
En primer lugar, no "aplico" nada, me dejo llevar por lo que creo que es bueno para mi hijo (como casi todas las madres), me lo diga o no el autor X. Y lo que creo que es bueno para mi hijo es, por ejemplo, atender a sus necesidades, entre las que se encuentra la de estar en mi compañía, cosa que reclama (porque no sabe hacerlo de otra manera) mediante el llanto. Eso no significa que, en cuanto el niño dice "a", yo vaya como una flecha a cogerle. Una madre sabe distinguir el llanto de su hijo, la premura o necesidad o simple "aburrimiento" que encierra. Si estoy sentada leyendo y mi hijo llora porque quiere estar con mami, le cojo. Si estoy haciendo la comida y mi hijo llora porque quiere estar con mami, pues se tendrá que esperar. Si el niño llora desconsolado, pueden esperar el libro, la comida y el Sursum corda.
¿Y cuando llega la noche? Pues igual. Si mi hijo tiene el "llanto" típico de "¡eh!, hacedme caso, que me aburro", intentaré calmarle dándole la mano o el chupe o cantando una canción. Si el llanto es desconsolado, le cogeré en brazos hasta que se calme. Lo que en ningún caso voy a hacer es ignorarle.
Tema rutinas, pues me parece estupendo y sanísimo que el niño las tenga, pero eso: que las tenga, no imponerselas. Es muy raro que un bebé carezca por completo de rutinas, porque todos las tenemos. Solemos levantarnos a la misma hora, comer a la misma hora, acostarnos a la misma hora, incluso nuestro ocio y nuestras obligaciones suelen ser las mismas y a las mismas horas. Mi hijo se levanta entre 10 y 10:30, suele dormir una siesta entre 11:30 y 12:30, otra a eso de las 15:30, se suele bañar a las 23:00 y se acuesta a dormir a las 23:45. En cuanto a las comidas, pues también suelen seguir unos horarios, pero tanto éstos como los de sus siestas los marca él mismo. Si tiene hambre a las 11:00, come; si vuelve a tener hambre a las 12:30, come. Si, entre toma y toma, tiene sueño, duerme. Pero puede que no tenga y prefiera jugar, pues juega. Si mi hijo duerme al dia sus horas necesarias, no le veo mucho sentido a acostarle sí o sí de 15 a 16, por ejemplo.
Y, por último, cada madre escoge cómo criar a sus hijos y en la mayor parte de los casos buscando su bienestar, pero no siempre se cuenta con toda la información necesaria. Por ejemplo, no todo el mundo que utiliza el llamado método Estivill sabe que el estrés que se puede generar a los niños a los que se deja llorar libera cortisol y que éste es neurotóxico y que puede dar lugar a problemas de salud. Estoy segura de que, de saberlo, más de una se lo pensaría.