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Dos chistes

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Para alegrar el día :)



Estaban tres hombres en el infierno, a los cuales el demonio impuso tres penitencias:

1º Matar a un león a ostias.
2º Hacer el amor con una mujer 20 veces seguidas.
3º Tomarse 5 litros de orujo.

El que pasara estas tres pruebas se iba al cielo.


Primero entra un alemán con sus aires de grandeza y dice:
A ver, tráiganme a la mujer. Empieza: 1, 2, 3, 4, 6, y sale gritando:
¡¡¡Ya no puedo más!!! Entonces, ¡AL INFIERNO!, dice el demonio.

Después entra un americano:
A ver, a mí tráiganme al león. Lo encierran en la jaula, y se oye:
grrr, grrr, grrr, grrr, grrrr, grrr. Al rato sale muy mal herido, gritando: !!Ya no puedo más!!. Pues !AL INFIERNO!, dice el demonio.

Y al final entra un vasco, del mismo Bilbao:
Estos gilipichis, comenzaron por lo más difícil. A ver, ¿dónde está el orujo?.
Lo llevan a la bodega y se toma los 5 litros de orujo y sale con un pedo descomunal:
A ver, trrraedme al leoncito ese, ¡hip!, ¡hip!. Lo encierran con el león y se oye:
grrr, grrr, grr, grrr, grrr.... y una hora después miiiiaaaaauuuuu!!!!, miiiiaaaaauuuuu!!!!, miiiiaaaaauuuuu!!!!.
Sale el vasco y dice:
Y ahora, ¿Dónde repampanitos está la mujer esa que hay que matar a ostias?



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Un hombre que tiene un tic nervioso que le hace guiñar un ojo, pide trabajo como vendedor en una agencia de viajes.


- Según su currículum, veo que usted está más que cualificado para este trabajo - dice el jefe de personal - pero, desgraciadamente, no podemos contratar a un vendedor que esté constantemente guiñando el ojo a los clientes.

- Pero espere -dice el hombre- si me tomo dos aspirinas dejo de guiñar el ojo.

- Muéstreme -dice el jefe de personal.

Entonces el hombre se mete la mano en el bolsillo del pantalón y saca una cantidad enorme de condones de todas formas y colores, finalmente encuentra un par de aspirinas y al ratito de tomarlas deja de guiñar el ojo.

- Es excelente que haya dejado de guiñar el ojo -dice el jefe-, pero no podemos tener vendedores que sean unos mujeriegos.

- ¿Qué quiere decir? -pregunta el hombre-, yo estoy felizmente casado.

- ¿Y cómo explica todos esos condones?, dice el jefe.

- Ah, eso ... -dice el hombre- haga usted la prueba de ir a una farmacia y pedir aspirinas guiñando el ojo.


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