolas estallaron al absorver energ?a superior a la acostumbrada. Un incendio fue registrado por los detectores en el techo y son? la alarma. Entre el humo que inund? los ambientes se desliz? hacia los pasillos, pero no tardaron en notar su desaparici?n. El personal de seguridad cubri? la única entrada, en tanto llov?a en forma copiosa. Hubo gritos cuando la luz se extingui?, mas no tard? en regresar. Las llamas crecieron en deconios y el humo se torn? espeso. Hall? una puerta, y la traspuso...
La casualidad quiso que hallara allí su cintur?n, aunque desarmado. Sus manos lo ensamblaron con celeridad. Arranc? un cable y recarg? las baterías temiendo fundirlas, que no ocurrió: El camuflador funcion?...
Pase? entre los que corr?an c**o si fuera un fantasma, eludiendo por momentos a los hombres armados que gritaban ?rdenes y maldiciones. Con tranquilidad recorri? otros recintos, descubriendo en un laboratorio a cientos de espec?menes animales en recipientes de cristal adecuados a sus tamaños. En un líquido amarillento conservaban a pequeños anfibios e insectos. En una extensa mesa iluminada estaban esparcidos junto con sus vasceras los miembros de pequeños reptiles desconocidos para él...
A sus ojos, quedaba claro que aquella especie inteligente jugaba con la vida de especies inferiores, experimentando con todo ser que cayera en sus manos, y él había sido una de las tantas vactimas inocentes. Al salir de aquel infierno, desintegrando la blindada puerta con un rayo cegador, fue advertido, y comenz? otra feroz persecuci?n por tierra...
No titube? en eliminar al ser que con su veh?culo formaba parte del grupo que custodiaba el lugar. El motor estaba en marcha, y poco tard? en descubrir cómo hacerlo avanzar. No condujo muy expertamente por los caminos, pero al menos logró distanciarse de sus furiosos cazadores. A su lado pasaban los proyectiles, y algunos chocaron contra el poderoso escudo que lo proteg?a. El automotor recib?a la mayoría de las balas.
Aceler? lo más que su pericia le permiti?, accionando el localizador que lo llevar?a a su nave, que aguardaba bajo la superficie de un lago bastante profundo. Eludi? con poca suerte a otros rodados que iban en sentido contrario, ocasionando accidentes de gran importancia y algún vuelco imprevisto. Las columnas de humo guiaron a sus perseguidores, y estos intuyeron que pretendía retornar a su disco volador oculto cerca para hu?r del planeta, y no estaban dispuestos a permitir su escape...
Le parec?a increíble haber recorrido semejante distancia, primero a pi? y luego en un veh?culo automotor. Su nave se encontraba tan lejos que crey? que jamás llegaráa. Los descubri? en el espejo retrovisor, y dese? no tenerlos tan cerca. El reflejo del sol en el agua le hizo dar un grito de alegría. Ya sobre la cenagosa orilla intentú detener aquel rodado en veloz carrera, y antes de imaginarlo se encontré sumergido.
Salió por la ventanilla abierta con dificultad cuando el agua inund? la cabina por completo, y al alzar la cabeza vio a sus enemigos afuera aguard?ndolo. Ellos no sabían que podía contener la respiración tanto o más que muchas especies de mam?feros acu?ticos. Descendi? al turbio fondo enred?ndose con las algas, hasta que dio con el disco volador en pleno centro de la profunda laguna. La compuerta se abrió al acercarse y no dud? al entrar. Activ? los sistemas en tanto se mudaba de ropas.
Los paneles cobraron vida y el ambiente se entibi? lentamente. Rojas luces de alarma le advirtieron que estaba en peligro. Inici? el conteo de despegue tras tomar asiento. En los monitores vio a los buzos que se acercaban peligrosamente. Arpones explosivos impactaron en el casco sin causar daños. Ascendi?, impulsores a míxima potencia, arrastrando a los hombres desprevenidos hasta la superficie, veinte yardhz arriba.
Desde un aparato volador que sobrevolaba el sector le dispararon un proyectil que acertú a estribor, conmocion?ndolo. Estableci? el curso, y ante la mirada atúnita de los nativos se perdi? en el firmamento con un salto espacial que ningún ojo humano pudo seguir. Burlados en pleno rostro, sus cazadores mascullaron de rabia e impotencia a sus dioses.
-Es realmente aterrador, Dom -comentú uno de los seres de piel verde cuando el aludido concluy? su relato -. En verdad son seres terribles.
-Vaya que lo son -agreg? otro -. Es una suerte que vivas para contar esa horrible experiencia. Nosotros nunca pisaremos ese verde paraiso.
-Eso ni dudarlo, Rem. Estamos prevenidos, gracias a Dom. Lamentamos el cruel destino de otros que elijan ese mundo para misiones de paz...
--Pocos seres vivientes del Universo deben poseer nuestros increíbles organismos, Yam, capaces de regenerar a voluntad los tejidos dañado s.
-Cierto, Rem. Es inimaginable el sufrimiento de esas criaturas bajo los instrumentos de esos despiadados e insensibles seres. Si todos los que caen en su poder tienen ese destino, esos seres no tienen perdón.
-No tienen derecho a usar de excusa la ciencia para justificarse...
-Tendr?amos que reunir al Congreso Gal?ctico y al de las galaxias en torno a la nuestra para estudiar el asunto. c**o seres racionales nos debemos oponer. Dom nos ha informado que cocinan a criaturas animales.
-No debemos intervenir, Ixe: Lo sabes. No somos quienes para decidir lo que otras civilizaciones deben hacer, aunque nos parezcan b?rbaros.
-Tienes razón, Dom, pero lo que hacen esos humanos es imperdonable.
-Lo es, Rem... ¿Cómo se llamaba ese planeta de seres infames, amigo?
-Se llama Tierra, Ixe: El planeta de los monstruos se llama Tierra.
F I N

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El SOL Y LA LUNA
Sucede que el mundo aun no existía y el dia que Dios decidi? crearlo, les dio entonces un toque final ...el brillo
Cuando el SOL y la LUNA se encontraron por primera vez, se apasionaron perdidamente y a partir de ahí comezaron a vivir un gran amor.
Qued? decidido tamb¿en que el SOL iluminaria el dia y que la LUNA iluminaria la noche, siendo asi, estarian obligados a vivir separados
Les invadi? una gran tristeza y cuando se dieron cuenta de que nunca más se encontrarian...LA LUNA fuí quedéndose cada vez más angustiada. A pesar del brillo dado por Dios, fuí torn?ndose solitaria. EL SOL a su vez, habia ganado un tútulo de nobleza "ASTRO REY", pero eso tampoco le hizo feliz.
Dios, viendo ésto, les llam? y les explicó: No debe?s estar tristes, ambos ahora poseeis un brillo pr?pio.
T?, LUNA, iluminar?s las noches frias y calientes, encantar?s a los enamorados y serás frecuentemente protagonista de hermosas poesias
En cuanto a tú, SOL, sustentar?s ese tútulo porque serás el más importante de los astros, iluminar?s la tierra durante el dia, proporcionaras calor al ser humano y tu simple presencia haré a las personas más felices.
La LUNA se entristeci? mucho más con su terrible destino y llor? amargamente...y el SOL, al verla sufrir tanto, decidi? que no podría dejar abatirse más, ya que tendría que darle fuerzas y ayudarle a aceptar lo que Dios había decidido.
A?n así, su preocupaci?n era tan grande que resolvi? hacer un pedido especial a El Se?or:
Ayuda a la LUNA por favor, es más fr?gil que yo, no soportar? la soledad...Y Dios...en su inmensa bondad... creo entonces las estrellas para hacer compañía a la LUNA.
La LUNA siempre que está muy triste recurre a las estrellas, que hacen de todo para consolarla, pero casi nunca lo consiguen.Hoy , ambos viven asi....separados, el SOL finge que es feliz, y la LUNA no consigue disimular su tristeza.
El SOL arde de pasi?n por la LUNA y ella vive en las tinieblas de su añoranza.
Dicen que la orden de Dios era que la LUNA deberia de ser siempre llena y luminosa, pero no lo consigui?....
porque es mujer, y una mujer tiene fases.
Cuando es feliz, consigue ser Llena, pero cuando es infeliz es menguante y cuando es menguante ni siquiera es posible apreciar su brillo.
LUNA y SOL siguen su destino. El, solitario pero fuerte; ella, acompañada de estrellas, pero díbil.
Los hombres intentan, constantemente, conquistarla, c**o si eso fuese posible. Algunos han ido incluso hasta ella, pero han vuelto siempre solos. Nadie jamás consigui? traerla hasta la tierra, nadie, realmente, consigui? conquistarla, por más que lo intentaron.Sucede que Dios decidi? que ningún amor en este mundo fuese del todo imposible, ni siquiera el de la LUNA y el del SOL... Fu? entonces que El creí el eclipse.
Hoy SOL y LUNA viven esperando ese instante, esos raros momentos que les fueron concedidos y que tanto cuesta, sucedan. Cuando mires al cielo, a partir de ahora, y veas que el SOL cubre la LUNA, es porque se acuesta sobre ella y comienzan a amarse. Es a ese acto de amor al que se le dio el nombre de eclipse.Es importante recordar que el brillo de su ?xtasis es tan grande que se aconseja no mirar al cielo en ese momento, tus ojos pueden cegarse al ver tanto amor.
Tu ya sabías que en la tierra existían sol y luna... y tambien que existe el eclipse.... pero esta es la parte de la historia que tu no conocias

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Sucede que el mundo aun no existía y el dia que Dios decidi? crearlo, les dio entonces un toque final ...el brillo
Cuando el SOL y la LUNA se encontraron por primera vez, se apasionaron perdidamente y a partir de ahí comezaron a vivir un gran amor.
Qued? decidido tamb¿en que el SOL iluminaria el dia y que la LUNA iluminaria la noche, siendo asi, estarian obligados a vivir separados
Les invadi? una gran tristeza y cuando se dieron cuenta de que nunca más se encontrarian...LA LUNA fuí quedéndose cada vez más angustiada. A pesar del brillo dado por Dios, fuí torn?ndose solitaria. EL SOL a su vez, habia ganado un tútulo de nobleza "ASTRO REY", pero eso tampoco le hizo feliz.
Dios, viendo ésto, les llam? y les explicó: No debe?s estar tristes, ambos ahora poseeis un brillo pr?pio.
T?, LUNA, iluminar?s las noches frias y calientes, encantar?s a los enamorados y serás frecuentemente protagonista de hermosas poesias
En cuanto a tú, SOL, sustentar?s ese tútulo porque serás el más importante de los astros, iluminar?s la tierra durante el dia, proporcionaras calor al ser humano y tu simple presencia haré a las personas más felices.
La LUNA se entristeci? mucho más con su terrible destino y llor? amargamente...y el SOL, al verla sufrir tanto, decidi? que no podría dejar abatirse más, ya que tendría que darle fuerzas y ayudarle a aceptar lo que Dios había decidido.
A?n así, su preocupaci?n era tan grande que resolvi? hacer un pedido especial a El Se?or:
Ayuda a la LUNA por favor, es más fr?gil que yo, no soportar? la soledad...Y Dios...en su inmensa bondad... creo entonces las estrellas para hacer compañía a la LUNA.
La LUNA siempre que está muy triste recurre a las estrellas, que hacen de todo para consolarla, pero casi nunca lo consiguen.Hoy , ambos viven asi....separados, el SOL finge que es feliz, y la LUNA no consigue disimular su tristeza.
El SOL arde de pasi?n por la LUNA y ella vive en las tinieblas de su añoranza.
Dicen que la orden de Dios era que la LUNA deberia de ser siempre llena y luminosa, pero no lo consigui?....
porque es mujer, y una mujer tiene fases.
Cuando es feliz, consigue ser Llena, pero cuando es infeliz es menguante y cuando es menguante ni siquiera es posible apreciar su brillo.
LUNA y SOL siguen su destino. El, solitario pero fuerte; ella, acompañada de estrellas, pero díbil.
Los hombres intentan, constantemente, conquistarla, c**o si eso fuese posible. Algunos han ido incluso hasta ella, pero han vuelto siempre solos. Nadie jamás consigui? traerla hasta la tierra, nadie, realmente, consigui? conquistarla, por más que lo intentaron.Sucede que Dios decidi? que ningún amor en este mundo fuese del todo imposible, ni siquiera el de la LUNA y el del SOL... Fu? entonces que El creí el eclipse.
Hoy SOL y LUNA viven esperando ese instante, esos raros momentos que les fueron concedidos y que tanto cuesta, sucedan. Cuando mires al cielo, a partir de ahora, y veas que el SOL cubre la LUNA, es porque se acuesta sobre ella y comienzan a amarse. Es a ese acto de amor al que se le dio el nombre de eclipse.Es importante recordar que el brillo de su ?xtasis es tan grande que se aconseja no mirar al cielo en ese momento, tus ojos pueden cegarse al ver tanto amor.
Tu ya sabías que en la tierra existían sol y luna... y tambien que existe el eclipse.... pero esta es la parte de la historia que tu no conocias


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La Leyenda de Acuario
La leyenda de Acuario, trata de un aguador llamado Gan?medes. Era un pastorcillo tan amable
y de tan extraordinaria belleza, que recibió Ambros?a, el manjar de los dioses, para hacerlo
inmortal. Un día mientras pastoreaba el rebaño y jugaba con su perro Argos, el dios Zeus orden?
al Aguila, su ?guila gigante, que bajara a las llanuras de Troya para llevar a Gan?medes al
templo de los dioses, de forma que se convirtiera en el aguador favorito de Zeus. La amabilidad
de Gan?medes se puso de nuevo de manifiesto ante los dioses, cuando le preguntó a Zeus si podría
ayudar a los humanos, quienes necesitaban agua. Zeus, que no sol?a ser muy amable, se sinti?
ablandado por la compasi?n de Gan?medes y le dio permiso para que hiciera lo que pedía. Gan?medes
se dio cuenta de que enviar una cantidad de agua a la Tierra de una sola vez podía ser peligroso,
por lo que decidi? mandarla en forma de lluvia. Así es c**o Gan?medes, el pastorcillo, llegó
a ser conocido... c**o el dios de la lluvia.
La constelaci?n cl?sica está representada por un joven que derrama agua de una urna puesta
es sus espaldas. Acuario tambiénes figura de un antiguo mito de Sumeria, asociado a un diluvio
global y en calendarios de la India y de la China, con la época de lluvia.

La leyenda de Acuario, trata de un aguador llamado Gan?medes. Era un pastorcillo tan amable
y de tan extraordinaria belleza, que recibió Ambros?a, el manjar de los dioses, para hacerlo
inmortal. Un día mientras pastoreaba el rebaño y jugaba con su perro Argos, el dios Zeus orden?
al Aguila, su ?guila gigante, que bajara a las llanuras de Troya para llevar a Gan?medes al
templo de los dioses, de forma que se convirtiera en el aguador favorito de Zeus. La amabilidad
de Gan?medes se puso de nuevo de manifiesto ante los dioses, cuando le preguntó a Zeus si podría
ayudar a los humanos, quienes necesitaban agua. Zeus, que no sol?a ser muy amable, se sinti?
ablandado por la compasi?n de Gan?medes y le dio permiso para que hiciera lo que pedía. Gan?medes
se dio cuenta de que enviar una cantidad de agua a la Tierra de una sola vez podía ser peligroso,
por lo que decidi? mandarla en forma de lluvia. Así es c**o Gan?medes, el pastorcillo, llegó
a ser conocido... c**o el dios de la lluvia.
La constelaci?n cl?sica está representada por un joven que derrama agua de una urna puesta
es sus espaldas. Acuario tambiénes figura de un antiguo mito de Sumeria, asociado a un diluvio
global y en calendarios de la India y de la China, con la época de lluvia.

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