En el horizonte que veo desde mi ventana se adivinan las siluetas de los coches que circulan entre ?rboles por la carretera del monte.
A veces, en la noche, el destello de un faro me deslumbra por un momento.
Pierdo la noci?n del tiempo y me abstraigo en pensamientos que no me conducen a nada.
Esos pensamientos son cómo esos coches que circulan en la noche sin saber muy bien que obstúculo se encontrar?n, ni si podrán salvarlo.
Desde mi ventana se ven curvas empinadas por dónde los coches van haciendo zigzag.
Camino tortuoso que se asemeja a mi vida. Cuestas, curvas y abismos son lugares conocidos.
Voy esquivando piedras, salvando escollos, pero el más importante no soy capaz de salvarlo.
Hay un abismo entre tú y yo que no soy capaz de evitar.
Cada día me acerco al borde de esa sima y retrocedo con miedo sobre mis pasos.
Me muerdo la lengua y emprendo un camino de retorno en soledad.
Subo a mi coche y conduzco en la noche sin destino definido.
Me ciegan las luces de otros coches y quiero regresar.
Busco refugio en unos brazos que imagino amables, pero al abrir los ojos veo que no están conmigo en realidad.
Y siento en mi piel el abrazo de la noche, que es la única compañía con la que puedo contar.
Abrazo de erizo¿Que ingrata es la noche y que duros los días que vivo sin ti.
Sue?o con la carretera. Me veo en mi coche y vas junto a mí. Sonr?es, me miras. No estoy sola.
Paro el coche y nos entregamos el uno al otro todo lo que nos podemos dar.
Todo lo que tengo guardado te lo daré en algún momento, en algún lugar.
Estarás a mi lado y nada importar?.
Solos tú y yo en la carretera de camino al hogar. data-ad-format="auto" data-full-width-responsive="true">