He intentado leer los mensajes que he podido, pero me ha sido imposible.
así que desde este mensaje, les mando saludo a todos, y que sepan que no me olvido de ustedes, y que todas mis oraciones van para las personas que en estos momentos están pasando por momentos dificiles.
Hoy tuvimos de entrada espárragos sobre chutnet de fresas
de segundo una carne riquisima
Redondo en salsa de vino
y el corte
Y un postre muy típico de Venezuela Bienmesabe.
Antes de despedime, hasta que pueda volver a entrar, quiero dejarles una historia sobre este postre tan sabroso.
Medicina para el alma
Ninguna mujer en toda Caracas preparaba el bienmesabe c**o la negra Contemplaci?n. Se decía que el suyo tenía cualidades casi mígicas. Que quien lo comía sentía que sus calamidades entraban en reposos y serenidades. Su secreto no estaba en la receta, sino más bien en las horas. Lo preparaba en la madrugada, antes del cantar de los gallos, cuando los cocuyos eran los únicos despiertos, por estar dedicados al arte de amar. Así, en el silencio de la noche, Contemplaci?n se iba a la cocina, y a la luz de velas, y sin emitir sonido alguno, preparaba su dulce. Su bienmesabe era medicina para el alma. Tomaba tres cocos grandes, los partía y les sacaba la pulpa. Esto lo ponía en un cazo y le a?adía dos tazas agua caliente. Con un mazo iba triturando la carne blanca. Entonces, lo pasaba por un paño, para extraerle la leche al c**o. Le agregaba entonces dieciocho amarillos y un puntico de sal. Luego, en una olla, juntaba tres tazas y media de azúcar con una taza de agua, y lo llevaba al fuego, fuerte, muy fuerte, sin revolver, hasta lograr un almíbar a punto de hilo. Luego retiraba la olla, del fuego, y le agregaba la mezcla de carne de c**o y huevos, y lo batía hasta lograr una crema. Esto lo llevaba de nuevo al fuego, y lo iba revolviendo lentamente, muy lentamente, hasta llegar al hervor. Entonces lo retiraba de la candela y lo dejaba enfriar un poco. Tomaba entonces un bizcocho que siempre tenía en la alacena, y lo picaba en rebanadas finas. En una dulcera de cristal, colocaba las rebanadas y las ba?aba con medio vaso de jerez dulce. A seguir, una capa de la crema. Y luego una generosa capa de un merengue preparado con tres claras de huevo, media taza de azúcar y una pizca de canela, batido todo esto a punto de nieve. Para antes que cantara el gallo, Contemplaci?n tenía listo el bienmesabe, que colocaba a buen resguardo en un lugar fresco, alejado de la tentaci?n de las hormigas y de otros antojadizos. O mejor dicho, Contemplaci?n preparaba cada madrugada tres bienmesabes: uno para llevar al Convento de San Jacinto, otro para dejar en la Plaza frente al portún de la Catedral para los mendigos, y un tercero para la merienda de la casa, de Doña Carlota y visitantes, si hubiere alguno, y para el servicio. El mismo bienmesabe, sin diferencias. Doña Carlota era muy estricta en dos cosas: en que todos somos igualmente hijos de Dios, y en aquello del compartir.
Espero que les guste tanto c**o a mi.
y bueno para todas


