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Kafka y la muñeca viajera, Jordi Sierra i Fabra.

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La de tiempo que hace que estoy deseando meterle mano a este libro, y ahora le acaba de tocar, ea.

lg_Kafka_y_la_muneca_viajera_1.jpg Un año antes de su muerte, Franz Kafka vivió una experiencia muy insólita. Paseando por el parque Steglitz, en Berlín, encontró a una niña llorando desconsolada: había perdido su muñeca. Para calmar a la pequeña, el autor de La metamorfosis se inventó una peculiar historia: la muñeca no se había perdido, se había ido de viaje, y él, convertido en cartero de muñecas, tenía una carta que le llevaría al día siguiente al parque.

Aquella noche Franz escribió la primera de las muchas cartas que, durante tres semanas, entregó a la niña puntualmente, narrando las peripecias de la extraordinaria muñeca desde todos los rincones del mundo.

Según cuenta Dora Dymant, su compañera en aquellos días, el estado febril con el que Kafka escribía esas cartas era comparable al de cualquiera de sus inmortales obras.

Éste es el relato de aquella experiencia, en la que Franz Kafka fue un mago de la palabra para una niña desconocida de la que jamás volvió a saberse nada, como tampoco de aquellas cartas que constituyen uno de los misterios más hermosos de la narrativa del siglo XX.



Yo me voy al sofá, y ya tengo compañía.

Besos.

:beso:
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75 páginas de libro, leídas casi en dos tirones: una sentada de autobús (de pie y con la tortícolis), y una madrugada despierta por culpa de este insomnio narcótico que me está fastidiando más que la tortícolis misma (aquello del remedio y la enfermedad en este caso se cumple; las medicinas me están curando de una cosa y enfermando de otra al 50%)

Tierno pero sin pasarse (no es una novela rosa en ningún sentido), el libro cuenta una historia curiosa poco conocida (yo no tenía ni idea al menos) que guarda en sí la fuerza de la locura de los autores geniales.

Por supuesto, el libro es una recreación fantaseada de unos hechos históricos; las cartas verdaderas nunca llegaron a encontrarse, y Sierra i Fabra no estaba allí para oir las conversaciones entre la niña y el escritor, pero la historia está desarrollada de forma que es perfectamente creíble, y casi te quedas con el sentimiento de que tuvieron que pasar así.

Me gustan las escenas en las que Kafka se va asustando de lo que se le viene encima al haberse inventado el cuento del "cartero de muñecas", esa forma de definir a los niños que va desarrollando a lo largo del libro.

Y me gusta Dora, la primera y la última.

Y Elsi, tan lógica en su mundo.

Quizás a veces me ha rechinado un poco el lenguaje de Elsi, pero eso ha sido puntualmente, pero ni siqiera sabemos cómo se llamaba la Elsi de verdad y cómo hablaba.

Un libro muy muy recomendado. Te deja una sonrisa en los labios, pese a la tristeza de la enfermedad de Kafka, y pese a otra tristeza mayor; Kafka personifica en Elsi a todos los niños del mundo, y sueña con que entre ella y los demás construyen un mundo de futuro... pero estamos en la Alemania de 1923, y a Elsi le queda poco tiempo para ser niña, porque ella no lo sabe, pero se acerca el largo invierno del lobo.

Me ha gustado, alegrado, enternecido y entristecido mucho.

Besos.

:beso:


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Leído en una sentada de peluquería. Me ha encantado. Cortito, tierno...

Aunque creo que al autor se le han colado unas cuantas ideas más actuales que vigentes en 1923. No sé, igual me equivoco, pero pienso que la idea de que la madre pudiera pensar de Kafka que podría ser un asesino de niños o un pervertido es más de esta época que de principios del siglo XX.


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