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DAMM
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Mensaje por DAMM » 15 Ago 2007 22:57

Mirad este templete:
Lo fotografi? personalmente hace cinco dias y lo hice por que, a parte de ser "renacentista" creo...

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Me contaron que ahí es donde sub?an a los reos, siglos atrás, para ser ahorcados en la plaza p?blica.
Por medio de unas empinadas escaleras de piedra interiores, accedian a este patébulo. Alli les rodeaban el cuello con la soga, sujeta en alto, a un gancho saliente de hierro (que aún se conserva). Luego eran empujados al vacio.

Bueno creo que, a parte de que cada piedra que vemos, pueda tener una historia detr?s... Lo fotografi? c**o obra de arte. Debajo hay una luz intensa... Es un puesto de "chuches" que aunque pretende camuflarse :lol: :lol: :lol: se le va.

Esta es la parte superior del templete adosado a la torre.Imagen
:beso: :beso: :beso:

Rosinya
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Mensaje por Rosinya » 16 Ago 2007 14:53

Qué fotos más guapis, DAMM!!!! Interesante la historia, llegaban a ser burros en la época....
:beso: :beso: :beso: :beso: :beso: :beso:

maikha
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Mensaje por maikha » 16 Ago 2007 18:28

Os parece bien algo de fotografia???

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Mensaje por Rosinya » 16 Ago 2007 18:33

Peazo fotos!!!!!
:plas: :plas: :plas: :plas: :plas: :plas: :plas: :plas:

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Mensaje por Rosinya » 16 Ago 2007 18:49

Poned los altavoces!!!!!
http://es.youtube.com/watch?v=zKVajqBsA ... ed&search=
Y si alguien quiere sangre......
http://es.youtube.com/watch?v=XWIrseDnb ... ed&search=

Vaya, hoy estoy traviesa, jejeje!!!!

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Mensaje por VOLL » 16 Ago 2007 19:16

Imagen

?sta en concreto, la tengo publicada en una revista de la dirección general de la marina mercante ... la saquí desde un helic?ptero y el barco todavía era una "v" ... mantenía la proa y la popa unidas c**o por una bisagra, díbilmente pero un?das ... pero, la mar, c**o siempre haciendo de las suyas ...

más, más ... queremos más ...

:beso: :beso: :beso:

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Mensaje por VOLL » 16 Ago 2007 19:34

Rosinya escribió:Poned los altavoces!!!!!
http://es.youtube.com/watch?v=zKVajqBsA ... ed&search=
Y si alguien quiere sangre......
http://es.youtube.com/watch?v=XWIrseDnb ... ed&search=

Vaya, hoy estoy traviesa, jejeje!!!!
??? QUE CA?ERA, DIOS MIO ... !!!

http://www.youtube.com/watch?v=Ozc70JPGRMQ


:beso: :beso: :beso:

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Mensaje por VOLL » 16 Ago 2007 20:14

Espero que lo hayeis leído tod@s ... si no, a buscarlo, a pedirlo a la vecina, o prestado a un amigo ... lo que sea; es buenísimo.

... La Catedral del Mar de Ildefonso Falcones

Año 1320
M asía de Bernat Estanyol
Navarcles, Principado de Cataluña
cap. I

En un momento en el que nadie parec?a prestarle atenci?n, Bernat levantú la vista hacia el n?tido cielo azul. El sol tenue de finales de septiembre acariciaba los rostros de sus invitados. Hab?a invertido tantas horas y esfuerzos en la preparación de la fiesta que sólo un tiempo inclemente podría haberla deslucido. Bernat sonri? al cielo oto?al y, cuando bajé la vista, su sonrisa se acentu? al escuchar el alborozo que reinaba en la explanada de piedra que se abr?a frente a la puerta de los corrales, en la planta baja de la m asía.
La treintena de invitados estaba exultante: la vendimia de aquel año había sido espl?ndida. Todos, hombres, mujeres y niños, habían trabajado de sol a sol, primero recolectando la uva y después pis?ndola, sin permitirse una jornada de descanso.
Sólo cuando el vino estaba dispuesto para hervir en sus barricas y los hollejos de la uva habían sido almacenados para destilar orujo durante los tediosos días de invierno, los payeses celebraban las fiestas de septiembre. Y Bernat Estanyol había elegido contraer matrimonio durante esos días.
Bernat observ? a sus invitados. Hab?an tenido que levantarse al alba para recorrer a pie la distancia, en algunos casos muy extensa, que separaba sus m asías de la de los Estanyol. Charlaban con animaci?n, quiz? de la boda, quiz? de la cosecha, quiz? de ambas cosas; algunos, c**o un grupo donde se hallaban sus primos Estanyol y la familia Puig, parientes de su cuñado, estallaron en carcajadas y lo miraron con picardía. Bernat notú que se sonrojaba y eludi? la insinuaci?n; no quiso siquiera imaginar la causa de aquellas risas. Desperdigados por la explanada de la m asía distingui? a los Fontan?es, a los Vila, a los Joaniquet y, por supuesto, a los familiares de la novia: los Esteve.
Bernat mir? de reojo a su suegro, Pere Esteve, que no hacía más que pasear su inmensa barriga, sonriendo a unos y dirigi?ndose de inmediato a otros. Pere volvi? el alegre rostro hacia él y Bernat se vio obligado a saludarle por en?sima vez. éste busc? con la mirada a sus cuñados y los encontré mezclados entre los invitados. Desde el primer momento lo habían tratado con cierto recelo, por mucho que Bernat se hubiera esforzado por gan?rselos.
Bernat volvi? a levantar la vista al cielo. La cosecha y el tiempo habían decidido acompañarlo en su fiesta. Mira hacia su m asía y de nuevo hacia la gente y frunci? ligeramente los labios. De repente, pese al tumulto reinante, se sinti? solo. Apenas hacía un año que su padre había fallecido; en cuanto a Guiamona, su hermana, que se había instalado en Barcelona después de casarse, no había dado respuesta a los recados que él le había enviado, pese a lo mucho que le hubiera gustado volver a verla. Era el único familiar directo que le quedaba desde la muerte de su padre...
Una muerte que había convertido la m asía de los Estanyol en el centro de inter?s de toda la regi?n: casamenteras y padres con hijas n?biles habían desfilado por ella sin cesar. Antes nadie acudía a visitarlos, pero la muerte de su padre, a quien sus arranques de rebeldía le habían merecido el apodo de ?el loco Estanyol?, había devuelto las esperanzas a quienes deseaban casar a su hija con el pay?s más rico de la regi?n.
?Ya eres lo bastante mayor para casarteéle decían?. ?Cu?ntos años tienes?
?Veintisiete, creo ?contestaba.
?A esa edad ya casi deberías tener nietoséle recriminaban?. ¿Qué harés solo en esta m asía? Necesitas una mujer.
Bernat recib?a los consejos con paciencia, sabiendo que indefectiblemente iban seguidos por la menci?n de una candidata, cuyas virtudes superaban la fuerza del buey y la belleza de la más increíble puesta de sol.
El tema no le resultaba nuevo. Ya el loco Estanyol, viudo tras nacer Guiamona, había intentado casarlo, pero todos los padres con hijas casaderas habían salido de la m asía lanzando imprecaciones: nadie podía hacer frente a las exigencias del loco Estanyol en cuanto a la dote que debía aportar su futura nuera. De modo que el inter?s por Bernat fue decayendo. Con la edad, el anciano empeor? y sus desvar?os de rebeldía se convirtieron en delirios. Bernat se volc? en el cuidado de las tierras y de su padre y, de repente, a los veintisiete años, se encontré solo y asediado.
Sin embargo, la primera visita que recibió Bernat cuando todavía no había enterrado al difunto fue la del alguacil del señor de Navarcles, su señor feudal. ??Cu?nta razón tenías, padre!?, pensá Bernat al ver llegar al alguacil y varios soldados a caballo.
¿Cuando yo mueraéle había repetido el viejo hasta la saciedad en los momentos en que recuperaba la cordura?, ellos vendrán; entonces debes enseñarles el testamento. ¿Y señalaba con un gesto la piedra bajo la cual, envuelto en cuero, se hallaba el documento que recogía las últimas voluntades del loco Estanyol.
?¿Por qué, padre?éle preguntó Bernat la primera vez que le hizo aquella advertencia.
?c**o bien sabeséle contestú?, poseemos estas tierras en enfiteusis, pero yo soy viudo, y si no hubiera hecho testamento, a mi muerte el señor tendría derecho a quedarse con la mitad de todos nuestros muebles y animales. Ese derecho se llama de intestia; hay muchos otros a favor de los señores y debes conocerlos todos. Vendr?n, Bernat; vendrán a llevarse lo que es nuestro, y sólo si les enseñas el testamento podrás librarte de ellos.
?¿Y si me lo quitasen? ?preguntó Bernatú. Ya sabes cómo son...
?Aunque lo hicieran, está registrado en los libros.
La ira del alguacil y la del señor corrieron por la regi?n e hicieron aún más atractiva la situaci?n del hu?rfano, heredero de todos los bienes del loco.
Bernat recordaba muy bien la visita que le había hecho su ahora suegro antes del comienzo de la vendimia. Cinco sueldos, un colch?n y una camisa blanca de lino; aquílla era la dote que ofrec?a por su hija Francesca.
??Para qué quiero yo una camisa blanca de lino?éle preguntó Bernat sin dejar de trastear con la paja en la planta baja de la m asía.
?Mira ?contestú Pere Esteve.
Apoy?ndose sobre la horca, Bernat mir? hacia donde le señalaba Pere Esteve: la entrada del establo. La horca cay? sobre la paja. A contraluz apareció Francesca, vestida con la camisa blanca de lino... ?Su cuerpo entero se le ofrec?a a través de ella!
Un escalofrío recorri? la espina dorsal de Bernat. Pere Esteve sonri?.
Bernat aceptú la oferta. Lo hizo allí mismo, en el pajar, sin ni siquiera acercarse a la muchacha, pero sin apartar los ojos de ella.
??Te felicito! ?oy? que le decían por detr?s mientras le palmeaban con fuerza la espalda. Su suegro se había acercado aél?. Cu?damela bien ?añadi? siguiendo la mirada de Bernat y señalando a la muchacha, que ya no sabía dónde esconderse?. Aunque si la vida que le vas a proporcionar es c**o esta fiesta... Es el mejor banquete que he visto nunca. ?Seguro que ni el señor de Navarcles puede gozar de estos manjares!
Bernat había querido agasajar a sus invitados y había preparado cuarenta y siete hogazas de pan rubio de harina de trigo; había evitado la cebada, el centeno o la espelta, usuales en la alimentaci?n de los payeses. ?Harina de trigo candeal, blanca c**o la camisa de su esposa! Cargado con las hogazas acudi? al castillo de Navarcles para cocerlas en el horno del señor pensando que, c**o siempre, dos hogazas seráan suficiente pago para que le permitieran hacerlo. Los ojos del hornero se abrieron c**o platos ante el pan de trigo, y luego se cerraron formando unas inescrutables rendijas. En aquella ocasión el pago ascendi? a siete hogazas y Bernat abandon? el castillo jurando contra la ley que les impedía tener horno de cocer pan en sus hogares..., y forja, y guarnicioner?a...
?Seguroéle contestú a su suegro, apartando de su mente aquel mal recuerdo.
Ambos observaron la explanada de la m asía. Quiz? le hubieran robado parte del pan, pensá Bernat, pero no el vino que ahora beb?an sus invitados ?el mejor, el que había trasegado su padre y habían dejado envejecer durante años?, ni la carne de cerdo salada, ni la olla de verduras con un par de gallinas, ni, por supuesto, los cuatro corderos que, abiertos en canal y atados en palos, se asaban lentamente sobre las brasas, chisporroteando y despidiendo un aroma irresistible.
De repente las mujeres se pusieron en movimiento. La olla ya estaba lista y las escudillas que los invitados habían tra?do empezaron a llenarse. Pere y Bernat tomaron asiento a la única mesa que había en la explanada y las mujeres acudieron a servirles; nadie se sentú en las cuatro sillas restantes.
La gente, de pie, sentada en maderos o en el suelo, empez? a dar cuenta del ?gape con la mirada puesta en unos corderos constantemente vigilados por algunas mujeres, mientras beb?an vino, charlaban, gritaban y re?an.
¿Una gran fiesta, sí señor ?sentenci? Pere Esteve entre cucharada y cucharada.
Alguien brind? por los novios. Al momento todos se sumaron.
??Francesca! ?gritú su padre con el vaso alzado hacia la novia, que se hallaba entre las mujeres, junto a los corderos.
Bernat mir? a la muchacha, que de nuevo escondi? el rostro.
¿Está nerviosaéla excus? Pere gui??ndole un ojo?. ?Francesca, hija! ?volvi? a gritar?. ?Brinda con nosotros! Aprovecha ahora, porque dentro de poco nos iremos... casi todos.
Las carcajadas azoraron todavía más a Francesca. La muchacha levantú a media altura un vaso que le habían puesto en la mano y, sin beber de él y dando la espalda a las risas, volvi? a dirigir su atenci?n a los corderos.
Pere Esteve choc? su vaso contra el de Bernat haciendo saltar el vino. Los invitados los imitaron.
?Ya te encargar?s tú de que se le pase la timidezéle dijo con voz potente, para que le oyeran todos los presentes.
Las carcajadas estallaron de nuevo, en esta ocasión acompañadas de pícaros comentarios a los que Bernat prefiri? no prestar atenci?n.
Entre risas y bromas todos dieron buena cuenta del vino, del cerdo y de la olla de verduras y gallina. Cuando las mujeres empezaban a retirar los corderos de las brasas, un grupo de invitados call? y desvi? la mirada hacia el linde del bosque de las tierras de Bernat, situado más allí de unos extensos campos de cultivo, al final de un suave declive del terreno que los Estanyol habían aprovechado para plantar parte de las cepas que les proporcionaban tan excelente vino.
En unos segundos se hizo el silencio entre los presentes.
Tres jinetes habían aparecido entre los ?rboles. Seguñan sus pasos varios hombres a pie, uniformados.
?¿Qué haré aquí? ?preguntó en un susurro Pere Esteve.
Bernat sigui? con la mirada a los hombres que se acercaban rodeando los campos. Los invitados murmuraban entre sí.
¿No lo entiendo ?dijo al fin Bernat, tambiénen un susurro?, nunca había pasado por aquí. No es el camino del castillo.
¿No me gusta nada esta visita ?añadi? Pere Esteve.
La comitiva se mov?a lentamente. A medida que las figuras se acercaban, las risas y los comentarios de los jinetes sustituñan el alboroto que hasta entonces había reinado en la explanada; todos pudieron escucharlos. Bernat observ? a sus invitados; algunos de ellos ya no miraban y permanec?an con la cabeza gacha. Busc? a Francesca, que se encontraba entre las mujeres. El vozarr?n del señor de Navarcles llegó hasta ellos. Bernat sinti? que lo invadía la ira.
??Bernat! ?Bernat! ?exclam? Pere Esteve zarande?ndole el brazo?. ¿Qué haces aquí? Corre a recibirlo.
Bernat se levantú de un salto y corri? a recibir a su señor.
?Sed bienvenido a vuestra casaélo salud?, jadeante, cuando estuvo ante él.
Lloren? de Bellera, señor de Navarcles, tir? de las riendas de su caballo y se detuvo frente a Bernat.
??T? eres Estanyol, el hijo del loco? ?inquiri? secamente.
?Sí, señor.
?Hemos estado cazando, y de vuelta al castillo nos ha sorprendido esta fiesta. ?A qué se debe?
Entre los caballos, Bernat acertú a vislumbrar a los soldados, cargados con distintas piezas: conejos, liebres y gallos salvajes. ¿Es vuestra visita la que necesita explicaciónéle hubiera gustado contestarle?. ?O es que tal vez el hornero os inform? del pan de trigo candeal??
Hasta los caballos, quietos y con sus grandes ojos redondos dirigidos haciaél, parec?an esperar su respuesta.
?A mi matrimonio, señor.
?¡Con Quién te has desposado?
¡Con la hija de Pere Esteve, señor.
Lloren? de Bellera permaneci? en silencio, mirando a Bernat por encima de la cabeza de su caballo. Los animales piafaron ruidosamente.
??Y?éladr? Lloren? de Bellera.
?Mi esposa y yo mismo ?dijo Bernat tratando de disimular su disgusto? nos sentir?amos muy honrados si su señor?a y sus acompañantes tuvieran a bien unirse a nosotros.
?Tenemos sed, Estanyol ?afirm? el señor de Bellera por toda respuesta.
Los caballos se pusieron en movimiento sin necesidad de que los caballeros los espoleasen. Bernat, cabizbajo, se dirigi? hacia la m asía al lado de su señor. Al final del camino se habían congregado todos los invitados para recibirlo; las mujeres con la vista en el suelo, los hombres descubiertos. Un rumor ininteligible se levantú cuando Lloren? de Bellera se detuvo ante ellos.
?Vamos, vamoséles orden? mientras desmontaba?; que siga la fiesta.
La gente obedeci? y dio media vuelta en silencio. Varios soldados se acercaron a los caballos y se hicieron cargo de los animales. Bernat acompa?? a sus nuevos invitados hasta la mesa a la que habían estado sentados Pere y él. Tanto sus escudillas c**o sus vasos habían desaparecido.
El señor de Bellera y sus dos acompañantes tomaron asiento. Bernat se retir? unos pasos mientras éstos empezaban a charlar. Las mujeres acudieron prestas con jarras de vino, vasos, hogazas de pan, escudillas con gallina, platos de cerdo salado y el cordero recién hecho. Bernat busc? con la mirada a Francesca, pero no la encontré. No estaba entre las mujeres. Su mirada se cruz? con la de su suegro, que ya estaba junto a los demás invitados, y éste señal? con el mentún en dirección a las mujeres. Con un gesto casi imperceptible Pere Esteve sacudi? la cabeza y se dio media vuelta.
?¡Continuad con vuestra fiesta! ?gritú Lloren? de Bellera con una pierna de cordero en la mano?. ?Vamos, venga, adelante!
En silencio, los invitados empezaron a dirigirse hacia las brasas donde se habían asado los corderos. Sólo un grupo permaneci? quieto, a salvo de las miradas del señor y sus amigos: Pere Esteve, sus hijos y algunos invitados más. Bernat vislumbr? el blanco de la camisa de lino entre ellos y se acerc?.
?Vete de aquí, estépidoéladr? su suegro.
Antes de que pudiera decir nada, la madre de Francesca le puso un plato de cordero en las manos y le susurr?:
?Atiende al señor y no te acerques a mi hija.
Los payeses empezaron a dar cuenta del cordero, en silencio, mirando de reojo hacia la mesa. En la explanada sólo se o?an las carcajadas y los gritos del señor de Navarcles y sus dos amigos. Los soldados descansaban apartados de la fiesta.
?Antes se os o?a re?r ?gritú el señor de Bellera?, tanto que incluso hab?is espantado la caza. ?Re?d, maldita sea!
Nadie lo hizo.
?Bestias r?sticas ?dijo a sus acompañantes, que acogieron el comentario con carcajadas.
Los tres saciaron su apetito con el cordero y el pan candeal. El cerdo salado y las escudillas de gallina quedaron arrinconados en la mesa. Bernat comi? de pie, algo apartado, y mirando de soslayo hacia el grupo de mujeres en el que se escondía Francesca.
??M?s vino! ?exigi? el señor de Bellera levantando el vaso?. Estanyol ?gritú de repente busc?ndolo entre los invitados?, la próxima vez que me pagues el censo de mis tierras, tendrás que traerme vino c**o éste, no el brebaje con que tu padre me ha estado enga?ando hasta ahora. ?Bernat lo oy? a sus espaldas. La madre de Francesca se acercaba con la jarra?. Estanyol, ¿dónde estés?
El caballero golpe? la mesa justo cuando la mujer acercaba la jarra para llenarle la copa. Unas gotas de vino salpicaron la ropa de Lloren? de Bellera.
Bernat ya se había acercado hasta él. Los amigos del señor se re?an de la situaci?n y Pere Esteve se había llevado las manos al rostro.
??Vieja estépida! ¿Cómo te atreves a derramar el vino? ?La mujer agach? la cabeza en señal de sumisi?n, y cuando el señor hizo amago de abofetearla, se apartú y cay? al suelo. Lloren? de Bellera se volvi? hacia sus amigos y estall? en carcajadas al ver cómo la anciana se alejaba gateando. Después recuper? la seriedad y se dirigi? a Bernatú: Vaya, estés aquí, Estanyol. ?Mira lo que logran las viejas torpes! ?Acaso pretendes ofender a tu señor? ?Tan ignorante eres que no sabes que los invitados deben ser atendidos por la señora de la casa? ?D?nde está la novia? ?preguntó, paseando la mirada por la explanada?. ?D?nde está la novia? ?gritú ante su silencio.
Pere Esteve tomó a Francesca del brazo y se acerc? hasta la mesa para entreg?rsela a Bernat. La muchacha temblaba.
?Se?or?a ?dijo Bernatú, os presento a mi mujer, Francesca.
¿Eso está mejor ?comentú Lloren?, examin?ndola de arriba abajo sin recato alguno?, mucho mejor. T? nos servir?s el vino a partir de ahora. [...]

(c) 2006, Ildefonso Falcones de Sierra
(c) 2006, Grupo Editorial Random House Mondadori, S.L.

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Mensaje por maikha » 16 Ago 2007 20:24

VOLL escribió:Imagen

?sta en concreto, la tengo publicada en una revista de la dirección general de la marina mercante ... la saquí desde un helic?ptero y el barco todavía era una "v" ... mantenía la proa y la popa unidas c**o por una bisagra, díbilmente pero un?das ... pero, la mar, c**o siempre haciendo de las suyas ...

más, más ... queremos más ...

:beso: :beso: :beso:
Me estas diciendo que tu tambiénsacaste una foto de este barco???? o es ésta la que tu hiciste??NUNCA DEJAR?S DE SORPRENDERME!!!!!Alivia mi duda, por favor!!

maikha
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Mensaje por maikha » 16 Ago 2007 20:26

Rosinya escribió:Poned los altavoces!!!!!
http://es.youtube.com/watch?v=zKVajqBsA ... ed&search=
Y si alguien quiere sangre......
http://es.youtube.com/watch?v=XWIrseDnb ... ed&search=

Vaya, hoy estoy traviesa, jejeje!!!!
c**o diria Voll TOUCH?EEEEEEEE!!!!!!!!!! ya sabes que a mi me gusta AC/DC... Un besito Rosinya de mis amores

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