Relato Regresar

[mayte1603 0]

Sucesivas sacudidas le sumergen en un profundo letargo. Queda envuelto dentro del torbellino de fragmentos de chapa y cristales que vuelan a su alrededor, la explosión de la goma le provoca acentuadas quemaduras en el rostro.
En estado de consciencia limitada su cuerpo no recibe el dolor de las intensas heridas, heridas que le harán recordar esta noche cada vez que se mire al espejo.

Traspasando sus párpados, más allá de lo visible, tras franquear una turbia nebulosa se ve la imagen de un niño acostado sobre una cuna con los ojos cerrados y un chupete agitándose apaciblemente en un constante balanceo. La noche cerrada deja atravesar por el ventanal un intenso destello de la luna, que vigila desde lo alto. El silencio acompaña los suaves balbuceos. Sonidos que hace tiempo ha dejado de escuchar. Que hace tiempo se equivocó en la elección. Descubre que más allá de las discusiones dejó escapar lo que de verdad importa. El pecho le duele, tanto que tiene que la respiración se paraliza.
Gira sobre sus talones, enmudecido y desorientado. Conoce la habitación, pero las conexiones en su cabeza se bloquean y contempla su alrededor como si estuviera sentado en una butaca y viera una proyección sobre la pantalla.
No puede avanzar pero siente que si no lo hace el arrepentimiento le sofocará cada segundo de cada minuto de cada hora de cada día hasta romperle el sentido.
Forzando cada movimiento se acerca despacio, empapándose de olor a algodón y colonia fresca. Aspira su calma tratando de sofocar los latidos que golpean bajo su pecho.

A pocos pasos de la cuna el estruendo de una sirena le arranca sus últimos instantes llevándole súbitamente a un lugar completamente diferente. Un hombre, tapado con mascarilla, utiliza ágil sus manos sobre su cuerpo.
Alzando la cabeza puede ver que un charco rojizo cubre todo su torso. Siente tanto miedo que no es capaz de pronunciar palabra. El hombre le empuja la cabeza contra la camilla prudente, a través de sus ojos se descubre la preocupación.
Con la vista clavada en el techo trata de recordar algún rezo que calme su angustia. Busca consuelo en el único lugar al que siempre ha rehusado recurrir. Pero la desesperación mueve hilos inescrutables.

Reza por poder regresar a aquella habitación, donde la paz gobierna cada segundo. Pero un fuerte cosquilleo en la punta de los dedos le hace entender que tal sueño huye en dirección opuesta. La sirena chilla a través de las calles, despertando la noche, agitando el silencio. El hormigueo, cada vez más intenso, sube por los antebrazos paralizándole por completo.

Gira la cabeza a un lado para dejar brotar una lágrima que recorre su mejilla para caer sobre la sábana manchada. Siente esfumar la vida por los resquicios de su piel hasta las órbitas de sus ojos. Un escozor satura los lacrimales, provocando una explosión en su visión. La oscuridad invade su mente y le impide juntar el puzle de su memoria. Abandona poco a poco la lucha contra lo inevitable y se sumerge despacio en la rendición.

El hombre se quita la mascarilla y resopla con resignación. Agotado se limpia el sudor de la frente con el dorso de la manga. Mira hacia el suelo con los ojos apretados. Levanta la vista temiendo encontrarse de cara con la realidad. Pero un temblor en el mentón le sacude y le obliga a retomar su reciente cometido.
Sacudiendo las palas contra el pecho le rescata de la oscuridad y un suave pitido aparece en la pantalla. Con una media sonrisa invierte sus últimos esfuerzos y exige al conductor que acelere.
Las puertas se abren de par en par, varios uniformes inmaculados le abordan.

Y aunque cuando despierte no recuerde los minutos que pasó al otro lado, aunque no recuerde el momento en que atravesó la frontera y regresó, quedará grabado como el roce de la hoja sobre la tierra.



http://donocoe.bubok.es

http://donocoe.obolog.com