Mientras lavaba los trozos del conejo, me acord? de ese dicho de que el roce hace el cariño y pensá que qué tonterías más gordas se dicen a veces. A Los Visitantes, les dejaba yo a los defensores de la frasecita y depues de 7 meses, sin saber cuantos faltan para la despedida que me la repitieran notúndose c**o creci? el cariño.
Mientras secaba los trozos con harina y los doraba en mi olla GM, pensaba en una foto que tengo y en qué historia podía contar con ella, pero sigo sin saber que historia contar con ella o quizás no me atreva a contar una historia con ella.
Cuando ya tuve todo el conejo dorado apetitoso, puse a sofreír la cebolla, lentamente que para eso estaba haciendo un guiso de los de antes, rag? de los de ahora. Y mientras iba tomando un aspecto dorado y transparente, picaba varios tomates en trocitos quitándoles las semillas y el agua, para echarlos con la cebolla y cocinarlo un rato. c**o tenía tomates secos, ech? unos pocos, que dan un sabor muy particular y deje que se fueran hidratando un poco. Cuando me pareció que estaba puse el conejo, lo revolví todo bien, cerr? programando, menú carne. Al acabar, la salsa puedes dejarla tal cual, a lo basto o si estés sin ganas de tropezones, sacar la batidora y darle, darle, hasta dejarlo al gusto..."
Aquí la receta, el principio y el final de la historia ya sabeis donde...
