Ardid escribió:No puedo imaginarme a mi abuela, que nunca consintió ponerse, en el mediterráneo tórrido donde vivía, una camisa sin mangas, amamantando a sus hijos delante de nadie
No sé, igual había otras abuelas más modernas, pero me da que, como en otras muchas cosas, se idealiza el pasado

Me ha hecho gracia tu comentario, no por nada, sino porque mi abuela era ama de cría, había que comer en tiempos de posguerra y ella era, según sus propias palabras, una vaca lechera. Mi madre no nos amamantó porque lo veía y lo ve aún como algo sucio, obsceno. Yo amamanté a mi hijo sólo unos ocho meses, hasta que él no quiso más. Mirad, yo tenía pensado dar el pecho un par de meses o tres, y me gustó tanto, que si por mí hubiera sido, le habría dado años. Hoy sé que lo hice mal y por eso terminó la lactancia, pero no tuve mucha información, por desgracia, y sí muchos problemas personales por entonces, y entre una cosa y otra, pues eso, unos ocho meses nada más.
Y digo nada más porque me hubiera encantado seguir amamantando, no porque considere que sea mejor o peor, sino porque hubiera sido mi opción de haber podido. Y a lo que vamos. A mí me pasa como a Sali, que tengo una copa EE o F de pecho, con un contorno de 95, así que imaginad si tengo tetas. Soy la persona más pudorosa del mundo, me da vergüenza enseñar hasta el ombligo, sólo lo hago en playa o piscina. Pues cuando di el pecho fui muy muy discreta, tapándome siempre con arrullos, mantitas, etc. Mi suegro no llegó a verme jamás dar el pecho. Y sin embargo, hubo una época, en la que mi hijo apenas se soltaba de la teta. He amamantado en Ikea, Carrefour, Mercadona, parques, terrazas, en parkings, museos, etc. Y poca gente podrá decir que me ha visto el pecho.
Cuando a un bebé le aprieta el hambre, le aprieta, y a él le da igual dónde está, y me parece una crueldad hacerlo esperar hasta que encontremos un sitio "mejor". Y por otra parte, no me voy a encerrar en casa por el hecho de ser madre, saldré lo que quiera y a los sitios que quiera. Hubo quien me miró mal, pero nadie me dijo nunca nada.
Lo importante es la libertad, sí, ser libre para decidir si dar teta o bibe, que ni se nos juzgue ni se nos cuestione por ello.Lo hagamos donde y como lo hagamos. Porque nunca nos cuestionamos si un padre es buen o mal padre si vuelve a trabajar o su mujer no amamanta o si lo deja con la madre para salir de fiesta. Las cuestionadas somos sólo las mujeres.